La escritora y traductora española presenta en México el libro de ensayos La impostora, en el que aborda el caso de la mala traducción que provocó que Salman Rushdie casi perdiera la vida.
Un error de traducción y grandes dosis de fanatismo persiguieron al escritor Salman Rushdie, contra quien el ayatolá Ruhollah Jomeini lanzó una fatwa (condena de muerte) después de publicar Los versos satánicos a finales de los años 80; reportó MILENIO.
Nuria Barrios (Madrid, 1962) incluye esta terrible historia en La impostora. Cuaderno de traducción de una escritora, publicado por Páginas de Espuma y ganador del XIII Premio Málaga de Ensayo.
La frase “versos satánicos” fue una traducción de los orientalistas británicos del siglo XIX sobre versos suprimidos del Corán, pero los musulmanes los llamaban “las grullas”. Ese error dio origen al título del libro de Rushdie.
“Salman Rushdie utiliza dicha expresión. Cuando su novela llega al mundo del Islam se considera una herejía porque que está insultado al Corán. Fue un error, una libertad de traducción que da origen a este tremendo disparate que sucedió contra Rushdie y que todos conocemos”, explica la escritora.
Pero aunque el de Rushdie es uno de los casos más famosos en el tema de traducciones polémicas, en la historia se han cometido otros por eso Barrios dice: “El oficio de ser traductor es peligroso. Por ejemplo, el de Casiodoro de Reina, quien tradujo la Biblia del latín al castellano en 1569, cuando estaba prohibido hacerlo y eso le provocó el exilio y la condena a la hora de publicarla”. El impresor de esa traducción usó en la portada la ilustración de un oso porque no solo traducirla a cualquier idioma estaba prohibido sino también el uso de iconos religiosos, por eso es conocida como La Biblia del oso.
Entre lágrimas
La escritora, traductora y doctora en Filosofía reflexiona sobre el tema de la traducción, una profesión que llegó a su vida y que le costó varias lágrimas y sufrimiento.
“Comencé a traducir por cuestiones económicas. Yo soy escritora pero es muy difícil ganarse la vida con los libros. Amigos traductores me decían que también era complicado ganar dinero con la traducción y el destino casi me lo puso en la mesa y pensé que sería sencillo, como se ve en las películas, con música, copa de vino, y no”.
Cuando hizo su primera traducción, Barrios lloró. Traducir no era sencillo como esperaba.
“La traducción había conseguido lo que no había conseguido la escritura, cuestionar mi dominio del español, cuestionarlo hasta extremos insospechados. No solo se trataba de que yo no encontrara las palabras o las expresiones, de repente entré en un estado de lingüística absoluta y me di cuenta de la realidad, de que las palabras son completamente arbitrarias, que son ficciones y que a partir de ahí todo es posible en la creación. Pero también puede ser el mayor tormento posible porque no sabes nunca cómo emparejar de una forma más íntima con la palabra extranjera”.
La escritora dice a MILENIO que por estas razones escribió La impostora. Cuaderno de traducción de una escritora, con el fin de hacer una reivindicación del significado de impostura.
“La persona que traduce es una impostora porque hace pasar por suya la voz de otra persona, pero hay una connotación existencial negativa. Si consultas el diccionario, impostor, impostora, es la persona que engaña, que se hace pasar porque quien no es, pero si lo piensas bien, en realidad, la impostura es nuestra realidad. No somos nada, somos una sucesión de máscaras y no ser nadie nos permite interpretar múltiples roles a lo largo de nuestra vida”.
Para Nuria Barrios todos somos impostores y utilizando la traducción como excusa lo que hace en su libro “es hablar de la vida, como traducción como desciframiento de nosotros, de cada uno de nosotros como traductores, no profesionales sino vitales”.
La autora dice que escribir La impostora le ayudó a reencontrarse con la traducción.
“Este ensayo me dio una perspectiva de lo que es el oficio, que es muy fascinante. Creo que no hay ningún oficio que trate el lenguaje con la intensidad y con la profundidad como lo hace la traducción. Estamos hechos de palabras, nuestro propio ADN es un código de letras, somos palabras”.
Abrirse al mundo
En La impostora, Barrios aborda varios casos de traducción y la importancia que tiene en el orden político, social y religioso.
“Los traductores son imprescindibles para que la literatura y las ideas circulen por el mundo. Son los primeros agentes de la globalización y son imprescindibles para que no vivamos en nuestra pequeña cosmovisión y nos abramos al mundo”.
Sobre los retos de un traductor, opina:
“La traducción es un trabajo artesanal y tiene un componente de creación muy importante. Para ser fiel al espíritu de la persona que tienes que traducir, tienes que ser libre. Los idiomas son distintos, tienen formas de retratar el mundo de forma distintas y tienes que encontrar con tus herramientas lo que dé una imagen lo más parecido al original.
¿Qué papel juega la inteligencia artificial?
Los algoritmos y todo eso van a ser muy importantes, bueno, ya lo son en el mundo de la traducción, pero de momento no van a sustituir a los traductores porque la traducción se basa también en al experiencia de quien traduce y en una parte creativa, que es un salto vacío cuando tienes que encontrar un paralelo a algo que no existe en tu propio idioma.
Y, además
Nuria Barrios publicó la novela Todo Arde (2020, Alfaguara) poco antes de la pandemia por lo que no contó con demasiada promoción. “Transcurre en una noche y es la historia de dos hermanos. Ella está enganchada en las drogas y su hermano va a un narcopoblado para salvarla y pasan muchas cosas a su alrededor. La novela habla de qué significa el amor, a qué nos obliga. Pero también habla de la familia, de qué significa la normalidad, el desastre y de que los héroes pueden ser traidores y al revés”, finaliza la escritora.
Imagen portada: MILENIO