Por Obed Campos
Dicen que fue en una visita a Guadalajara que Salvador Allende plasmó esa frase: “Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción”.
Cito al presunto prócer chileno no a propósito de la visita de Lopitos a aquellas tierras, para conmemorar el asesinato de uno de los primeros líderes de izquierda que logró ascender al poder en América sino por unos apuntes que leí en uno de tantos foros que el hervor político ha procreado en estas fechas en nuestra alicaída y ya no tan azteca patria.
La garrapateada espetaba más o menos que “se necesita encontrar jóvenes Influencers, cómo les llaman ahora, convencidos de apoyar al Frente Amplio por México” y les doy algo de razón: la patria, el destino de todos los ciento y tantos de millones de mexicles estamos en manos de imberbes, y no en el mal sentido de la palabra.
La intención de la publicación a la que me refiero es que en ese foro se exalta que estos “influencers” son los que deberían de promocionar la candidatura de Xóchitl Gálvez, y promocionar también entre ellos la importancia del voto, para al menos “salvar” el Congreso.
Y es que a quien se le ocurrió esa idea también tuvo la humildad de reconocer que es más fácil que esos “influencers” logren tocar las consciencias de chavos y chavas, la mayoría de los cuales, sin ofender, viven y se la pasan en la luna.
Vaya, es más fácil que se entiendan entre ellos que tratar de que nos entiendan a los cuarentones, cincuentones, sesentones y de ahí para adelante.
El problema, como siempre, es quién le pone el cascabel al gato y quién podrá localizar a estos “influencers” quienes además de “exitosos” sean lo casi imposible entre la chaviza, es decir “responsables”.
En el mismo foro alguien se queja de que no comprende por qué los padres de esos muchachos y muchachas no les inculcaron el civismo y recuerda como en su casa el día de las elecciones ir a votar en familia se convertía en una tradición y una fiesta de domingo.
Pues bien, si los tiempos se han ido, esperemos que vuelvan las conciencias.