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Xarry Potter G y los reptilianos

Por José Francisco Villarreal

Admito que he sido un fiel seguidor de la serie de películas de Harry Potter. ¡Hasta tengo mi varita! Aguanté la “carrilla” por esto (carrilla: troleo paleolítico). No he leído los libros de J. K. Rowling. Los tengo, pero no los he leído ni pienso hacerlo. No más que para pizcar alguna frase “matona” para fomentar el analfabetismo de las redes sociales, como los discursos erráticos de los “xochitlovers”. Me divierte mucho ver cómo hay tantos que se maravillan con obviedades sacadas de contexto, pero firmadas por un prócer de la cultura universal. Soy de los que opinan que las grandes reflexiones surgen mejor durante una resaca de charanda. Es posible que Rowling haya escrito alguna frase interesante durante un éxtasis parecido. Sería cosa de buscarle. De ahí a leerla de cabo a rabo, es muy distinto. Mejor las películas. Les replicaba a mis críticos que no se hicieran patos, o cisnes, o gansos… depende. Eso de las varitas y las palabras mágicas emociona a cualquiera. Aunque sea fantasía, emociona la posibilidad de agitar una varita de granjeno frente al fregadero, exclamar “¡Acetabulava!”, y en un segundo tener todas las vasijas limpias y secas. O ante el entusiasta y patriótico discurso de muchos políticos, apuntarles con una varita de anacua diciendo “¡Evanescere Costum!”. Ver entonces cómo desaparece el disfraz y muestran su rostro de “mortífago”. Sólo el rostro, porque para entender su verdadero discurso, habría que saber el idioma “parsel”, el de las serpientes.

La fantasía ñoña de Rowling es como chupar caramelos de plástico. Nada qué ver con los fantásticos pero tremendos grimorios. Los talismanes de la cabra de Picatrix, las revelaciones del espejo azteca de John Dee, los conjuros rúnicos de Galdrabók, la coreografía cósmica de la Golden Dawn… Alguna vez intenté comprender el sentido de la secuencia en el muy básico Ritual de Exclusión Menor del Pentagrama. Pura curiosidad. Y sí, entendí que trazaba la frontera entre dos abismos, el Arcano Cero del Tarot. La locura y la lucidez juntas: México hoy. Desde entonces no creo en la magia, pero la tomo muy en serio. Incluso a la magia de chistera y turbante, de conejos y palomas, de mascadas infinitas. ¿Por qué entonces no habría de tomar en serio la magia togada de las cortes y juzgados? ¿O los grimorios de las columnas y las primeras planas? ¡Para México, este es el momento de la magia! Hasta la Alquimia tiene espacio para la transmutación de metales viles en preciosos, para crear homúnculos a partir de la materia infecta y grosera. 

No estamos en elecciones todavía. Ni siquiera estamos seguros de quiénes serán los candidatos principales para la presidencia de México, y los no menos importantes para la legislatura federal. Si preguntamos a cualquier elector, ubicará, a veces con un poco de trabajo, a unos cuantos aspirantes a la presidencia de la República, y en corto, a un posible gobernador o alcalde. Somos prácticos, no porque tengamos prisa sino porque desde los cacicazgos del poder nos arrean como ganado. Nuestro voto para legislaturas se nos resbala del crayón elector desde las figuras más visibles, es decir, las funciones de acción: presidente, gobernador y alcalde, los administradores, líderes masivos con presencia y renombre. Sus partidos pueden determinar, por aversión o afinidad, a veces hasta por azar, a quienes elijamos como legisladores. Del Poder Judicial, ni hablemos, son potestades celestiales que ni con el Ritual de Exclusión Menor del Pentagrama se invocan o se conjuran. La elite del poder. La infalibilidad pontificia desde sus sillas gestatorias. No son materia para la plebe con credencial de INE. Son otra nación, ajena a la que pisamos. Son como nosotros, pero con orígenes oscuros, algo así como los mentados “reptilianos” que dizque llegaron de sabrá Dios qué planeta para infiltrarse y gobernarnos. Como los “mortífagos” de Rowling, “annunakis” sumerios, “nephilim” hebreos.

En lo personal, me interesa más la magia y prestidigitación del Poder Judicial, el INE y los medios, que el estridente caso del plagio de Bertha. Plagio o no plagio, es un chisme fácilmente digerible, nivel pleito de vecindad. La prensa y la opinología profesional hicieron el caldo gordo de un hecho que estaba concluido antes de empezar. Fue la misma Bertha la primera que admitió la “pendejiada”, incluso antes que la prensa decidiera divulgar el plagio; lo demás ya es una glosa intrascendente y socialmente inútil, por lo menos para nosotros, porque a ella le seguirá calando en el juanete de las estadísticas. Aquí toda glosa es exceso, y está distrayendo en temas de verdadera importancia para la ruta de sucesión en el régimen. El mal y la condena pública están hechos. La torpeza de los gelatóvoros en el manejo de la información hasta parece deliberada, y no hay flamante vocero que logre sacar a Bertha del hoyo que sigue cavando sólo con hablar mal y de más. Sólo tienen una opción: desviar el discurso crítico enfurecido hacia el gobierno federal, devaluar su aval hacia los candidatos cuatrotetistas.

Añadir ahora, vía “terceros”, la misma acusación de plagio contra Sheinbaum, es  hacer más ojona a la paloma y más buchón al pescado: la imposibilidad para la dialéctica inteligente, la orfandad estratégica, el cabeceo testarudo para el lado del chingazo. Ensordecen al respetable en algo tan crítico como el forcejeo entre el gobierno federal y el Poder Judicial, que con una diligencia insólita se está jugando su ya vapuleada reputación para liberar y reacomodar en su cargo a un fiscal estatal más cuestionado y cuestionable que la santidad de San Pedro de Arbúes, el inquisidor. Así la mágica desaparición de pruebas contra Emilio Lozoya, la transmutación de culpas e inocencias en la Estafa Maestra, y una buena cantidad de delincuentes y funcionarios corruptos que, para la Justicia mexicana, son los únicos allegados a la gracia divina de la presunción de inocencia. Tampoco nos dejan atender el maravilloso espectáculo de magia del INE y su fidelísimo tribunal federal, que ha condenado al silencio a don Andrés a pesar de haberse demostrado que no dijo lo que dicen que dijo, y dando total impunidad a quienes dijeron que dijo lo que no dijo. O la paciente y discreta cosecha de elementos para, si es necesario, anular comicios. O la magia talismánica que se despliega contra cualquiera que exhiba o acuse a Bertha de lo que sea, desde redes y medios alternativos, tendenciosos, sí, pero no necesariamente equivocados. Una probadita de la normativa secreta de la oposición sobre la Libertad de Expresión: amordazar. Y los medios oficiosos también tienen lo suyo. Sus manuales de redacción son rancios grimorios medievales; columnistas ejecutando rituales taumatúrgicos dignos de los caóticos dioses de H. P. Lovecraft. El rollo babeante, vacío y espumoso de Nyarlathotep, solapando un proceso que sólo puede tender a una sola cosa: repetir en México el secuestro de los poderes a favor de una elite oligárquica transnacional… como en el Perú. Porque hasta ahora todos los esfuerzos de la oposición gritona sólo están alejando a Bertha de Palacio Nacional. El conejo no cabe en la chistera. La única manera de salvarla es relevarla; imponerla es demostrar que no les interesa la Presidencia, sino mantener su feudo en el Poder Judicial y crear uno, aplastante, en el Poder Legislativo: control total sobre la administración pública sin el penoso espectáculo de un golpe de Estado. Y sólo Dios y los egrégoros saben qué clase de homúnculos cocinan estos tenebrosos archimagos en sus hornos alquímicos.

No me quejo. Es divertido este ceremonial mágico cómico musical. Las varitas de Xarry Potter G y la “innombrable”, son más versátiles que las de los magos y brujas del Colegio Hogwarts. Pero ese no es mi país, ese no es México, esa es una utopía alienígena que obliga a los electores a apostar no a elegir. Es replegarse astutamente a posiciones laterales para, una vez lejos del Poder Ejecutivo, llamarle dictadura y erigirse en “héroes” y “mártires” de la democracia. ¡Hechicería de la más alta calidad! ¿Se sorprenden de que don Andrés aliente los ánimos emecistas de Samuel García? No tiene más remedio. El autodescarte frentista dejaría a la 4T como la única opción electoral inteligible. Y eso sí se vería muy mal, aunque no lo fuera. Movimiento Ciudadano acabaría siendo la única posibilidad coherente de darle sentido a una elección democrática en la que, necesariamente, el elector debe elegir por lo menos entre dos opciones políticas serias, no chifladuras religiosas o despechos filiales. Porque en las siniestras logias frentistas, todo indica que están empeñados en desertificar, en no ser una opción electoral para la presidencia de México. Y si quieren saber más sobre los “Animales Fantásticos y dónde encontrarlos”, no necesitarán el manual del profesor Newt Scamander, ni siquiera una clase en Hogwarts. Todos los días, a cualquier hora, por cualquier medio, podemos ver y oír a estas criaturas mágicas lanzando ensalmos y hechizos. El esplendor de la criptozoología vesánica empujándonos en el borde de dos abismos: el de la lucidez y el de la locura. ¡México mágico! El ocaso de nuestros entrañables alebrijes.

NOTA MENTAL: Debo pulir mi varita potteriana. Sé que no funciona, pero por lo menos que parezca que funciona. Como algunas eventuales candidaturas de relumbrón, ni más ni menos.

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Autor: stafflostubos
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