Por José Jaime Ruiz
Mao Zedong propugnaba: “Una paz duradera resulta insoportable para los seres humanos y hay que crear maremotos de perturbación en ese estado de paz (…) Si nos fijamos en la historia, nos deleitamos en estos tiempos en el que los dramas se suceden uno detrás de otro (…) por lo cual, leer sobre ellos constituye una gran diversión. Cuando llegamos a los periodos de paz y prosperidad, nos aburrimos (…) A la naturaleza humana le gustan los cambios rápidos y repentinos”.
La “nueva inestabilidad” no se corresponde con el nuevo Nuevo León. Es una inestabilidad hechiza que resulta del conflicto entre el gobernador constitucional del estado libre y soberano de Nuevo León, Samuel Alejandro García Sepúlveda, del presidente Andrés Manuel López Obrador y, enfrente, el PRIAN de Alejandro Alito Moreno, Marko Cortés, Zeferino Chefo Salgado, Francisco Paco Cienfuegos y Adrián de la Garza.
En la transversalidad “inestable” surge el problema de la inseguridad, el enfrentamiento entre cárteles, la nunca bien atendida violencia contra las mujeres y los feminicidios. Y, sin embargo, la paz existe con saltos y sobresaltos. El problema, en contra del político y pensador chino, es que nuestros dramas no constituyen por ningún lado alguna diversión, al contrario, los ciudadanos están más que aburridos, hartos de la terca pretensión del PRIAN por la inestabilidad, la incertidumbre.
Nuevo León no va a volver a los niveles de violencia de la lucha por la plaza, los levantados, los encajuelados, el pago de piso que floreció oscuramente durante el principio del sexenio del gobernador Rodrigo Medina de la Cruz, del procurador Adrián de la Garza y del testaferro Paco Cienfuegos. La “nueva inestabilidad” es hechiza, provocada por el PRIAN por la inauguración federal y estatal del Acueducto El Cuchillo II y la posibilidad de que el gobernador opte por contender por la Presidencia de la República. Por eso los politizados bloqueos, por eso las politizadas marchas, por eso el PRIAN se nutre de la violencia de los narcos.
Por geografía, voluntad y vocación, Nuevo León vuelve a ser el polo de desarrollo económico de México y en los próximos años lo será de Latinoamérica. Chiquitos hasta la obcecación, Chefo y Paco poco entienden del bien común, del desarrollo económico con democracia y justicia social. Rodrigo Medina de la Cruz, Zeferino Salgado, Francisco Cienfuegos y Adrián de la Garza ya tuvieron su oportunidad y la echaron a perder con su corrupción e impunidad. Hay que repetirlo: el PRIAN trabaja contra los ciudadanos; el PRIAN basa su actuación en la propiedad privada de las funciones públicas.
El PRIAN, desde su enriquecimiento a través del erario, oscila entre la vagancia y la extravagancia, lo suyo es el despojo de la vida pública y del interés público: sí, trabajan contra los ciudadanos. La realidad sólida de los nuevoleoneses es que han sido embaucados por el PRIAN, perpetuarlos en el poder público es un sinsentido. El PRIAN se amamanta de la inestabilidad, por eso sus golpes que devienen en golpecitos en contra de Andrés Manuel y Samuel Alejandro.
El diseño evolutivo del PRIAN nacional y local los lleva a la extinción. Ya se derribaron sus cubiertas hipócritas y no se encuentran preparados, por eso los pataleos en su asfixia. La debacle les llegó por su inadaptación a los nuevos paradigmas de la 4T –García Sepúlveda los descifró en un santiamén, por eso su excelente relación con López Obrador y Claudia Sheinbaum.
Tanatológicos, los “prianistas” no supieron en qué momento dejaron de ser inmunes, impunes. Autocoprófagos, creyeron que la soberanía residía en ellos (la Cúpula imperial, el Panteón griego) y no en el pueblo. Y en la dramática aspersión electoral… Fuenteovejuna espera.
