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Por Francisco Tijerina Elguezabal

No perdamos nada del pasado. Sólo con el pasado se forma el porvenir. // Anatole France

Una evocación de cómo eran las ciudades de antaño, con sus calles estrechas y sus casas altas, me hizo reflexionar sobre las nuevas tendencias de ciudad que nos quieren imponer nuestras autoridades y que de plano no terminan de convencerme.

Sí, de pronto empezamos a darle prioridad a los vehículos y nos fuimos olvidando de las calles estrechas, había que movilizar y también que estacionar los autos frente a nuestras casas, por lo que ampliamos las calles y aquella sombra protectora se fue perdiendo y entonces dejó de importar el construir las casas altas, aquellas que tenían un techo y un cielo falso en el que se acumulaba el calor.

Primero el abanico, después el aire lavado y por fin llegó el clima que vino a solucionarlo todo; dejamos de hacer casas de frente estrecho y largos “chorizos” de habitaciones una tras otra y dimos paso a terrenos más amplios de frente. Se acabaron aquellas construcciones con patio central que tenían además traspatio y solar y comenzamos a construir jardines, si se podía una alberca y ya muy entrados en gastos una cancha de tenis. Antes no existían las cocheras.

Las banquetas de aquellas poblaciones eran estrechas y nadie se inconformaba; no existía esa “tendencia” convertida en abuso de “devolverles la condición humana”; aquí yo me pregunto, ¿cuándo la tuvieron, quién la decretó?

Y es que hacer banquetas más anchas es separar más el espacio entre las construcciones de un lado y otro y con ello perder la posibilidad de que se protejan mutuamente del sol y las inclemencias del tiempo.

Y no conformes con las banquetotas, ahora les ha dado por construir plazoletas en cada esquina, porque hacen unas rotondas monumentales que son una verdadera tentación para los puesteros, comerciantes ambulantes y vendedores de comida, porque cabe un food-truck completito.

¿En qué estarán pensando nuestros funcionarios públicos? ¿Es que nadie a su alrededor les abre los ojos y les muestra cómo eran las cosas antes?

Más allá del asunto de las banquetas, lo realmente preocupante es la tozudez por quitarle espacios a los vehículos sin haber antes resuelto el problema de la movilidad. No puedes empezar a contar a partir del dos porque primero está el uno, pero a nuestros noveles chamaquitos no hay quién les haga entender las cosas.

Ojalá, lo digo en serio, el día en que su terquedad y empecinamiento por hacer las cosas al revés cause un problema grave, como el que una ambulancia o un camión de bomberos no pueda llegar a prestar auxilio, no sea un familiar cercano de ellos el que necesite de la ayude, porque entonces se lamentarán de sus torpes decisiones y su emperramiento en imponerse por encima de la lógica y de los consejos de algunos viejos que simple y sencillamente les ganamos en experiencia por haber vivido más.

Y así, hagamos corredores verdes sólo de nombre, porque no podemos ponerles árboles ya que estamos en sequía y si los sembramos seguro se secan en unos meses.

Así de ilógicos son. No todo lo pasado fue mejor, pero cuando menos tuvo algo de sentido común.

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// Francisco Tijerina

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Autor: stafflostubos
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