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Por Félix Cortés Camarillo

Los viajes de retorno siempre parecen más breves que los de ida, aunque sea la misma distancia y el mismo destino: a la vuelta uno va reconociendo sitios que ya vio al menos una vez, son menos las sorpresas, las cosas desconocidas. Por eso los niños tienen una percepción totalmente opuesta a la de los mayores. Cada día es un descubrimiento para ellos, mientras nosotros ya vimos esa película. Falta tanto tiempo para la Nochebuena…

Para los viejos, el tiempo escurre entre los dedos a una velocidad aterradora: dentro de unos días será la fiesta de los muertos, luego la de Guadalupe y se acabó un año más. El tiempo no pasa: se queda.

Estamos a punto de iniciar un año que será decisivo para nuestro país; cierto, todos lo son, pero el 2024 ofrece tal vez la última oportunidad de transformar México en un país democrático, justo y moderno, deshaciéndose de las estructuras demagógicas, pueblerinas, populacheras y falaces que nos han gobernado durante decenios, encubiertas en diferentes disfraces y colores. El más cínico de todos, el actual de la llamada cuarta transformación.

Todo el discurso político de los mexicanos se ha centrado, porque así ha sido promovido con mucha antelación desde el poder ejecutivo, en la figura presidencial, ese símbolo del poder omnímodo e indiscutible de la monarquía sexenal. El hecho de que ha de ser una mujer la que represente ese papel en el astracán nativo le añade un atractivo morboso incluso para la sociedad machista en que vivimos. Tal precisamente por eso.

El gambito de dama es tal vez la jugada más usada para iniciar una partida de ajedrez desde que comenzó a usarse en el siglo XVI: consiste en abrirle camino a la dama de blancas desde la primera jugada, avanzando con el peón de su columna. La palabra italiana gambetto quiere decir en definitiva trampa y una derivada, gambetear, se usa en el futbol actual, me parece.

La realidad es que el presidente López nos está poniendo una trampa, llevándonos a pensar que lo más importante es cual mujer llevará dentro de un año la banda presidencial sobre su pecho. Sólo el presidente López tiene muy claro que lo importante es dominar la mayoría calificada del Congreso que ha de renovarse en las elecciones del próximo junio. Y él sí tiene un plan diseñado para garantizar que, desde su retiro, pueda modificar la constitución a su antojo en un maximato de antología, que ya hubiera soñado Carlos Salinas.

No hay en el electorado mexicano interés alguno en quienes serán los candidatos a diputados y senadores; ni siquiera sabemos en qué distrito electoral nos encontramos. Pero esos legisladores son los que van a dar la puntilla a lo que queda de las instituciones republicanas y liberales, particularmente en el poder judicial. Como si no fuera suficiente que dos magistrados de la Suprema Corte tendrán que dejar su puesto a nuevos jurisconsultos, un Congreso dócil a las órdenes de Lopitos hará lo necesario, no para aniquilar los fideicomisos que ahora están en la mira, sino para reducir al poder judicial haciéndolo un ente manejado por el titiritero mayor.

¡Pilas! La pieza mayor en este juego no es la presidente mujer.

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Desde luego que con cargo al presupuesto del estado, el gobernador de Nuevo León ha mandado reproducir su imagen a plana entera con el título de “Imparable” en todos los medios. La historia de su antecesor, al que metió teatralmente a la cárcel un par de horas, El Bronco, se repite. Y con falsos logros prometidos e incumplidos, Samuelito buscará la presidencia de la República. No hay quien lo pare.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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