Por José Jaime Ruiz
Quisieron rotonda o glorieta, autopista o rúa, avenida con semáforo en verde… consiguieron impasse, callejón sin salida. Francisco Cienfuegos y Zeferino Salgado bajaron del automóvil, cada cual por su propio pie y por su propia puerta. Los socios en negocios y en política bifurcaron su ruta. El priista buscó en la 4T su salida; el panista, atisbó en la lejanía a Xóchitl Gálvez. La foto, de igual forma, aparenta unidad alrededor de Gálvez.
Rodrigo Medina de la Cruz, Paco Cienfuegos y Adrián de la Garza trazaron el plan para llegar a oídos de Palacio Nacional. Trascendió que Cienfuegos se reunió con Adán Augusto López en el marco de su campaña “corcholatera” en García, Nuevo León. La tirada fue que intercediera ante el presidente Andrés Manuel López Obrador para atenuar las indagatorias en su contra por los expedientes abiertos que tienen los tres políticos tanto en la Fiscalía General de la República como en la Unidad de Inteligencia Financiera federal. Paco Cienfuegos sigue gastando millones en ese barril sin fondo de su defensa jurídica.
En el futuro cercano saldrá a la luz el fondeo que Medina, Cienfuegos y De la Garza aportaron a la campaña de Marcelo Ebrard, su Plan B porque lo de Adán Augusto López no les funcionó. El problema para los medinistas y otros grupos priistas que patrocinaron a Ebrard, es que por más lana que metieron la candidatura de Claudia Sheinbaum estaba cantada: imposible que Marcelo le arrebatara la victoria, como ahora es imposible que Xóchitl derrote a Sheinbaum.
Los delirios de Zeferino Salgado lo llevaron a pedir ayuda a los alcaldes “prianistas” para “salvaguardar” la policía del municipio de San Nicolás de los Garza. El alcalde de ese municipio, Daniel Carrillo, acató la locura de Chefo, aunque la sangre, por fortuna, no llegó al río. Política de conflicto, no de composición, Chefo escaló los diferendos públicos a acciones de interés privado, como su obsesión en contra de Mariana Rodríguez o contra la familia del X2 en funciones del gobierno estatal, Miguel Flores. Esta administración estatal no negociará con Chefo, es casi imposible.
Francisco Cienfuegos tiene todo en contra, su apellido llega a sus aparejos. Sigue gastando un dineral en abogados, nada resuelve ni con la FGR ni con la UIF. Su financiamiento a Marcelo Ebrard le cobrará facturas políticas, financieras y, si se descuida, penales. El PRIAN de Nuevo León está en la mira de Palacio Nacional. Fondear a Marcelo también pone a los medinistas en la mira de Claudia Sheinbaum y la Cuarta Transformación.
Al acceder ser un socio-empleado de Cienfuegos, Chefo Salgado agotó su juego político. Refugiarse en Daniel Carrillo y en Carlos de la Fuente, ese vocero exaltado, también lo disminuye. En los días políticos por venir, el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Arturo Salinas, no le rendirá cuentas a Chefo. También es más fácil que el encargado de la Fiscalía General, Pedro Arce, cambié de bando y deje de ser el empleado de Adrián de la Garza y de Cienfuegos.
El gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda crece internacional y nacionalmente y los personajes del PRIAN en Nuevo León cada vez se ven más pequeños. Confusos, aún no entienden el timing de la Cuarta Transformación. ¿Existe alguna encuesta que evalúe a Francisco Cienfuegos y Zeferino Salgado? Sin representatividad y sin credibilidad serán presas fáciles en 2024. No entienden aún que el PRI se está desmoronando y que el PAN inició su extinción.
Cienfuegos le hizo un llamado a Samuel Alejandro acerca de que el aparato de gobierno debe de ser usado para construir, para servir, no para amedrentar. Lo dice quien durante sexenios se ha servido, y muy bien, del erario de Nuevo León. De cara al 2024 transitar juntos, Chefo y Paco, será su error. La traición es su ley. Ahora sólo falta saber quién recogerá en su hueca mano no 30 monedas sino dos perdones: el de Palacio de Cantera y el de Palacio Nacional.