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Por Félix Cortés Camarillo

Rose

Is a rose

Is a rose

Is a rose…

Gertrude Stein, 1913

Un muerto es un muerto, es un muerto, es un muerto.

El mínimo y potente poema de la escritora judeo-norteamericana-parisina, más conocida por su mecenazgo y colección de Matisse, Cézanne, Picasso o Toulouse-Lautrec, que por sus innovadoras prosa y poesía, es bello. El juego macabro que dejo arriba como memento no lo es.

Las imágenes de los más de quinientos muertos en el hospital Al Ahli Araba al norte de Gaza a consecuencia de una explosión, pueden ser usados por el aparato de la propaganda del grupo terrorista Hamas para exponer la miseria de la guerra que mantiene en pro del exterminio de Israel. Paralelamente, el bando contrario difunde una supuesta grabación del diálogo de dos miembros de la Yihad Islámica en la que se establece que el cohete que destruyó el hospital y cambió tantas vidas era un cohete mal lanzado de los palestinos terroristas y no uno certero del ejército israelí. A eso se reduce la tragedia humana: ¿de quién es la culpa?

Resolver esa interrogante tal vez tranquilice las buenas conciencias en el Medio Oriente y los países que alojan su descendencia y complicidades por el mundo. A mí no me importa ni me tranquiliza saber de dónde provenía el cohete letal para un muerto. Quinientas veces uno. Todos los días.

Finalmente, en la voz de la secretaria de Relaciones Exteriores, apareció una congruencia intelectual y ética de México-país ante la guerra en lo que Adrián emperador romano llamó Palestina hace 20 siglos. No es una solución nueva, que Winston Churchill no previó cuando –según cuenta en sus memorias- con un vaso de whisky en la izquierda y un lápiz en la derecha dibujó el mapa del Medio Oriente: un estado de Israel y un estado de Palestina, respetuosos y respetados. 

Pero que se encarguen de ello los políticos, que ese es su deber. Hoy lo mío es un muerto.

No hay una sola guerra razonable, mucho menos justa. Ni siquiera aquellas que se libraron para obtener independencia o liberación de gobiernos irracionales o injustos. Menos aún las que se hicieron y se siguen haciendo en nombre de un dios que, si existiese, tiene que ser una entidad sanguinaria, cruel, vengativa y odiosa. Ni siquiera pensar en las que se hacen pretextando se persigue un origen étnico o una convicción religiosa diferente.

Un muerto es un muerto. Un muerto es demasiado. 

Si la degradación de la raza humana se midiera por la capacidad que tenemos de producir muertos, realmente no puedo imaginar el destino de mis nietos o de los que ellos mismos engendren. No puedo verlos mirarse cada mañana en el espejo y no sentir vergüenza por pertenecer a esta especie.

No.

Yo me niego a aceptar este mundo en el que los muertos son simples contenidos de cifras históricas e histéricas. Debo tener, sin duda, alguna culpa en la configuración de esta entelequia que me incluye y por tanto me hace cómplice por omisión o comisión. Por ceguera y mudez, desde luego.

Y sin embargo sé que debo continuar sin escuchar, ver o hablar de la rosa inexistente que se ha trocado muerte.

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): En mi purismo literario (que tengo otros) debiera molestarme que una novela de Juan Rulfo sea tomada como base para una serie de televisión pago-por-ver que aparentemente se llama La Caponera. Por principio no la veré, por eso de la paga. Espero que los hacedores de tal estropicio respeten el talento del mayor de los escritores mexicanos. Después de todo, Roberto Gavaldón ya hizo dignamente (1964) El Gallo de Oro en cine, con el trabajo notable de Ignacio López Tarso, Lucha Villa y Narciso Busquets. Desde luego, la novela de Rulfo fue hecha libreto cinematográfico por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. En mi purismo literario y amor por Rulfo, debo aplaudir que su obra la conozcan los jóvenes. Aunque sea mirando su iPhone.

‎felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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