Por Carlos Chavarría
El éxito más grande que puede tener un gobierno de cualquier país que se precie de ser democrático es su previsibilidad.
Un gobierno será previsible en primer lugar porque sus planes son elaborados a partir de un buen diagnóstico y análisis de escenarios que comparte con la sociedad entera, y sus acciones están orientadas sin sesgos ideológicos que pretendan torcer los preceptos constitucionales para sacar adelante fórmulas que no funcionan.
Un gobierno previsible y la confianza van de la mano, pues la sociedad sabe que esperar viendo hacia el futuro y a partir de ahí cada persona puede hacer planes particulares para la vida económica para real, la microeconomía.
Parafraseando a un expresidente mexicano, no hay éxito si las buenas finanzas nacionales no se convierten en buenas finanzas familiares, y esto no se puede alcanzar a base subsidios generalizados clientelares, cuyo propósito es ganar adeptos entre los más necesitados, eso sin contar las distorsiones que causan en los términos de intercambio en la economía.
Las generaciones de Latinoamericanos que nacieron desde los 1980´s no son conscientes del gran daño que ocasionaron los gobiernos que creían en teorías económicas que sostenían que el gasto público y el déficit eran la fuente más sostenible para hacer crecer a una economía y que el exceso de emisión monetaria y la deuda del sector público se resolvían solos en el largo plazo.
La llamada crisis del petróleo de los 1970´s tomo por sorpresa a los países de América Latina y todo lo quisieron arreglar con emisión y deuda, arruinándolos. El mundo entero tuvo que hacer un profundo cambio estructural en sus economías, tan profundo como eran las mentiras que le hicieron creer a sus pueblos.
Solo como ejemplo, Nixon, Carter y por supuesto Echeverría sabían la tormenta económica que se acercaba, pero continuaron con sus políticas expansivas, que ya sabemos terminaron en una crisis, que los políticos sin memoria hoy quieren hacer como que no ocurrió.
Ahora; pero con el nombre de “populismo”; países de todas las geometrías políticas vuelven a privilegiar las medias verdades y las mentiras, medias verdades en las intenciones y francas mentiras en los resultados.
Para paliar (intención) el efecto económico de la pandemia por COVID, que fue la tormenta perfecta al anular el crecimiento económico cuando aún no se recuperaba del todo la crisis de las hipotecas “Subprime” del 2007, se inundó el mundo de dólares y a nivel doméstico se elevaron el gasto publico corriente y las deudas. El resultado real fue la caída del bienestar y el crecimiento debido a la terca inflación que no cede.
Retardar los inevitables ajustes económicos para resolver la nueva crisis por deudas contraídas, todo ello en un entorno político internacional y domestico inestable, amenaza con perturbaciones violentas mayores como salida imposible para subsanar las presiones por cambios en el modelo de gobernanza global.
Durante 2024 convergerán en América elecciones presidenciales y legislativas creando una coyuntura que no puede despreciarse si hablamos de gobiernos imprevisibles, en especial para EEUU, México, y Venezuela. Por cierto, Argentina será un buen laboratorio experimental pues este domingo 22 de Octubre tendrán elecciones presidenciales bastante complejas.
En México tenemos un Presidente que muy a la vista pretende extender su influencia más allá de su periodo. Además un régimen de partidos agotado cuya narrativa parece oposición pero no tiene forma suficiente para mover el eje de su oferta electoral más allá de acabar con MORENA, pero sin saber para qué.
La población del planeta en 1980 era grosso modo de 4,400 millones, hoy superamos los 8,000 millones, con esas cifras es realista esperar que la gran masa no tenga memoria o sensibilidad a los problemas del pasado, pero es inadmisible que los políticos manipulen los datos para pretender seguir en un derrotero que ya probo su inoperancia.
“Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo». John F. Kennedy.
“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Groucho Marx,