Por Francisco Tijerina Elguezabal
De nueva cuenta me preguntan que si tengo algo personal con un político, ahora con Miguel Treviño, alcalde de San Pedro, y la respuesta es la misma que tuve para con Colosio, su homólogo de Monterrey: no, no es algo personal, simplemente que no tengo la culpa de que la mayor parte del tiempo cabeceen para el lado del madrazo.
El viernes trabajadoras que laboran en la remodelación del Centrito agredieron a la dueña de un negocio que las grababa con su celular.
El hecho, denunciado en redes sociales y medios de comunicación, fue abordado por el alcalde quien dijo que “anunció medidas para fomentar una convivencia basada en respeto”.
Además, sustentándose únicamente en la palabra de las trabajadores, la constructora o sus colaboradores, sin cuestionar a la dueña del negocio, el buen Miguel se aventó de la tercera cuerda y sin red protectora declarando “que las acciones del personal de las obras fueron una reacción equivocada ante constantes agresiones de la comerciante”.
Por principio, el primero en faltar la respeto a los ciudadanos es el propio Presidente Municipal que de golpe y porrazo, por su falta de planeación y empatía, además de un monumental valemadrismo, dejó sin ingresos por largos meses a muchos dueños de negocios del sector.
¿Cómo no estar encabronado cuando las obras tienen tanto tiempo, no avanzan y tu estás sin quinto pagando renta, servicios, sueldos? ¿No querrá el alcalde que reciban con aplausos y música a los trabajadores de las constructoras (cuando van) y que les pichen unos tacos y el refresco?
¿En qué cabeza cabe invocar al respeto cuando es la propia autoridad quien ha sido hostil e insensible con los ciudadanos?
Treviño tenía 32 mil 624 opciones de respuesta más adecuada y sin meterse en líos, pero prefirió como siempre el ataque, la falta de respeto, el autoritarismo, el “aquí mando yo”, el “yo soy la ley y me tienen que respetar” y sus poses de virrey o dueño del condado.
Miguel tiene sólo dos problemas: aptitud y actitud y no sé por qué ya no los va a resolver en lo que le queda de mandato.
