Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Siempre son los demás los que se mueren”
Marcel Duchamp
¡Que no! ¡Que ya no quiero más! ¡Que no quiero abrir el Facebook, recibir mensajes o llamadas así! ¡Que renuncio a ser el cronista de las muertes de tantos amigos y seres queridos!
Ley de vida, llegas a un punto en que los contemporáneos empiezan a fallecer uno tras otro; los familiares, amigos, conocidos, anunciando que pronto será tu turno.
Y no es que ese sea el problema, sino el dolor que embarga, la emoción de tantos recuerdos, la congoja que abruma.
Es la naturaleza, es cierto, pero no deja de doler.
En una semana Pepe mi primo, Ernesto mi amigo y ahora la querida Silvia Mirella, esa que conocí de muy joven y a la que tanto admiré.
Sé que tendré que seguir haciéndolo, pero de pronto dan ganas de renunciar a esa difícil labor. Te hartas un día de condolencias, pésames y avisos funerarios.
Disfrutemos a tope lo que nos queda de vida, hagámoslo con alegría y en paz, sabiendo que el día menos pensado nos corresponderá andar ese camino y que otros tendrán la misión de consignar en una historia que hemos dejado este mundo.
