La leyenda de Nachito es una de las más icónicas del Panteón de Belén en Guadalajara, es también una de las más vivas. Ignacio Torres Altamirano, conocido como Nachito, era un niño que tenía miedo a la oscuridad, una enfermedad conocida como nictofobia; publica MILENIO.
«La leyenda dice que el bebé tenía que dormir con las ventanas abiertas en el día, con veladoras en la noche hasta que el 24 de mayo de 1882 una tormenta apaga las velas, deja el bebé oscuras y muere un infarto», detalló Jorge Rodríguez, guía de recorridos del Panteón de Belén.
Según la leyenda, luego de haber sido enterrado, el cuerpo de Nachito amaneció varios días fuera del féretro sin ninguna explicación.
«La leyenda cuenta que los siguientes 10 días el ataúd amaneció desenterrado lo que la familia hace es mandarle hacer un ataúd de cantera, ranuraron la parte del medio de tal manera que el sol y la luna siempre tengan luz dentro del ataúd y el bebé puede estar tranquilo», detalló.
La de Nachito es la tumba más visitada
Desde entonces, la tumba de Nachito se convirtió en una de las más visitadas. A 140 años de que fue enterrado en el Panteón de Belén, casi de forma diaria la gente le lleva juguetes para que el espíritu del bebé los acompañe.
«Si alguien le trae con mucho respeto y cariño un regalo al niño sin importar el tamaño, el bebé lo va a cuidar como segundo ángel de la guarda, pero también hay una advertencia de que no te lleves nada o el bebé se podré molesto con quien haga esto», aseguró.
La gente principalmente acude a dejarle algún juguete, pero incluso algunos se han encomendado a él para que les ayude a sanar a sus pequeñitos que tienen alguna enfermedad.
«Obviamente cosas muy apegadas a un niño, en este caso carritos, pelotas, figuras de acción, que es lo que más les gustan. Hay personas que en ocasiones se identifican con el niño porque tiene bebés pequeños que están enfermitos y vienen a pedirle que los ayude, aunque como tal no es una función de intermediario de Santo, pero muchas personas de repente le dan también ese toque espiritual», puntualizó.
Como es de suponerse, la tumba se llena de juguetes y aquellos que se conservan en buen estado luego de haber estado expuestos al sol y la tierra, son llevados a los niños del Hospital Civil, aunque para esto los trabajadores le piden permiso a Nachito antes de tomarlos de su tumba.
La gente también acude a encenderle veladoras, para que lo iluminen durante la oscuridad de la noche.
Imagen portada: Dalia Rojas | MILENIO