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Por José Jaime Ruiz

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En la carrera por la candidatura de Movimiento Ciudadano a la Presidencia de la República, Marcelo Ebrard Casaubón tiene más negativos que positivos; en contrario, Samuel Alejandro García Sepúlveda tiene más positivos que negativos. En síntesis, Marcelo viene de perder y el “derrotismo” es su sustancia; Samuel viene de ganar y el triunfalismo, su esencia. Esa contradicción es la que tiene que resolver el partido de Dante Delgado Rannauro.

Con cualquiera de los dos candidatos la representante del Frente Amplio, Xóchitl Gálvez, en una elección a tercios quedaría en último lugar y eso prefiguraría la extinción del PRIAN como representante electoral del antiguo régimen y la pérdida de registro del Revolucionario Institucional. El planteamiento de declinar por el resultado de las encuestas del próximo año es políticamente inviable porque Xóchitl no puede optar por Samuel cuando el argumento de Samuel es precisamente sacar a patadas al PRIAN de la vida pública de México y si, en su caso, Marcelo acepta esta declinación oficiará como director musical de la orquesta del Titanic.

En los próximos días sabremos si Ebrard acaba siendo el asno de Jean Buridan que murió de inanición al verse atraído por dos montones de paja situados en extremos, obvio, opuestos, con las variantes de la aporía inicial ya que al condenar a priori el proceso interno de Morena abortó la posibilidad de dirigir el Senado en el cambio con continuidad de la 4T y, si pierde la nominación de MC, sumará otra cancelación de sus oportunidades en el 2024 porque tampoco quiso la vía independiente. Marcelo se inventó su aporía, su impasse, su callejón sin salida.

El gran negativo de Marcelo reside en ser un tránsfuga de la 4T porque su ingenuidad o terquedad política lo lleva a pretender estar a güevo en la boleta presidencial. Sus seguidores, sin embargo, son optimistas porque aseguran que arrancar en tercera posición le da un gran margen de crecimiento para desplazar a Xóchitl Gálvez y competirle, aunque no gane, a Claudia Sheinbaum, lo que le aseguraría, por un efecto arrastre, una buena cantidad de legisladores para MC dada su empatía con la clase empresarial y las clases medias aspiracionistas para reventar, en una especie de venganza política, el Plan C de López Obrador.

El problema de Marcelo Ebrard es de lealtades. Dante no puede confiar en Marcelo y propiciar que durante la campaña Ebrard le arrebate el pesebre. Ebrard cuando no gana, trata de arrebatar, lo cual ya sucedió en Morena. Otro negativo son sus oscuras relaciones con el PRIAN de Nuevo León. A Marcelo lo patrocinaron, le metieron lana a su campaña, sobre todo, los priistas. El ex gobernador Rodrigo Medina de la Cruz, Francisco Cienfuegos (ex candidato a la alcaldía de Monterrey) y Adrián de la Garza (ex candidato a la gubernatura de Nuevo León) fueron piezas claves para apuntalar a Ebrard, junto con otros ex gobernadores priistas (todos aliados de Alejandro Moreno). Desde su campaña para las encuestas, Marcelo Ebrard con esos apoyos traicionó a la Cuarta Transformación, ¿quién puede decir que no hará lo mismo con Dante Delgado y Movimiento Ciudadano?

Si MC quiere ser realmente competitivo necesita optar por Samuel García. El gobernador de Nuevo León, al contrario de Marcelo, es un tipo joven, combativo, que comunica bien, aunque a veces se excede. García Sepúlveda le daría frescura a una competencia que no es competencia: Xóchitl es un fiasco y Sheinbaum va en caballo de hacienda a la Presidencia de la República.

El objetivo es extinguir el antiguo sistema político mexicano, la partidocracia del PRIAN, ese Titanic político-electoral. Siguiendo la teoría de las transiciones, de lo que se trata no es de un cambio en el régimen sino un cambio de régimen… Y en el futuro una alianza de MC con el Plan C nunca puede descartarse.

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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