Por Francisco Tijerina Elguezabal
Con admiración, respeto y agradecimiento
al Arq. Héctor Benavides, por su amistad.
Ha partido el hombre, pero deja aquí su leyenda y ejemplo, su dilatada carrera plagada de éxitos, su vida ejemplar, su lucha por salir adelante y sobreponerse a cualquier obstáculo.
Tuve la fortuna de cruzar el camino del Arqui Héctor Benavides y sin que pueda presumir de una amistad como tal, puedo decir que tuvimos una relación cordial y afectuosa, de conocernos y reconocernos, de manera que cuando nos encontrábamos los dos sonreíamos con gusto para fundirnos en un abrazo sincero.
Le vi siendo un crío en “El Clan del Martillito” y después, en 1969, acudí al estudio de Cinelandia en el Condominio del Norte en donde al Arqui le llamó la atención un dibujo que llevaba en forma de story board a lápiz y en papel cuadriculado, sobre la llegada del hombre a la luna; de entre el público me tomó de la mano y me pasó frente a las cámaras para entrevistarme y mostrar mi dibujo.
Ocho años después, cuando llegué a la redacción de El Diario de Monterrey, comencé a frecuentar el Canal 12 y ahí fue que ya nos conocimos. Me llamaba la atención no sólo el hombre noticia, sino su dinamismo y esa humildad que siempre le caracterizó… era sorprendente ver la manera en que si hacía falta un camarógrafo en el estudio se lanzaba desde su oficina y tomaba la cámara o bien se instalaba en el switcher para dirigir cámaras.
Trabajando para la Universidad Autónoma de Coahuila tuve la oportunidad de entrevistarlo para una serie de programas especiales que hicimos sobre periodismo y me atendió como siempre. Igual lo saludamos cuando tenía su programa de radio hablada en XEAW-AM.
Siendo Director de Prensa del Gobierno del Estado tuvimos relación y él mantuvo su línea de crítica y cuestionamientos, sin embargo nunca fue injusto y al final, ya fuera del aire, te guiñaba un ojo y sonreía.
Coincidíamos en eventos o en restaurantes. Lo recuerdo por las noches en La Cabaña, tomando una cerveza (cuando todavía lo hacía) y leyendo o en una mesa de Las Pampas, comiendo, siempre atento.
Me quedo con la que fue nuestra última charla, cuando hace poco más de un año le proponía hacer un documental biográfico y testimonial sobre su vida. Con la elegancia de siempre El Arqui me agradeció el gesto pero declinó, pues dijo que ese mismo plan ya existía en Multimedios y se lo harían en su empresa. Me quedé con las ganas y el plan detallado de aquel proyecto.
Hoy El Arqui ya no está más entre nosotros, pero nos deja grandes recuerdos y enormes enseñanzas de un ser humano que vivió y vibró con la noticia, que hizo suya la mística de don Jesús Dionisio González se servir a la comunidad y que formó y forjó a cientos de profesionales que le estarán eternamente agradecidos.
De mi parte, mil gracias Héctor, por todo. Descanse en paz.