Por Félix Cortés Camarillo
Los años finales del siglo quince marcan el cataclismo característico del final de una era. Gutemberg y Colón son tal vez los protagonistas del sepelio de la Edad Media y la emergencia de lo que hoy llamamos Renacimiento. Sin embargo, además de la introducción de la imprenta y el descubrimiento de América corren paralelos otros fenómenos que, en esencia, constituyen la raíz de lo que hoy llamamos globalización: el descubrimiento de los otros mundos. Europa no era ya el único mundo posible.
Uno de esos factores tremebundos fue la llamada ruta de la seda, el primer gran sendero universal. Había existido desde su forma original desde el siglo dos, pero evolucionó a tal grado que trece siglos después el imperio otomano le puso fin. Pero ya había tenido su consecuencia fundamental. No se trataba simplemente de caminos que llevaran a Europa las especias, porcelanas y sedas de Oriente a Occidente y el intercambio de jades, piedras, vidrio y otras mercancías el sentido opuesto. Se trató de un intercambio cultural.
La gastronomía fue transformada al igual que el comercio; las religiones empezaron a expandirse y el conocimiento se transformó.
La nueva China posterior a Mao, en los últimos cuarenta años está empeñada en reconstruir la ruta de la seda. La nueva ruta de la seda.
Será hasta el lunes próximo, si acaso, cuando los mexicanos nos enteremos de lo que conversó el presidente López con el presidente Chino Yi Ping en San Francisco. Es de tomar muy en cuenta de que un presidente pueblerino que ha considerado que la mejor política exterior es la política interna haya tenido su primer gran encuentro de gran calibre internacional, excepto de la inevitable relación con los Estados Unidos, con el líder de la segunda gran potencia del mundo.
Y es muy explicable que Yi Ping haya aceptado este encuentro bilateral con México. A China le interesa la nueva ruta de la seda y en sus caminos para invadir con sus productos al principal mercado, que casualmente es nuestro vecino y socio principal, México es una escala inevitable.
En el centro de la mesa hay, entre otras cosas, una droga letal. El presidente Biden pasó más de cuatro horas conversando el miércoles con Yi Ping y uno de los temas centrales fue el fentanilo que está matando a miles de norteamericanos y cuyas raíces químicas –y comerciales- están en China. Las conversaciones de Lopitos con el chino tendrán que abordar el asunto, porque al presidente López le urge quitarse de encima el sambenito de que en México se procesa y maquila la droga letal que va a parar a las calles de los Estados Unidos.
China tiene otros intereses: necesita penetrar a México con su producción para exportar desde aquí sus manufacturas mejoradas al mercado norteamericano. Y si se puede, más allá.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): La primera terna presidencial para que el Senado escoja a la sustituta del ministro Zaldívar Lelo de Larrea es una muesa de cinismo y desfachatez. La hermana de la secretaria de Gobernación, la hermana del gobernador de la capital del país y la abogada del presidente; no pudo haber encontrado candidatas más cercanas y dóciles el presidente López. Sabe que su terna será rechazada; enviará la segunda que podría correr el mismo destino. La ley –que ahora sí aceptará que es la ley- le dará el privilegio de nombrar magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a quien se le dé la gana. Y la separación de poderes sufrirá otra herida.
