Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Los resultados de los cambios políticos rara vez son
aquellos que sus amigos esperan o que sus enemigos temen.
Thomas Henry Huxley
Algo debe estar pasando en el mundo y muy especialmente en nuestra tierra cuando varios políticos que han sido exitosos en sus campañas y que han triunfado en sus respectivas elecciones, terminan de pronto con una percepción inversa a la que los llevó al poder.
Gobernar desgasta, es cierto, sobre todo cuando no se tienen todas las respuestas a todos los problemas y cuando la acción gubernamental no impulsa por lo menos una obra insignia que marque el paso de un gobernante en su gestión.
Ejemplos del desencanto los tenemos por montones, pero sobre todo en los últimos tiempos cuando la popularidad ha sido el factor determinante en las preferencias electorales y ha marcado el rumbo de los comicios.
Así, Jaime Rodríguez Calderón llegó a la gubernatura respaldado con un inmenso apoyo ciudadano, mismo que fue perdiendo durante su administración.
Igual le está ocurriendo en la actualidad a Samuel García y los alcaldes Luis Donaldo Colosio y Miguel Treviño, que de ser una sensación en sus campañas están viendo cómo su estrella va en declive y comienzan a perder el arrastre que tuvieron el inicio de sus gestiones.
Samuel tendrá un re-spin con su campaña presidencial, pero difícilmente cambiará la percepción de muchos desencantados en Nuevo León.
En los cuatro casos hay un elemento que los hace coincidir, el apoyo de algunos medios de comunicación que de una forma u otra han impulsado sus carreras, han sido benévolos en la crítica y han mantenido su apuesta por mucho tiempo esperando que cambien las cosas a pesar de muchísimas evidencias en contra.
En su momento El Bronco disfrutó de las mieles de ese apoyo y aunque él creía que su fuerza radicaba en las redes sociales, el darse el lujo de menospreciar a los medios tradicionales, especialmente a la TV, le costó un alto precio y después vino la debacle al dejar de ser “tolerado” por el empresariado que en su momento lo ayudó y por ciertos medios de comunicación que se convirtieron, de la nada, en sus principales críticos.
Samuel llegó también con la fuerza de las redes sociales y el apoyo de un medio -El Norte- con el que se congració al ser el único asistente a un debate entre candidatos, ese hecho catapultó su campaña y le hizo ganar la elección. Con el paso del tiempo el apoyo al gobernador con licencia ha ido a menos y las críticas y cuestionamientos son cada vez más constantes.
Con Colosio ocurrió algo similar. Después de contar con el beneplácito de la gran mayoría de los medios, a poco más de dos años de gobierno la falta de resultados tangibles le empieza a pasar factura y cada vez es más frecuente el observar que la cantidad y el tono de las críticas a su gestión son más que evidentes. Sin resultados no hay cariño, su lejanía y su empecinamiento en colapsar la ciudad con los corredores verdes y rotondas inútiles lo han convertido en el blanco de todos los señalamientos.
Pero el caso más evidente es el de Miguel Treviño. Ex exempleado de El Norte que llegó a la Comisión Nacional de Seguridad como “especialista” y que consiguió ganar la alcaldía de San Pedro, ha comenzado a enterarse de lo que es vivir sin la ayuda de ese medio; del resto nunca lo tuvo porque siempre pensó que no los requería, de manera que simplemente lo han dejado pasar haciéndole un silencio sepulcral. Sin sus padrinos, Miguel pasará como una estrella fugaz, pocos los recordarán y quienes lo hagan será para expresar petes por sus pobres resultados.