Por Félix Cortés Camarillo
Mientras tiene cuerda
El trenecito va muy bien…
Cri-Cri: la Maquinita
Los trenes de pasajeros, señor presidente López, pueden ser aniquilados por decreto o corruptela como lo hizo Ernesto Zedillo cuando pudo y quiso. En el sentido inverso, esta vía no funciona. No puede usted por un decreto, tener el quince de enero próximo a la empresa norteamericana (USA y Canadá) con la chequera en blanco para restaurar el servicio ferroviario de pasajeros, tan necesario que es, y benéfico para México será. Mucho menos le ayudará a su demagógica decisión amenazar con darle la concesión al ejército y la armada para subirse al tren. Ya no le queda a usted dinero, presidente López. Y no se trata de que las vías que puso Porfirio Díaz sean buenas para la carga pero no para el pasaje de personas, eso es una estupidez.
México necesita volver a edificar Ferrocarriles Nacionales de México, no hay duda. Lo mismo para la carga que para el pasaje. Pero eso cuesta, como dicen en mi pueblo, un huevo y la mitad del otro. Todo México estará de acuerdo con la intención, especialmente si –como usted repite- “se puede electrificar” el servicio. Desde luego que eso será óptimo. Lo verán si acaso, nuestros nietos, los suyos y los míos. Cuando la obsesión de su administración por las energías fósiles haya pasado al Archivo de la Nación, tengamos energía limpia, abundante y barata y usted se encuentre descansando en su rancho tan mentado.
Porque el transporte de personas por ferrocarril no es nada más asunto de “enchílame otra” o firmar un decreto, que es a lo que los presidentes de México son tan afectos. No se necesita ser un gran físico para entender, en términos de kilo/kilómetro, que transportar una persona cuesta muchísimas veces más que llevar cien kilos de carbón de un lado a otro. Y por eso se tienen que hacer estudios de mercado, calcular costos de servicio, la relación costo/beneficio y el necesario subsidio del estado, como ocurre en toda Europa con su magnífico sistema ferroviario de pasajeros. Fuera de eso, su decisión es una paparruchada. Aunque me encantaría volver a hacer la ruta del Regiomontano de la Ciudad de México a Monterrey, con gabinete de literas, vagón mirador al final y comedor de cena y desayuno.
Como gesto demagógico es genial. Usted ha tenido muchos de esos. Pero la realidad es una señora terca que se empeña en tener razón.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Siempre he dicho que las reuniones de mandatarios de alto nivel no sirven para nada si no corren en paralelo con los encuentros calladitos de sus subalternos para hacer los acuerdos que luego los jefes presumen. O no. Aparentemente los presidentes de China y Estados Unidos encontraron algún punto de coincidencia en San Francisco la semana pasada.
Yi Ping, el mandatario chino, se ha convertido de pronto en factor importante para que Hamas libere a cierto número de rehenes u el ejército de Israel reduzca la brutalidad de sus bombardeos en Gaza. Lo que sigue solamente ratifica la creencia generalizada de que iniciar una guerra es muy sencillo: terminarla cuesta mucho trabajo. Yi Ping está a pounto de lograr que los radicales de Hamas y Netanyaju cedan un poco en favor de un poquito de humanidad y aligeren su beligerancia.