Por Félix Cortés Camarillo
Al elegir a Javier Milei como presidente de la Argentina, los votantes no solamente dieron pie a que Lopitos los llamara ignorantes (no como los mexicanos, que sí sabemos votar) que se metieron un autogol. También pusieron de cabeza a las casas encuestadoras que lo daban por derrotado y a los analistas que lo tildaban de loco.
Yo no digo que no lo sea. Lo que pasa es que primero agarras una trucha enjabonada que poder clasificar a este demagogo en alguna de las casillas predeterminadas. Vamos, él mismo no sabe dónde ponerse, y se inventó la categoría de anarcocapitalista. De la misma manera que al referirse a su paisano el Papa Pancho le llamó el representante del Maligno en la Tierra.
Xóchitl Gálvez, nuestra errática esperanza perdida, supongo que solamente por joder fue de las primeras en felicitar a Milei por su triunfo por once puntos porcentuales frente al neoperonista Sergio Mass. Por cierto, debe mencionarse la presteza con la que Mass reconoció su derrota sin hacerla de pez. Con la misma rapidez. Pero eso sí con todo respeto, acusó el presidente López de pifia al cuadro argentino.
Lo único cierto es que nadie ha podido descifrar el Código Milei. O Baile, Milei, diría Resortes con Silvia Derbez
No es difícil explicar el triunfo electoral de este señor al que llaman El León, por su peinado, o El Loco, por su conducta. La economía argentina está tan mal, que aparentemente ya no puede empeorar: cualquier discurso que prometiera algo distinto tendría que obtener al menos el beneficio de la duda de una votación de más el 70% del padrón, en un país en que votar no es solamente un derecho sino una obligación para los que tienen entre 18 y 70 y no pueden justificar su abstención.
Milei no propuso algo distinto: lo más espectacular es sepultar el peso argentino y hacer del dólar de los Estados Unidos la moneda oficial del país. Ente 1991 y 2001 se hizo un ensayo de esta demagogia: se puso el peso argentino a la par del dólar. Ya sabemos los resultados. Ahora, hay varios países que tienen el dólar como su moneda oficial, aparte de la colonia que se llama Puerto Rico. El Sucre como moneda nacional desapareció en el Ecuador hace 23 años; en Panamá y El Salvador el dólar es también el circulante casi único al lado de los simbólicos Balboas y Colones respectivamente.
Pero lo que molesta a Lopitos, y a su vocera por el momento Claudia Scheinbaum, es la propuesta del argentino de privatizar todo lo privatizable, desaparecer el Banco Central y reducir la presencia del gobierno en toda la economía nacional. Y lo primero que –dice- va a privatizar Milei es la empresa YPF y la televisora del Estado. Y meterle sierra eléctrica al gobierno.
Y eso no gusta al Cuatrote. YPF quiere decir Yacimientos Petrolíferos Fiscales, un PEMEX, Ché; la radiodifusión del estado la conocemos muy bien aquí como instrumento incontrolable de propaganda. Por ahí comienza el código Milei
¡“Magínense” podría afirmar Lopitos desde Palacio Nacional, que en México pusieran a PEMEX y al aparato de propaganda en manos privadas!
Puede que resultaran rentables.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): En la particular contabilidad del presidente López ya habrá sumado dos visitas más al destruido Acapulco, en donde el presidente no ha puesto un solo pie. Ayer condujo su perorata mañanera desde la base naval de Icacos, al inicio de Playa Guitarrón; luego, ahí mismo, encabezó los festejos del Día de la Armada de México, esos “ángeles de la guarda” por denominación presidencial, que todos los mexicanos tenemos. ¿Asomarse a ver a los damnificados? Para nada: podría infiltrarse una docena de acarreados de la oposición para faltarle el respeto a una institución presidencial que yo no recuerdo más devaluada.