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Por José Francisco Villarreal

Yo no sé si hacerle caso a Mateo o a Lucas, evangelistas ambos. Mateo me deja dudas sobre si el casto matrimonio de José y María vivía ya en Belén cuando el emperador Cayo Octavio César Augusto ordenó un censo general en los dominios romanos. Pero si le creemos a Lucas, el matrimonio vivía en Nazaret y como José era nativo de Belén, tuvo que ir ahí con todo y María en estado interesante. Regla rara de los censos romanos eso de acarrear a los nativos, aunque conociendo el pragmatismo romano, debía tener mucho sentido. Si le creemos a Mateo, lo que no tendría mucho sentido es la peregrinación en el propio Belén en busca de una cueva y un pesebre. Así que, como buenos mexicanos, pasaremos de largo a Mateo en este tema; si los jueces y ministros mexicanos lo hacen con las leyes, con más razón lo podemos hacer con los Evangelios. Confiemos en Lucas, que nos da pretextos divinos para desencadenar ese maremoto alcohólico de las posadas y ponernos a enfriar las cheves, escoger piñatas, adulterar los pomos finos, encargar/embarrar los tamales y, en el caso del gremio periodístico local, agendar las posadas oficiales para medios eligiendo en donde repartan más comida, tengan “barra libre” y mejores y “accesibles” rifas… La legendaria “Caravana del Hambre”. Como apunte rápido, en toda mi vida en medios, yo asistí a dos posadas oficiales. Una, por orden de mi jefe inmediato, en donde estuve no más de una hora y no participé en la “rifa”; la otra, por cortesía a la jefa de prensa de un partido (PRI), que organizaba la reunión, una querida amiga… y no, no me saqué nada en la rifa y sólo tomé un café.

En Nuevo León los preparativos para posadas ya habían empezado. El presidente del Congreso estatal, el prianista Mauro Guerra, ya se había propuesto buscar algunas cuevas con pesebre para peregrinar con todo y curules y poner a su niño dios, y que llegaran a adorarlo los tres reyes magos de las dirigencias nacionales afines. Seguro Mauro andaba con el pendiente de que el rey “Herodes” García les mandara una caterva de centuriones para arruinarles el parto, o algo así. La forma como se desarrolló este sainete prenavideño no tenía remedio. Inició con un golpe de estado que prefiguraba las intenciones de los legisladores: meter una cuña partidista en la administración estatal. Conjurado el primer intento, no había negociaciones posibles. El interés nacional por descarrilar la candidatura de Samuel García nunca dejó ni deja de pesar. La esgrima jurídica en juzgados y tribunales siguió dejando de lado lo más elemental de la responsabilidad tanto del bloque prianista del congreso como del gobierno estatal. Con todas sus fallas y rezagos, Movimiento Ciudadano se ganó el derecho y la obligación de gobernar a Nuevo León; el PRI y el PAN no. Los diputados debieron escoger un interinato afín a la voluntad de los electores; y el gobierno estatal debía aceptar la decisión del Congreso siempre que se ajustara a ese requisito inexcusable. Y, pues nada más no. Pero eso de un motín en el pesebre, como que is too much!

Soy bastante incrédulo de lo que consignan los medios de comunicación, me da repelús abundar en el origen y el objetivo del desaguisado de este miércoles durante la sesión del Congreso.

Y con desaguisado me refiero a la irrupción de grupos ajenos al recinto, no a la elección del gobernador interino que recuerdo mucho por el caso de Debanhi Escobar, y no sé por qué su nombre me remite a Adrián de la Garza (PRI)…, ha de ser por los corticoesteroides que tomo (por prescripción no por adicción) y que me desordenan la hemeroteca mental.

La entrada de un contingente de pastorcillos irredentos insultando a los diputados no sirvió a quien parecía apoyar sino que justificó las paranoias de los legisladores prianistas. Un acto aparatoso e inútil que inviste de un relativo heroísmo a las acciones legislativas de esa noche. Por otra parte, la violación del sacro recinto de la democracia no es un acto insólito, ha tenido y tiene personajes cuya presencia profanaría hasta el Sanctasanctórum del Templo de Salomón. Cosa de revisar la historia del viejo Nuevo León y la cotidianidad del nuevo. Si el propio gobernador García había advertido ya que una resolución judicial invalidaba la selección (que no elección) de un interinato esa noche, no entiendo la razón de la invasión de hordas, aparentemente emecistas, que por lo visto ni intentaban disolver la sesión ni impedir la votación. O sea, mucho escándalo de oquis.

La sesión no se “reventó”. La “manifestación” sólo le puso un toque dramático un poco exagerado. Tan fue un petardo sospechosamente mal cebado, que de nuevo el Congreso estatal ha tomado protesta a un gobernador interino, aclamado in situ como la vez pasada. Gobernador en ciernes porque no aplicaría sino hasta el 2 de diciembre. Ahora tendremos que aguantar el incordio de las declaraciones de las partes, los comentarios lucientes de conductores de noticias y la retahíla de pros y contras de opinadores, y además, el seguimiento a los procesos judiciales. Laberintos todos en donde no rige la cordura y sí campea el cinismo. Cordura que tampoco adorna a nuestro corpus legislativo, o hubieran entendido desde un principio que su selección de un gobernador interino no debe condescender con una precampaña electoral nacional completamente absurda ni complacer a los deseos del gobernador, sino obedecer a la voluntad de los electores nuevoleoneses expresada en junio de 2021. No deja de ser curioso que un juez laboral tenga más claro cuál es la soberanía que elige, y que no elige a una persona sino a un proyecto. ¡En fin! Que sea lo que Dios quiera, ¡pero que quiera pronto! Hay pocos días y muchas posadas que organizar. Aunque, pasada la posada, todo indica que seguirán las pastorelas. No niega nuestro recinto legislativo su vocación teatral.

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// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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