Un mundo dominado por las máquinas se abre y el caos se desata, eso es lo que se plantea ante el vertiginoso desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), una combinación de algoritmos super potentes de los que todos hablan pero pocos entienden; publica MILENIO.
Con el avance y perfeccionamiento de esta herramienta se ha planteado una pregunta que la ciencia ficción ha respondido de manera alarmista, pero que los científicos debaten ¿hay que temerle a la IA?
La IA ‘aspira’ a emular la inteligencia humana: su funcionamiento se basa en la forma en que operan las redes neuronales del cerebro, mismas que se conectan para dar respuesta ante un estímulo o problemas de manera inmediata, de ahí que algunas personas teman ser reemplazadas por máquinas.
Y es verdad, la posibilidad es latente, especialmente en los trabajos rutinarios, según explican el físico teórico, Miguel Alcubierre y el informático Carlos Coello desde la FIL Guadalajara 2023.
“Hay trabajos que van a desaparecer, porque se harán de manera más rápida y eficiente con estas herramientas”, señala el físico teórico.
Por su parte, el experto en computación señala que «es obvio que la IA se puede usar para causar daño» : ya sea creando un virus indestructible o “cosas de biotecnología muy sofisticada”. Sin embargo, esto no tiene que ver con la tecnología per se sino con quienes les dan uso.
“Muchas de estas tecnologías tienen el potencial de causar daño, es innegable, pero ahí es en donde entran los aspectos éticos y las regulaciones”, explica el ingeniero en entrevista.
En este sentido, si bien ambos entrevistados consideran que la IA se puede ver como una amenaza pues “todo cambio siempre implica temor”, también ven nuevas posibilidades.
Una de ellas es llevar el pensamiento a otros puertos, pues exige a las personas mayor capacidad creativa. En este punto de la historia, el cambio es innegable y “lo único que queda es adaptarse e integrar la enseñanza del uso de estas nuevas tecnologías”, asegura Coello.
Actualmente la IA permite, entre muchas cosas, acelerar procesos que podrían tomar décadas, como buscar respuestas sobre el universo dentro de bases de datos inmensas.
“Lo que nos permiten es clasificar cosas que resultan muy complicadas y en ese sentido a lo mejor encontrar patrones que no hemos visto nosotros y manejar cantidades gigantescas de datos. Estamos usando sistemas de inteligencia artificial para manejar observaciones del universo. Tenemos teras y teras y terabytes de datos que es imposible que un ser humano pueda estudiar. La inteligencia artificial nos permite tomar todos esos datos y buscar patrones que a una persona le costaría años, décadas si no es que siglos analizar”, reflexiona Alcubierre.
Pese a la labor titánica que implica este análisis de datos, al final, será una persona la que tendrá que interpretar y dar sentido a la información que arroje la IA, replantear y dar sentido coherente a lo encontrado. Hasta ahora los algoritmos no pueden imaginar modelos de materia oscura, o plantear teorías sobre el origen del universo, por poner un ejemplo.
Esto mismo ocurre con los textos o la producción de imágenes o música que una IA puede ‘crear’, pues lo que arroja es una especie de collage de todo lo que los humanos han producido y se encuentra asentado en bases de datos a las que tiene acceso.
Es ahí en donde, tanto el físico como el informático hacen hincapié: las computadoras no poseen conciencia, no pueden evolucionar, ni tener cambios como los seres biológicos, cualquier avance que se tenga es producto del humano que está diseñando los algoritmos o dando las instrucciones para crear.
Los retos ante el avance de la tecnología
La IA ha comenzado a ser utilizada de distintas maneras, que van desde terminar algunas tareas más rápido, hasta crear audios apócrifos durante procesos electorales. Basta recordar que en marzo de 2023 se viralizó una foto del Papa Francisco vestido con un abrigo blanco similar al que usan los raperos, medios retomaron la imagen dando por sentada que era real, sin embargo, poco después se confirmó que había sido creada con la IA.
Ante este panorama, diversos países han comenzado a pensar y proponer marcos legales para regular el uso de la inteligencia artificial. Al respecto, tanto Alcubierre como Coello concuerdan en que esta labor requiere del trabajo conjunto de expertos en la materia, abogados e instituciones del poder legislativo.
“No es un asunto solamente legal, tiene que haber gente que sepa de la IA para que entiendan cómo deben redactar las leyes para que no inhiban el desarrollo de nuevas tecnologías”, aclara Coello.
En tanto, actualmente, uno de los dilemas éticos más marcados es el de la invasión a la privacidad ¿Por qué? los expertos explican que mucha gente no es consciente de que en algunos casos, para tener acceso a grandes bases de datos, los encargados de desarrollar la IA tienen que ‘sacrificar’ la privacidad.
“Al usarlo como herramienta de uso cotidiano se requiere información que no sale de la nada, se obtiene de nosotros, de nuestros celulares, de nuestro navegadores, entonces ese es un dilema ético ¿hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar esa privacidad en pos de que la IA nos haga la vida más fácil?”, concluye el informático.
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