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Por Francisco Tijerina Elguezabal

Como los políticos nunca creen lo que dicen, se sorprenden cuando alguien sí lo cree. // Charles de Gaulle

Fue tan abrupto y sorprendente el baño de agua fría que nos recetaron la madrugada del sábado con el anuncio de la renuncia de Samuel García a la candidatura y su pretendida reincorporación a la gubernatura en medio de la atención a medios de comunicación del Gobernador Interino, que todos, todos, se quedaron callados.

Fue tan severo el mandarriazo en plena testa que los opinadores de siempre, esos que a todas van, permanecen aún mudos. Es más, hasta los políticos y funcionarios se hicieron “de la boca chiquita” y se escondieron a piedra y lodo, dejaron de contestar el teléfono y no corrieron a buscar a los periodistas para que les publicaran “su opinión”.

El cambio de señal de Samuel los dejó patidifusos y debo decir que a mí también, porque no me esperaba esa jugada. A partir de ahí empezó de nueva cuenta el circo de las interpretaciones y arrancó un nuevo capítulo de esta novela que parece interminable.

Digan lo que digan, unos y otros, a esta historia aún le quedan páginas por escribir y falta ver quién será el actor de la trama que sostenga la pluma que escriba el punto final del sarao, ese que todos anhelamos, porque de verdad ya estamos cansados de tanto pleito y lo que queremos es tener nuestras fiestas en paz… la de ellos, que la pasen como quieran, pero que ya se pongan a jalar.

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// Francisco Tijerina

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Autor: stafflostubos
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