Por Francisco Tijerina Elguezabal
En una manda vide
y en otra no vide nada.
// Yomero
Duele decirlo, es triste aceptarlo, pero la verdad es que pensando en las elecciones locales del 2024 la caballada local está demasiado flaca, escuálida, insípida, de bostezo. No hay a quién irle por ninguna parte.
No es un asunto de un solo partido, todos están igual, lo que se aprecia en el escenario no termina de llenar el ojo, son vanos, superfluos, sin contenido, sin propuestas, carentes de personalidad y sobre todo de carisma.
Por eso es que fenómenos como “El Pato” Zambrano, con sus enlaces en vivo y denuncias ciudadanas puede subsistir, porque el resto está dormido, en Babilonia.
En comicios pasados para estas alturas ya están bastante claros y definidos quiénes eran los gallos para la contienda, hoy no es así.
Y a la falta de candidatos fuertes súmele el asunto de la paridad de género y que no importa si hay alguien que pueda medio destacar, porque aquí a fuerza va un hombre o una mujer y el currículum y las propuestas de poco importa.
Llaman la atención algunas candidaturas, como la de Morena al Senado, en la que hay como tres mil aspirantes. ¿Tan segura ven la elección por el simple partido que todos la quieren?
De ahí en fuera es una rebatinga y todo indica que sin importar las marcas, las campañas y sobre todo los candidatos terminarán definiendo el rumbo de alcaldías y diputaciones.
Lo anterior nos lleva a pensar si podrán los equipos creativos ser capaces de generar conceptos atractivos para el electorado. En una época en donde las redes sociales juegan un papel determinante, ¿podrán aguantar el ritmo de la contienda? ¿Tendrán la capacidad de administrar la información para no ser presas de la coyuntura? ¿Quiénes podrán marcar la agenda?
Todo ello implica un trabajo previo importante y serio. Una labor de investigación importante y una planeación estratégica para poder ganar. Se acabaron los tiempos de las ocurrencias y el “ahí se va”, pero entre más veo y escucho a los “consultores” más me convenzo de que siguen en lo mismo de siempre.
En el 2024 no habrá terrenos marcados por el color de un partido y pueden darse muchas sorpresas. La evaluación ya no será sólo de un político en funciones, sino del partido en su conjunto y tendrán relevancia sus candidatos, desde los presidenciales hasta los pequeñitos, cualquier escándalo puede generar el ruido suficiente como para incidir en otras campañas.
La caballada está muy flaca y eso provocará una prueba de fuego para los equipos de campaña.
Veremos y diremos.