Por Carlos Chavarría
Una vez que se introduce alguna falsedad en cualquier argumentación ya se puede decir lo que se desee. Al fin la verdad ya fue violentada y se responde con cualquier lugar común al discurso de lo idealizado.
Asesinaron a 5 muchachos en Celaya y sin pensarlo dos veces se lanzó desde la Mañanera la solución sofista: es el amor. Claro que el amor, como lugar común lo resuelve todo, pero el asesinato ocurrido en cuestión, no se resolverá nunca con amor. La violencia en todas sus formas que ya está sucediendo y que además está adquiriendo perfiles de guerra civil, como fue el caso del enfrentamiento entre comerciantes pobladores del Estado de México, y el estado alterno en algunas zonas que pretenden “cobrar derecho de piso”, tampoco se resolverá con amor. Pero el amor lo puede todo, más en la nueva política populista.
Ya está anunciado que en febrero de 2024 se informará sobre dos cosas, primero, ya logramos un sistema de salud como el de Dinamarca y, segundo, se lanzara el asalto final al Poder Judicial.
En ambas noticias nada tendrá que ver el amor. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2022, [https://saludpublica.mx/index.php/spm/issue/view/543] publicada por el Instituto Nacional de Salud Pública poco o nada se ha avanzado en los últimos 15 años. Durante 2022 el gobierno aporta poco menos del 2% del PIB al gasto en Salud mientras el 64% la población debe pagar sus propios gastos en el tema.
¿Cómo es que en febrero del año próximo ya igualamos la calidad del sistema de salud pública de Dinamarca, país que aporta el 10.85% de su PIB en salud (sin pensiones) y México el 6.24% (incluyendo pensiones). Misterios del amor y los otros datos por supuesto. [https://saludpublica.mx/index.php/spm/issue/view/543].
Siempre se ha sabido que si lo que se busca es la eficiencia la democracia no es la mejor opción, como decía el ilustre Dr. Alfredo Piñeyro, exrectror de la UANL: “…la universidad es un muy sano sistema feudal”. Por desgracia nuestros padres fundadores escogieron la democracia como forma de gobierno y ahora se ha convertido en algo indeseable para el poder de turno. ¿Por qué mandar al diablo las instituciones y referirse al falso dilema entre legalidad y justicia? Porque los contrapesos y las leyes estorban, no son eficientes.
De nuevo recurriendo a un falso argumento para sacar adelante un propósito verdadero de índole político. El Falso: escoger los jueces en base a su popularidad los hará más efectivos y honestos, la Prueba de Falsabilidad: los diputados, y la Verdad: controlar todos los poderes atenta contra la democracia representativa y cualquier tipo de debate. En resumen se acaba la esfera pública.
Se invirtieron 50 años desde la reforma democrática promovida por Reyes Heroles, para que existiera un sistema de contrapesos y controles al poder, para que la entonces oposición -hoy convertida en poder- piense que las instituciones creadas y leyes que se derivaron les estorban, y ahora pretendan devolver las cosas al estadio anterior de una Presidencia omnipotente y omnipresente.
No existe argumento válido para convertirse en una nueva religión nacional como lo fue la revolución, cuando se parte de totalizarlo todo, subsumiendo la realidad en la figura de una presidencia autoritaria, que lo dicta todo, por mas paternalista que se haga parecer.
“Todo lo que se llama aquí democracia funda el lazo social, la comunidad, la igualdad, la amistad de los hermanos, la identificación como fraternización, etc., En términos más modernos se hablaría del fundamento de la ciudadanía en la nación.” Maria García Pérez, Amor (a la nación) y Política.
Mezclar la metafísica del amor y los abrazos con la política real es solo uno más de los signos que demuestran que vivimos una época que resulta comprensible solo bajo alguna especie de esquizofrenia colectiva, pues el único amor involucrado en política es el desplegado por algunos actores políticos hacia el ejercicio de poder mismo.
