Por José Francisco Villarreal
Me fastidia que diciembre sea un mes saturado de ritos paganos de todo tipo, desde las peregrinaciones y las posadas, hasta las uvas y los calzones coloridos. En el inter las bromas a inocentes, los tamales, pierna y/o pavo, los cohetes, arbolitos, y cuanta cosa. Un rito en particular me fastidia más: la limpieza frenética, profunda y minuciosa de las casas. No sé en dónde pueda estar mejor nuestra basura acumulada, si escondida en casa hasta que alcance la piadosa momificación, o saturando hasta la asfixia las plantas procesadoras de desperdicios. Por fortuna yo no creo en este salvaje ritual. Seré prudente con la escoba lo que resta de diciembre, pero nada más. “Pian pianito”, de aquí a fin de año, despejaré lo necesario, sin exagerar. Tendré tiempo de sobra para taparle el ojo al macho.
Por el contrario, hay quienes de veras tomarán el ritual decembrino de la escoba y el quitamanchas muy en serio, incluso con urgencia. Porque luego de que el magistrado electoral Reyes Rodríguez Mondragón aceptó renunciar a la presidencia del TEPJF, pero no a la magistratura, los ministros malquerientes le aceptaron aplazar la dimisión hasta fin de año. ¡Qué considerados! Don Reyes tendrá bastante tiempo para limpiar meticulosamente todo rastro que confirme o sugiera que es verdad de lo que se le acusa. La nueva presidencia asumirá las prerrogativas cuyo abuso ha causado los sucesivos golpes de estado en el tribunal. A ver si no sale junto con pegado. Entrando el año, Reyes y Yanine tendrán que apechugar ser aparente minoría. Así que todo indica que los actos de corrupción que causaron esta renuncia, se quedarán en el mismo costal de impunidad en donde el Poder Judicial en general guarda casos similares. Es decir: la dimisión de Reyes confirmaría que son reales las acusaciones con las que fue exhibido (amenazado) por los magistrados, o de lo contrario no tendría por qué renunciar. Pero el que se quede tan campante como magistrado, aunque evite así una crisis mayor, también lo ubica estratégicamente para que se recluten ministros afines a sus intereses y así los calderonistas recuperen mayoría, con ayuda, claro, de la ministra Piña y sus secuaces. El caso es que con escoba, trapeador y lejía, de aquí a fin de año, Reyes podrá limpiar su rastro. ¡Viva la impunidad! Sólo espero que por esa profiláctica actividad no cobre horas extras.
La historia del TEFPJ no es edificante. La democracia no les debe nada. El tribunal ha sido omiso en muchos casos evidentes de irregularidades y hasta fraudes electorales. No es un baluarte de la voluntad del pueblo sino de intereses que se transparentan en los mismos magistrados. Reyes, por ejemplo, con todo y que se dé baños de pureza jurídica, no puede ocultar su cercanía al calderonismo y especialmente a Roberto Gil Zuarth. Ni el frente cardiaco puede ocultar su molestia, no porque el movimiento morenista capture al tribunal, sino porque sienten que se lo arrebatan. Y es lo mismo en otros organismos autónomos, ahora bajo amenaza de aniquilación. Si bien todavía algunos conservan la remota esperanza de que en campaña doña Xóchitl revierta la tendencia, también intentan sitiar el posible gobierno de Claudia Sheinbaum, un cerco más estrecho que en el que tienen a don Andrés por medio del Poder Judicial, organismos autónomos, legisladores, medios, ONGs, etc. La oposición necesita tener la opción emergente de gobernar desde otros espacios.
A pesar de toda la propaganda en contra, a casi seis años de que don Andrés asumió el Poder Ejecutivo se han visto cambios importantes en el régimen, y avances en muchos rubros que tenían décadas estancados u olvidados. Por ejemplo, aunque el Presidente ningunee los resultados de la prueba PISA, la verdad es que nos fue muy bien considerando que el bienio que consigna sufrimos una pandemia con aulas vacías y hubo una crisis económica mundial. Poco faltó para que acabáramos más diezmados, analfabetas y pordioseros. Lo que no se ha visto es que prosperen todos los procesos en contra de empresarios, políticos y funcionarios corruptos. Es cierto que la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Poder Judicial en general han amparado y hasta liberado a “indiciados”, pero me parece que el gobierno federal ha sido demasiado cauto, pareciera que quiere evitar que se le acuse de una “cacería de brujas”. Muchos de los posibles pillos siguen en la vida pública, algunos incluso como opositores virulentos del régimen. La tibieza no desanima al delito. No es lo mismo ser humanistas respecto a las causas del crimen organizado que contra los corruptores de la democracia. La ley debe ser justa a secas; se quejan más de su dureza los que se creen al margen de ella, los dizque “perseguidos políticos” por ejemplo. Es ridículo que, como en un caso de sobra conocido, se descarten pruebas en contra sólo porque se recabaron por colaboración internacional. Esto no desmiente las pruebas, sólo las elimina del proceso. Es absurdo liberar a un presunto delincuente por falta de pruebas en México cuando hay pruebas en el extranjero que podrían condenarlo. Escribió Bashō hace siglos: “¿De qué manera/ recuerdan al bandido/ sus familiares?” Si siguen así las cosas, habrá que esperar a que una condena para estos sujetos sea sólo moral, consanguínea, y llegue con el tiempo y en privado.
Así incluso en el estado, hay señalamientos y hasta denuncias que se quedan en el limbo, sea por complicidades judiciales o por desgano de los demandantes. Sujetos en entredicho son impuestos en cargos públicos o siguen jalando los hilos de la grilla local. El caso es que o se ignoran o se desaparecen mágicamente las culpas, pero no los delitos. Mientras no exista condena, no hay escarmiento. En estos casos el castigo no redime a los delincuentes, redime a la sociedad de sus demonios. La desesperación ante la impunidad puede llegar a extremos críticos, y la masacre de sicarios en Texcaltitlán es una muestra. Por ahora habrá que esperar a que Reyes Rodríguez entregue la presidencia y se reubique poltronamente en su silla de magistrado. A nadie conviene mover más la sopa podrida del tribunal, pero no es agradable ni sano para la democracia que las acusaciones contra el magistrado presidente se queden archivo muerto. Tan peligrosa es una Suprema Corte partidizada como un Tribunal Electoral cuestionable. La permanencia de Reyes no reivindica al tribunal, no hay metamorfosis posible. Volviendo a Bashō, también escribió: “En el invierno/ no hay oruga que pueda/ ser mariposa”. El tribunal sigue tejiendo su capullo…