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Etnología de un Congreso en vacaciones

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

Los miembros del PRIAN son proclives a vacacionar. Les agrada asistir a los Mundiales de futbol, como Fernando Larrazabal, cuando detentan una función pública; algún otro deja de asistir al Congreso para ir a Dallas a un partido de la NFL, como Carlos de la Fuente. Otro olvidó sus tareas de procuración de justicia, como Adrián de la Garza que, unas veces sí y otras también, se iba a la Isla del Padre. Aquel haciendo turismo del autoexilio, Francisco Cienfuegos, en Houston o en Vancouver.

“Quien tiene cualquier experiencia en esta materia sabe la razón que asistía a Catón cuando dijo: Numquam se plus agerequam nihil cum ageret; numquamminussolumessequam cum solusesset («Nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo»)”, citó Hannah Arendt en La condición humana.

Nuestros diputados son la antípoda de la frase latina del romano Catón. Lo suyo es la regresión, inculcar la pasividad de la vida pública y, en todo caso, están más activos no en las comisiones o el Pleno del Congreso, sino cuando turistean. Lo suyo es el ocio laboral: la libertad, la desconexión y la percepción del tiempo son diferentes, lector, para ellos y para ti. En efecto, su función pública es vacacionar en horario laboral, desconectarse de sus responsabilidades y percibir el tiempo de trabajo como exclusivamente suyo, no de los ciudadanos que los votaron.

Segundas partes nunca fueron buenas o polvo de aquellos lodos. Hace precisamente un año, el presidente del Tribunal Superior de Justicia del estado de Nuevo León, el prianista Arturo Salinas (sí, el mismo que tomó espuriamente posesión como gobernador interino) conminó con una resolución, como ahora, para que “cesen los actos de omisión por parte del titular del Poder Ejecutivo del Estado, y de inmediato presente el Presupuesto de Egresos”. Ya ni siquiera se trata de revolcar la gata.

“Apercibido de que, de no cumplir con la presente medida se pondrá en riesgo la gobernabilidad y el estado de Derecho del estado de Nuevo León, ante la imposibilidad constitucional de aplicar el Presupuesto…”, etcétera. En realidad, quienes pusieron en riesgo la gobernabilidad y el estado de Derecho fueron los líderes del PRIAN, al querer imponer al citado Salinas y, posteriormente, a Luis Enrique Orozco, hoy un tipo olvidado.

Vacacionar e irse a huelga es un derecho de los trabajadores y, sin embargo, el ocio y el deleite es consustancial para nuestros legisladores. Las diferencias con el gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda los llevó a declararse en paro apenas en marzo pasado aunque, ante la opinión pública y la opinión publicada, recularon.

Primero: Creyeron que Samuel Alejandro era como Jaime Rodríguez Calderón, un manso Bronco. Segundo: atentaron contra la democracia, al querer allegarse instituciones exclusivas del Ejecutivo. Tercero: llamaron la atención de la Unidad de Inteligencia Financiera federal y de la Fiscalía General de la República. Cuarto: provocaron ingobernabilidad, al nombrar (en una asolada blanda) a sendos gobernadores interinos. Quinto: incitaron el respaldo del presidente Andrés Manuel López Obrador al gobernador. Sexto: por seguir indicaciones de Claudio X. González, Xóchitl Gálvez, Marko Cortés y Alejandro Moreno, reventaron cualquier alianza opositora a Morena de cara al 2024. Y séptimo: lograron la ruptura de Movimiento Ciudadano con el PRIAN en el Senado.

Siete, sus siete pecados capitales que prefiguran su extinción en las próximas elecciones.Obstaculizar es el verbo del PRIAN: “Cuando soplan los vientos de cambio, unas personas levantan barreras, otras construyen molinos de viento” (Erico Verissimo).

Fuente:

// José Jaime Ruiz

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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