Por Félix Cortés Camarillo
Una parte muy importante de la Humanidad, que deja fuera entre otras a las comunidades islámicas, judías y afiliadas al budismo, estará en estos días celebrando una supuesta noche de nobleza acumulada todo el año y generosidad -regalos y eso- por obligación, todo conmemorando el natalicio de Jesús.
Cíclicamente, las comunidades humanas sienten la necesidad de recordarse a sí mismas su pertenencia a un colectivo; llámese pareja, familia, clan, ciudad, nación fe o camiseta deportiva.
La canción que en esta parte del mundo acompaña a esta festividad cristiana y le da una cohesión musical, fue estrenada en un templo rural cerca de Salzburgo (ciudad de la sal), Austria. Se llama, en el original del autor de la letra, Joseph Mohr, Stille Nacht, heilige Nacht, que quiere decir noche en calma, noche santa. La versión gringa, que como toda innovación de allá nos llega, es fiel traducción: Still Night, Holly Night. Nosotros, que somos más cursis que los austriacos, le tradujimos como Noche de Paz, Noche de Amor. Qué gran sarcasmo.
¿Acaso van a tener una noche de paz o de amor las familias de los jóvenes asesinados en una posada en Salvatierra, Guanajuato hace un par de días? ¿Qué dirán de nuestra cursilería las madres de Ucrania y sus hijos, que se quedaron atrás porque sus hombres tienen que luchar una guerra que mata civiles? ¿Y los niños de la franja de Gaza que no tienen más que miedo al próximo bombardeo de Israel? No debemos olvidar a los ucranios masacrados por Vladimir Putin todos los días. Ni a los desaparecidos día con día en México o las mujeres que de pronto se van con un novio y aparecen cadáver. Noche de Paz. Noche de Amor.
Mi muy respetado Dios, si tú inspiraste esta letra, no mames. Para todos los demás, Feliz Navidad.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Veracruz puede ir muy pronto de mal en peor. Y miren que después de Cuitláhuac es mucho decir.
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