Por Francisco Tijerina Elguezabal
Ellas, sus equipos de campaña y seguidores dirán que apenas es la precampaña, que no hay que comer ansias, que es demasiado temprano para calificarles, pero lo cierto es que ni Claudia ni Xóchitl van a cambiar, así son y así seguirán siendo en tanto no reciban ayuda urgente para cambiar no el qué, sino el cómo decir las cosas.
Sus discursos, presentaciones y declaraciones ante los medios son exactamente iguales, flat, planos, sosos, aburridos, inodoros, incoloros e insípidos, intrascendentes y somníferos. Son más aburridas que “La Hora Nacional”.
Será que tuve un león en casa, pero aún recuerdo siendo muy niño la vehemencia del Profesor Tijerina Almaguer al pronunciar unas palabras en un evento o al declamar alguno de sus poemas; su vibrante y potente voz que llenaba auditorios y salones y que estremecía, sí, estremecía al colocar intencionalidad en las frases, al apuntalar conceptos, al tocar fibras sensibles que te obligaban no sólo a seguirlo oyendo sino a identificarte con cada uno de sus ideas… aquel hombre te convencía.
Quizá por eso fue que tomé clases y participé en concursos de oratoria de niño y joven y la parte más interesante siempre fue la de la improvisación, porque de siempre los espacios de temas específicos eran muy parecidos entre los participantes, pero cuando llegaba la hora de hablar libremente sobre cualquier tema que te tocase, era la hora buena, porque entonces tenías que echar mano de la cultura general y con sólo tus conocimientos estructurar una pieza de equis cantidad de minutos con una hipótesis, un planteamiento y un colofón.
Y vaya que me sirvieron también las participaciones en obras de teatro y el aprender de grandes maestros sobre el manejo de la voz.
Cuando se trata de candidatos forma y fondo son relevantes. Qué decir y cómo decirlo son la mezcla perfecta para convencer y de esta manera lograr penetrar en el electorado que, con base en ello, ejecutará la mejor forma de promoción: “el boca a boca”.
Pero si cuando escuchas a las aspirantes presidenciales sientes la misma emoción que cuando bailas con una hermana o la más viejita de tus tías, malo el cuento. Y mire que las oigo todos los días.
No me dicen nada, no despiertan nada en mí, no me mueven a nada y termino por no escucharles, porque puedo estar oyéndoles, pero mi pensamiento está en otro lugar muy distinto.
No van a cambiar a menos de que recurran a ayuda profesional. Muchos políticos, candidatos y gobernantes, acuden como un actor profesional para que los ayude, pero eso no basta, porque se requiere que sepan construir y que estén convencidos de lo que dicen; esto es un asunto integral.
Como dije hace tiempo, tienen que dejar de hablarle al racional para dirigirse más al emocional, pero les escriban lo que les escriban, de nada servirá si ellas no son capaces de poner la intención, el color, el matiz, la sonoridad y de también actuar en el escenario.
Nadie les cree… a veces ni ellas mismas.