Por José Francisco Villarreal
Durante muchos años conservé un dólar de papel, además un “quarter” y un “dime”. El dólar se deshizo con el tiempo y el descuido; las monedas terminaron asiladas en el jarrón de la “morralla”, ese metaverso para la nostalgia y la memoria donde mi agüela dejaba la “feria” cuando hinchaba demasiado su monedero. Mis primeras divisas extranjeras las recibí de niño, se las debo agradecer al tío Venancio, tío de mi agüelo. No estoy seguro sobre el parentesco, pero si le decía “tío”, debió ser su tío. Recuerdo vagamente al tío Venancio como alguien muy alegre, muy bromista. Nos visitaba con alguna frecuencia, porque vivía en Donna, Texas, en donde creo que trabajaba como intendente en una iglesia. Me hacía gracia el nombre de esa ciudad; pasaron años para entender el sentido del nombre del grupo “Los Doneños”, un gentilicio, y hasta la fecha no entiendo por qué el presuntuoso gentilicio de “regios” a todos los nuevoleoneses, y menos a los regiomontanos… Salvo si todavía extrañan a Fernando VII. Es posible, porque los regiomontanos en particular y los nuevoleoneses en general, somos bastante idiotas, en el sentido griego de la palabra (“idiotés”: ciudadano políticamente irresponsable).
El caso es que el tío Venancio también fue uno de los primeros “migrantes” que conocí, aunque ya había conocido a varios “braceros”. Yo supongo que el tío Venancio, como muchos otros, vieron en Estados Unidos un país de oportunidades, esas oportunidades que no les ofrecía México. El propio Estados Unidos fomentó la idea de ser líder mundial, sobre todo en el progreso y la libertad. Debe ser muy difícil deshacerse de esa fama cuando la economía de ese país se desploma. Si Estados Unidos admitiera la realidad económica de sus ciudadanos, es posible que los migrantes latinoamericanos optarían por otro país, incluso por organizarse para cambiar su propio entorno. Y no fue el fentanilo el causante de la crisis económica gringa, en todo caso, puede ser una consecuencia. Ahora, los migrantes latinoamericanos siguen persiguiendo el “sueño americano”, pero es más bien una ilusión óptica.
La liberación reciente de un grupo de migrantes secuestrados en Tamaulipas pone en evidencia que la seguridad sigue siendo una asignatura pendiente para los gobiernos de la 4T, incluso en estados donde la 4T está bajo anatema, como Guanajuato. No aseguraría que el incidente en Tamaulipas sea parte de una estrategia más elaborada contra el régimen mexicano, pero a estas alturas hasta una erupción en Islandia es factible de ser usada contra don Andrés o doña Claudia. No deseaba pero sí esperaba que se recurriera a actos del crimen organizado en la guerra sucia, inmunda, para incidir en el proceso electoral. Básicamente se trata de exhibir una presunta incompetencia del gobierno federal y así desanimar a los electores. Sembrar el miedo no es una táctica nueva. Hemos tenido otras elecciones y situaciones de inseguridad muy similares.
Un par de masacres en Guerrero, otras en Guanajuato, más lo que se acumule, son clara y sospechosamente útiles a los voceros de la oposición.
No olvido el consejo de mi agüelo: “Si quieres encontrar al verdadero culpable, no busques al que hizo el daño sino al que se benefició con eso”. Hasta ahora, la única reacción opositora no es contra la violencia sino contra el gobierno federal y, especialmente contra don Andrés y doña Claudia. No he escuchado propuestas, sólo críticas y descalificaciones. Dice mucho de la calidad humana de esa gente, puesto que el instinto primario de una sociedad ante el peligro es la unión defensiva. A menos, claro, que por alguna misteriosa intercesión divina este grupo selecto tenga la plena seguridad de que está a salvo de la criminalidad organizada. Y sí, hay deplorables excepciones. Vociferar desde la seguridad amurallada no ayuda. Aunque lo parezcan, no todos los matacanes de un castillo son defensivos, algunos son sólo letrinas. Los airados gritos de la oposición no son raptos de la tóxica diosa Hera en la broncínea voz de Esténtor, algunos son sólo flatulencias.
Las (pre)campañas opositoras son ofensivamente blandengues, con promesas vagas y ajenas a la realidad, con la retórica de un pasado maravilloso inverosímil. El “nado sincronizado” en medios y columnas se ha vuelto un torneo de ridículos “carritos chocones”. No es una lucha por la presidencia sino una carrera por el fuero legislativo y por mantener intacto el búnker político del cártel de la toga. El reciente escándalo de migrantes haitianos como comparsas en un evento panista eviscera a la oposición cardiaca. Finalmente fueron los mismos panistas los que desmintieron su acusación de montaje y su intento de linchamiento mediático del periodista que los exhibió. La mentira, eso es lo que se percibe como única propuesta del mentado frente cardiaco. Habrá entre los mexicanos algunos más o menos crédulos e ingenuos que les crean, pero lo que parece disminuir constantemente es la cantidad de electores idiotas (en el sentido griego de la palabra).
Lo malo es que en un inusitado fin de sexenio estable económica y socialmente, con un régimen argentino alarmantemente afín al pensamiento de la oposición cardiaca, con una escalada mundial de la ultraderecha, ante la falta de propuestas sensatas y el exceso de mentiras, a la oposición, incapaz de una campaña política decente y creativa, le sienta de maravilla el argumento contundente de la violencia. Muy oportuno el secuestro de migrantes, muy oportunos los asaltos coordinados en Tabasco, las masacres en Guerrero y Guanajuato, y todos los asesinatos y violencia atribuibles al crimen organizado. A estas alturas me asalta el “sospechosismo” por estas coincidencias, y esto apenas empieza. Espero equivocarme en eso, pero no me equivoco al lamentar que la oposición cardiaca siga en su plan de destruirse a sí misma dejando a los ciudadanos con escasas opciones. Para la derecha “progre”, Movimiento Ciudadano, incipiente aún como partido pero más coherente que los cardiacos. Para la izquierda “moderada”, el frente morenista, arrollador según encuestas y analistas serios. Un bipartidismo de facto cuyo mayor riesgo es la tentación de reclutar migrantes para fortalecerse. Y no me refiero a los migrantes haitianos o de algún otro país, sino a lo que pueda rescatarse de las ruinas prianperredistas. En esta perspectiva, los interesados nuevoleoneses no deben pasivamente poner sus barbas a remojar sino enviar a sus adláteres para empezar a negociar, porque veo muy difícil que refunden localmente sus partidos cuando se han humillado subordinándose a los peores líderes nacionales en su historia. Si bien, es temprano como para saber cuál será el sentido del voto de los regios idiotas (en el sentido griego de la palabra), no importa si los restos prianperredistas locales acaban como fosfos o morenos, lo que importa es seguir políticamente vigentes y electoralmente activos. ¿Apoco no?
PD. Guillermo Humberto Sheridan Prieto, el sedicente académico de la UNAM, prácticamente doctorado en la investigación de plagios de tesis, acusa a Ernestina Godoy de plagiar la suya y, vía el pasquín LatinUS, la llama “pasante”. Ya durante el caso de Yasmín Esquivel se comprobó que la “investigación” de Sheridan fue un plan meticuloso para llevar a Norma Piña a la presidencia de la SCJN. Esta vez es obvio que intenta defenestrar a Godoy para frenar las investigaciones del llamado “Cártel Inmobiliario” panista. Lo dicho: a nadie en la oposición le interesa la presidencia de México sino fueros y posiciones estratégicas (“de lo perdido, lo que aparezca”, dice el refrán). Su táctica en estos casos no es tan torpe como la campaña de doña X, sino mucho más precisa y elaborada. ¡Qué tiempos tan confusos me ha tocado ver antes de morir! Babel era más decente.