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De marchas, precampañas y antropofagia

Por José Francisco Villarreal

Hace años tuve una “sabrosa” discusión con un amigo gabacho (catalán). Él insistía en afirmar que los mexicas eran antropófagos. Yo trataba de corregirlo aclarándole que la ingesta de carne humana no era lo cotidiano, que las señoras nahuas no guardaban en la alacena choricillos de nalga tlaxcalteca ni chicharrones de papada purépecha. Sí, comían humanos, pero sólo como un acto religioso, y el más claro ejemplo de eso es el pozole, tlacatlaolli (maíz de hombre), que estaba preparado con restos de un sacrificio al dios Xipe Tótec, incluso había guerreros que se ofrecían voluntariamente al sacrificio. Mi amigo me rebatía señalando que si era un rito sagrado, ¿por qué condimentaban la carne? Le contestaba que, ya que iban a comer prójimo, lo menos que podían hacer era procurar que supiera bien y se comiera sin problemas. Como los pueblos prehispánicos no cocinaban en grasa, lo ideal era un buen estofado. El musculoso muslo asado de un guerrero debe quedar demasiado correoso. No creo que dioses, sacerdotes y fieles nahuas vieran con ojos de hambre a Chicomácatl, el “Cacique Gordo” de Cempoala, no se trataba sólo de agarrar a cualquier prójimo para preparar cecinas. Finalmente le argumenté a mi amigo, devoto católico, que el acto culminante de la misa, la comunión, es un acto de canibalismo, porque la hostia consagrada ES el cuerpo de Cristo: antropofagia y teofagia. ¡Esto sí que es gula! Los nahuas debieron entender perfectamente el sentido ritual de este sacramento. 

Esto de comerse al prójimo no es novedoso, prácticamente es una dieta común a todas las culturas. Una vez que nos sacudimos el instinto primitivo, o nos deshicimos de esa práctica, o la justificamos, o la convertimos en un ritual sagrado, profano y hasta pícaro. Recuerdo aquella película donde al náufrago Tin Tan le “sirven” a la chica guapa de la tribu sólo porque dijo que estaba “para comérsela”. Pero, ¿qué estamos digiriendo al transmutar un alimento en algo que deseamos?

Pongamos por ejemplo el caso de la candidata cardiaca Xóchitl Gálvez consumiendo un suculento pejelagarto en un mercado tabasqueño. La “transmutación” es obvia. Comerse un pejelagarto se transpola a su “enemigo natural”, don Andrés, “El Peje”. Así que doña X convirtió en un acto de religiosidad política al acto simple de comer un antojo en un mercado popular.

En no sé cuántos bocados pretendió devorar a todo un régimen. Si el régimen pejista es tan repulsivo como ella pregona, para poder digerirlo deberá tener un estómago vulcanizado. Y así, con pases mágicos, prestidigitación digestiva, y afirmaciones aventureras repetidas como mantras budistas, se fue la precampaña de doña X. Precampaña tan insulsa que hasta los medios afines prefirieron seguir “golpeando” a doña Claudia y a don Andrés en lugar de difundir más la “apoteosis” cardiaca.

El cierre de precampaña de doña Claudia fue diferente. No se encorsetó en un recinto sino que se desplegó en la calle, el espacio natural del pueblo políticamente activo. No tengo idea de cuánta gente asistió, pero los que hayan sido son la medida del reto para la marcha por (contra) la democracia a la que ha convocado el señor X, con Lorenzo Córdova como su personero.

No imagino qué va a decir Lorenzo, pero estoy seguro que no defenderá a la democracia, al menos no a la democracia que necesitamos. Al margen de todo lo que doña Claudia prometió en su cierre, la continuidad del régimen es lo más importante. Muchos podrán creer que la relevancia de temas como los derechos humanos, la salud, la educación, el combate a la pobreza, la inversión pública, etcétera, son el tuétano del régimen continuista. Todo eso son sólo obligaciones de un gobierno responsable. En realidad el meollo está en algo mucho más importante, algo que don X y Lorenzo comprenden muy bien, porque lo que don Andrés ha estado haciendo es revisar y replantear la democracia, empujando suavemente a los ciudadanos hacia un lugar cada vez más cercano a la corresponsabilidad en la administración pública. Ya no son las élites políticas ni la “casta” económica los cancerberos del templo de la Democracia, los mentores electorales, los caciques del voto. Se nota simplemente en la selección de candidatos morenistas, todavía imperfecta pero con una marcada tendencia a la convalidación de militantes y pueblo en general. La comprensión popular del poder de su voto, más allá de un muy poco útil voto de castigo, es la tendencia de este régimen, si no el único sí el primero en desplegar esta didáctica urgente en Latinoamérica. Votar sin pasión, con convicción.

Aquí habría que tener presente, muy presente, el discurso del presidente argentino Javier Milei, la esperanza de nuestra patética derecha, en el foro económico de Davos. Su motosierra sonó como cítara dulce y angelical frente al poder económico mundial; fue muy elocuente al poner a las grandes empresas por encima del Estado, y ofrecer reducir al Estado a poco más que un membrete con escudo, bandera e himno nacional. Si bien Milei dejó Davos con su lengua bastante sucia, los zapatos de los potentados quedaron relucientes. No creo que los empresarios atrincherados detrás del frente cardiaco tengan fantasmas de perros como consejeros, pero no dudo que coincidan con las ideas que dicta “Conan”, el espectral ministro canino de Milei. Así como Milei degradó la noción de la Libertad con su pretensión de “libertario”, también degrada la democracia, repudiándola en general y limitándola al ámbito de la derecha. Los “zurdos” para este sujeto son socialistas o comunistas, y no les justifica ni la voz ni el voto. Señalo esto para dimensionar la presunta marcha para defender a la democracia que pretenden hacer el 18 de febrero. Si bien se desplegarían como una “marea rosa” de organizaciones no gubernamentales, la realidad es que en lo individual ya se han inclinado a favor de la candidata de la derecha, Xóchitl Gálvez, lo que hace de esa marcha un acto político partidista. Así, Lorenzo Córdova como único orador, acredita con su presencia una postura hacia una candidata, como antes ya ha acreditado al frente cardiaco asistiendo a sus eventos. Y si antes “El INE no se toca”, ahora que Lorenzo no tiene tanto control en el instituto, ¿sí se va a tocar? La democracia que van a defender no es la democracia que debe consolidarse hoy. La democracia de la Revolución Francesa no fue la de Atenas, ni la de los liberales juaristas fue la de los revolucionarios mexicanos. Otra es la democracia que se requiere, que tampoco es la que impusieron los regímenes neoliberales después de López Portillo, esa que va a defender Lorenzo. 

Si doña Claudia presumió los logros del régimen de don Andrés y aseguró que va a continuarlos, no es ese el verdadero objetivo de la 4T. En general, todas esas acciones pueden entusiasmar a la gente porque la mayoría responden, y todavía no completamente, a exigencias que se han hecho a cada gobierno durante décadas. La oposición yerra al ningunear esos avances, porque al pretender atacar a don Andrés, están atacando a quienes los pidieron y nunca antes fueron atendidos.

Si don Andrés pudo establecer un diálogo con la gente, lo mejor que pudo haber hecho la oposición era “meterse en la plática”, pero decidió tratar de romper ese diálogo sin antes establecer uno por sí misma. Ese diálogo no es abrazar a viejitas y darle palmaditas a obreros, sino responder a sus exigencias… porque no son ruegos ni súplicas, ¡son exigencias!

En esa respuesta el elector comprende el valor de su voto y los deberes que le acarrea; comprende que la democracia no se da por definición sino por práctica, que es cotidiana y que debe adaptarse a cada momento histórico. Así que al cierre de precampañas, coincido en que la democracia está en peligro, y que el poco más de un mes de intercampañas será usado para intentar destruir, pulverizar, la confianza del elector, no en los candidatos sino en su voto. Luego vendrán las campañas formales, el canibalismo, la mentira y la ofensa desatadas en donde no sólo estará en riesgo la dignidad de los candidatos, también la consolidación de una democracia que la Revolución Mexicana nos quedó debiendo.

PD. Lo siento, no atendí el cierre de precampaña del emecista Javier Álvarez Máynez. La verdad es que me enquehaceré porque se me antojó un pozolito. A falta de guerreros tlaxcaltecas y templos de Xipe Tótec, tuve que descongelar un poco de pierna de cerdo, y se me fue el tiempo limpiando chiles y precociendo maíz. Prometo revisar en los medios ese evento y lo que dijo el candidato. Lo que diga cualquiera de los candidatos es importante para cualquier elector. Además, me interesa particularmente cómo se desenvuelve Movimiento Ciudadano en estas elecciones.

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// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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