Por José Jaime Ruiz
Más que periodista, Azucena Uresti es mercachifle; lo suyo no es el periodismo sino la información como mercancía. Su salida de Milenio Televisión nada tuvo que ver con un ucase de Andrés Manuel López Obrador desde Palacio Nacional, como la desesperada Xóchitl Gálvez postea. Tal vez de lo que se trató es de la ambición de Azucena, esto es, “dobletear” en Multimedios y en LatinUs a partir de una muy buena oferta de Roberto Madrazo y Carlos Loret de Mola. O ahora, como se comunicó, asumirá la conducción radiofónica de un programa matutino de alcance nacional (competirle a la Mañanera, pues).
Desde la conferencia del 31 de julio de 2023, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio visos del cambio de Azucena de empresa: “Azucena, sí, tenía yo información hace algún tiempo –ya hasta se me había olvidado– de que se iba a ir a trabajar con Loret de Mola, porque le ofrecían pagarle mejor, pero no quisieron en Milenio, no le dieron el permiso”.
Lo probable es que en Milenio Televisión, desde hace semanas o meses, le hayan dicho “o con melón o con sandía”. Codicia, mala consejera: sólo hay que revisar cómo se enriqueció Uresti en los veinte años que laboró en Multimedios, su salario no corresponde a su modo de vida. Dijo Azucena: “Durante 20 años Milenio ha sido la casa en la que crecí profesionalmente, en la que pude aprender de los mejores periodistas y crear lazos de amistad para toda la vida, los ciclos terminan y llegan los momentos de definiciones, así que dadas las circunstancias actuales, hoy es mi último día en esta empresa y será la última vez que esté frente al noticiario Azucena a las Diez”.
“Los ciclos terminan y llegan los momentos de definiciones, así que dadas las circunstancias…”, la realidad es que Azucena buscó “dobletear” y le dijeron que no. Multimedios no iba a cargar con el desprestigio de LatinUs, Carlos Loret de Mola, Brozo, Lorenzo Córdova y Roberto Madrazo. “Las circunstancias” no tienen que ver ni con Multimedios ni con López Obrador, ni con ninguna censura, tienen que ver con la ambición de Azucena y en estos momentos de definición, acatar la línea editorial de la derecha y de la oligarquía. Uresti está en su derecho de obtener mejor salario y canonjías chayoteras y, por supuesto, de acabar con la simulación y el simulacro ahora que se quitó la máscara de profesional del periodismo y se acomoda plenamente en la desinformación, en las fakes, en los montajes, en la “noticia” como mercancía o como información ideologizada.
Posteó Azucena Uresti: “Para mí, el periodismo también debe actuar, generar cambios positivos en la vida de la gente, por ello aquí presentamos historias de personas, que gracias a la solidaridad de ustedes, lograron vivir un poquito mejor”. El cinismo rampante: Debanhi Escobar, en el “periodismo” de Azucena, no logró “vivir un poquito mejor”. Violada y muerta, Uresti la volvió a “asesinar” mediáticamente. La cobertura del feminicidio de Debanhi muestra de cuerpo entero la ética, la deontología periodística de Azucena Uresti. Ni censura ni despido; nunca víctima, siempre victimaria.
