Gracias a los cuentos que le leía su mamá siendo infante, Zel Cabrera desarrolló un gran gusto por esta variante narrativa, sobre todo con temática de ficción. Y cuando aprendió a leer, «casi nadie me sacaba de los libros», revela en entrevista con MILENIO.
De esas lecturas iniciáticas, sagas juveniles como Harry Potter resultaron los primeros – y predilectos – mundos donde pudo «escapar». Y por esta raíz, cuando le tocó decidir carrera, eligió algo para seguir devorando textos: el periodismo.
Pero desde antes esta licenciatura ya había puesto su mente y pluma en la poesía gracias a una tarea en la secundaria: «Una maestra nos encargó escribir un poema y me gustó el ejercicio; la forma de la poesía siempre permite que uno pueda hablar de muchas cosas, en un poema caben todos los mundos posibles».
Aunque su obra no solo transita entre versos (destacando Perras, 2019), también en la literatura, para muestra su primera novela, Cómo pesa el silencio de los muertos, lanzada bajo el sello editorial Gato Blanco; señala MILENIO.
El periodismo. ¿Qué te llamó a estudiarlo?
Siempre me llamó la atención la parte humana, que se dedica a contar cosas cotidianas. Por otro lado, la facilidad con la que el reportero, sobre todo de nota policiaca, están conviviendo con el horror y el terror, y no se quiebran. ¡Parecen héroes de acción! Me parece increíble que tienen este temple para ver horrores y luego echarse unos tacos y una chela. Por ahí quise abordar mi historia. Y aunque hace años estoy en la literatura, creo que aún tengo esta formación de siempre estar investigando y dudando.
Viri, la protagonista de Cómo pesa el silencio de los muertos, es una reportera. ¿Qué plasmaste de ti en ella?
Me emociona su vida y que exista porque creo que es una representación de estas periodistas que no le tienen miedo a nada, que son muy aguerridas desde su trinchera, incluso desde espectáculos; cuando alguien quiere demeritar esta fuente, digo que tiene su chiste.
En ella se notan muchas cosas que quería hacer cuando estaba estudiando la carrera; no es un alter ego, pero sí una vida paralela que me hubiera gustado vivir: dedicarme a cubrir eventos, estar en medio de la acción.
En la novela, al ser ‘negra’, narras situaciones violentas. ¿Desde dónde te plantas para estas temáticas? ¿Cómo manejas la crudeza?
Desde hace tiempo, como mexicanos, hemos estado expuestos a un clima de violencia diaria. El clima de inseguridad ha problado nuestro día a día. La manera de enfocar estos horrores es desde la parte cotidiana, de que estás comiendo y escuchas una balacera, para la que te cubres pero sigues comiendo. Creo que es casi inherente a nosotros el clima de inseguridad, sobre todo por esta llamada guerra contra el narco que desde el sexenio de Felipe Calderón ha hecho que no vivamos con un clima tranquilo que hace que no podamos salir de noche, eso sin mencionar los feminicidos.
Pero al menos en la novela, no quería que fuera la parte más importante: no que se enfocara en el horror, sino en la posibilidad de la esperanza, del amor. Creo que la ternura siempre va a ser la respuesta ante esta incertidumbre que vivimos.
Ya que mencionas el amor. ¿De qué hablamos cuando hablamos de eso en México?
En el libro, quise que la pareja fuera un reflejo de lo que es cuando las personas se proponen quererse desde el respeto y la admiración, y creo que esos dos factores siempre son claves para el amor de cualquier tipo; al menos en la novela, hablamos de un amor tierno, lleno de respeto, de conocer al otro, de saber lo que el otro necesita, de deconstruir un poco estas ideas patriarcales de los juegos de poder que se viven dentro de una pareja. Viri y Horacio, a pesar de no ser tan jóvenes, descubren una suerte de amor circunstancial.
Y ante la sombra social que recae en la violencia, los delitos, lo que leemos a diario en los medios, ¿dónde hallas esperanza?
En construir lazos con nuestros amigos. Creo que en la novela está muy presente la amistad, el estar ahí para los otros, sin importar que sea muy temprano. Creo que esa es una manera de contrarrestar un poco el horror en el que vivimos. No se trata de evadir la realidad, pero sí plantear la esperanza que no podemos vivir siempre con miedo.
Y hay que deconstruir las hegemonías en torno a la novela negra, por lo menos en México; en los últimos 10 años, los protagonistas casi siempre son hombres, el héroe casi siempre es varón, y la mujer siempre busca que la rescate el héroe. Y aquí busqué que una chica fuera el centro de la acción, que ella lo rescatara a él y tuviera el valor de enfrentarse sabiendo que puede perder la vida, porque hay cosas por las que vale la pena morir.
¿Viri tendrá más aventuras?
Me gustaría. Tanto Viri como Rebeca merecen tener su propio espacio en otras historias porque quede muy encariñada con ellas, de verdad pienso que existen e igual Horacio, que definitivamente sí existe. Sentí que a Beca le hizo falta su propio libro, entonces creo que tengo el comienzo de una saga policiaca.
Quería que fuera una novela divertida, una novela negra a la que luego leemos, que la ternura y el amor estuvieran al frente. Creo que escribir novela negra se ha vuelto un reto porque la realidad está superándonos todos los días.
¿Por qué escribes?
El escribir novela me ha devuelto la frescura y la sorpresa que después de muchos años de escribir poesía se pierde. Con esta novela me volví a conectar con esa parte adolescente donde te emociona escribir, donde todo el tiempo estás pensando en eso. ¡Tengo nostalgia de los días donde estaba escribiendo esta novela! Sentí el gozo de escribir, algo que ya no experimentaba en la poesía, que ya era muy doloroso y muy cansado.
Partiendo de esto, ¿cómo asumes la soledad en tu proceso creativo?
Para mí es lo contrario: mi proceso creativo es colectivo, no es nada solitario; necesito de mis amigos, de la gente, me nutre mucho el chisme, compartir las cosas que hago, por lo menos con mi familia y mis amigos. En el proceso de esta novela hubo mucha gente involucrada, muchas noches de fiesta en las que fui esa persona odiosa que decía ‘Dame chance que te lea un cachito de la novela’. Rehúyo a esa idea de que el escritor es alguien ermitaño al que lo molesta que lo interrumpan.
¿Estás viviendo la vida que soñaste cuando empezaste a escribir?
No es lo que soñaba, pero se parece mucho. Aparte, los sueños van cambiando, o por lo menos yo siempre voy cambiando; cuando logro algo, tengo que generar más metas. Entonces, no todavía, pero se parece mucho.
Imagen portada: MILENIO | Cortesía