Por Francisco Tijerina Elguezabal
Los hombres se distinguen menos por sus cualidades naturales que por la cultura que ellos mismos se proporcionan. Los únicos que no cambian son los sabios de primer orden y los completamente idiotas. // Confucio
Dentro del caos de los nuevos tiempos en los que diese la impresión de que las generaciones actuales viven con todo al revés, principiando por la escala de valores, analizas un poco y te das cuenta de que nuestros políticos están modificando la manera en la que usualmente se desarrollaban las campañas políticas.
Lo normal, hasta no hace mucho, era que los gobiernos planeasen la realización de obras y programas de tal manera que se entregaran justo antes del arranque de las campañas políticas, buscando pavimentar el camino para que sus partidos continuasen en el poder.
Así, hacían “guardaditos” y aguantaban la presión social para iniciar la construcción de obras o el mantenimiento de las ya existentes, hasta que se diesen “los tiempos” y que todo cuadrara como un reloj de precisión suizo. Sin embargo, veo a los políticos de hoy y me da la impresión de que o viven en otro mundo o no tienen noción de los tiempos políticos, porque pareciera que tienen toda la intención de autoboicotearse.
Y así anuncian que endurecerán sanciones a los automovilistas, que cerrarán más calles, que tardarán en entregar obras o en que las soluciones comiencen a dar frutos.
Salen con una calma increíble a culpar a los ciudadanos de las cosas que ocurren o a endosarles la “solución” de las cosas a ellos, sin mortificarse en lo más mínimo y sin detenerse a pensar que su proceder puede pasarles factura en las urnas.
No digo que todo tiempo pasado fue mejor, pero los de antes guardaban las apariencias y ayudaban a sus partidos aportando obras lucidoras que convencían a nuevos adeptos durante las giras y eventos proselitistas.
No me queda claro, por ejemplo, el impacto de la declaración de Luis Donaldo Colosio sobre perdonar al asesino confeso de su padre. Un acto de perdón, sí, pero un acto mediático a fin de cuentas y sobre una figura que no sólo era el padre del alcalde, sino la esperanza de muchos mexicanos, de manera que mucho me temo que su perdón no sea compartido por buena parte del país que criticará la forma y fondo de su proceder.
¿Había alguna necesidad de que Colosio hiciera esto? ¡No, ninguna! La única explicación que puedo tener es que tenía necesidad de reflectores y vaya que consiguió repercusión nacional, ¿habrá sido favorable para su próxima campaña al Senado o los mexicanos que votarán en su boleto le terminarán cobrando la afrenta?
Todo está al revés, hasta la forma de hacer campaña.