Por Félix Cortés Camarillo
Pues resulta que la señora Xóchitl Gálvez amaneció en Nueva York, montada en su bicicleta y acudiendo a un mercado donde se apilan los aguacates que se van a Las Vegas para preparar el guacamole que se va a consumir el otro domingo en el Super Bowl porque ya se hizo el plato más popular de ese magno evento. Aprovechó para explicarles que el precio del aguacate mexicano se ha elevado por el efecto que el cobro de piso de la mafia del crimen organizado ejerce sobre los aguacateros de Michoacán. Lo mismo pudo haber dicho del limón o del tomate, o de cualquier otro producto agrícola mexicano que va para allá.
Y uno se contestaría que los 63 mil millones de dólares que nuestros paisanos enviaron el año pasado a sus familias aquí es una llamada de atención sobre la masa poblacional de los nuestros y su potencial peso en las urnas. Pero uno se equivoca.
Las cifras también pueden ser inciertas. Las más confiables afirman que hay cerca de doce millones de mexicanos en edad de votar en el extranjero: la mayoría en los Estados Unidos. De esa mayoría, un millón y medio ha tramitado en los consulados su credencial del INE para votar. De ese millón y medio, solamente 109,809 se han inscrito en el padrón el próximo junio; la mayoría votaría, dicen por el método electrónico o por el correo. Sólo una décima parte de ellos acudirá a las urnas. El INE está orgulloso porque, en comparación con las elecciones del 2018, seis años después el número de los mexicanos ávidos de votar allá se incrementó en un 40 por ciento. De todas maneras, no llegan a ciento diez mil posibles votos.
El hecho es que los votos de los paisanos son menos importantes que sus remesas. No jugarán un papel relevante en las elecciones de junio. Entonces, ¿qué anda haciendo Xóchitl en Nueva York, de donde regresará –me dicen– para volver a los Estados Unidos en tres días para nueva campaña en Washington. Mientras la señora Scheinbaum anda en estos días por varios populosos estados de la república, con el aparato que el gobierno pone a sus órdenes.
Eso sería lo de menos. Me dicen que después del periplo norteamericano Xóchitl se va a Madrid, en la parte internacional de su campaña.
Es verdad, el INE se mostró antier sorprendido de que la sede consular que mayor número de potenciales votantes de los mexicanos en el extranjero fue Madrid, seguido de Houston, Chicago, Los Ángeles, y Nueva York. Proyectando los datos generales, no creo que Madrid y sus votos valgan una misa.
Lo que no me puede pasar inadvertido es el hecho de que todos los ex presidentes de México viven en el extranjero. El exilio de Fox es una forma de extranjía; Zedillo vive la comodidad de los consejos de administración de las empresas ferrocarrileras a las que benefició, en los Estados Unidos. Hasta donde se sabe, Carlos Salinas y Enrique Peña Nieto viven por el rumbo de Pozuelo de Alarcón, en la capital de España.
¿Irá a consultarles algo?
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Pido la palabra para algo muy de casa, de mi casa. Entre las mentiras que suelta Samuelito el gobernador imitando a su maestro Lopitos, anunció una pretensiosa vialidad en Monterrey, en las faldas del cerro del Mirador, de Valle Oriente a Fundadores. Precisamente de Fundadores a Camino al Mirador hay una excelente vía de seis carriles, que alivia la pesadilla de circular por Lázaro Cárdenas en esa zona. ¿A quién quien engañar?
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