Por José Jaime Ruiz
“Por medio de la presente, y con un sentimiento de profundo respeto y gratitud hacia la institución, así como a los ciudadanos a quienes he tenido el honor de representar en la Septuagésima Sexta Legislatura, presento mi renuncia con carácter de irrevocable como diputada al Congreso del Estado de Nuevo León”, escribió la priista Alhinna Vargas al presidente del Congreso, Mauro Guerra, en septiembre de 2023.
“Ruego transmitir esta renuncia a las instancias correspondientes y tomar las medidas para ocupar la vacante, de acuerdo con los procedimientos reglamentarios establecidos”, concluyó el texto. El ruego de Alhinna, sin embargo, fue despreciado por Zeferino Salgado y Francisco Cienfuegos, los patrones de Mauro Guerra. Desde septiembre del año pasado la diputada de Movimiento Ciudadano, Rosaura Guerra, debió sustituir a Vargas.
Legalmente ilegítimos, los prianistas del Congreso, por aquellos días, no sólo cometieron la ilegalidad de no sustituir a Alhinna, también quisieron dar un golpe blando en contra de Samuel Alejandro García Sepúlveda con espurios gobernadores interinos. Desde el Congreso, el modus operandi del PRIAN es la ilegalidad. Ahora, de nuevo, usan a Alhinna Vargas como carne de cañón a quien resucitan contraviniendo los acuerdos de tribunales federales y locales. Escurridizos, promueven el subterfugio de que la sentencia del TRIFE se dio después de que Vargas regresara al cargo y que por “mandato constitucional” los cargos de elección popular son irrenunciables.
El combate por las curules en el Congreso se da en las trincheras y Alhinna Vargas, por sus taquicardias políticas, es la rival más débil. Misóginos, Paco y Chefo la usan y abusan. En el cuerpo a cuerpo, sin embargo, Movimiento Ciudadano va de gane porque el PRIAN ya no puede sumar votos para mantener su mayoría calificada. MC tiene en el horizonte legislativo no sólo a Rosaura Guerra, también a José Alfredo Pérez Bernal –quien sustituiría al morenista Waldo Fernández– y, probablemente, a Raymundo Treviño, suplente del priista Jesús Aguilar, si y sólo si el tricolor compite por la alcaldía de Hualahuises.
En el prostituido calzonero en que el PRIAN ha convertido al Congreso local, la dignidad de Alhinna Vargas –arriba/abajo– es pisoteada. Y miserable la violencia política de género que ejercen Zeferino Salgado y Francisco Cienfuegos en su contra.