La violencia y los desastres naturales han empujado a familias mexicanas enteras a dejar sus hogares e intentar buscar una nueva vida en Estados Unidos. Tan sólo en Matamoros, unos 180 connacionales han encontrado un refugio temporal en la Casa del Migrante, donde las iglesias han tomado en sus manos la protección de las personas en movilidad; reporta MILENIO.
En total, el albergue de esta ciudad fronteriza da refugio a poco más de 250 personas de varios países, pero principalmente Venezuela y Haití, además de mexicanos que huyen de los estragos del crimen organizado en estados como Guerrero, Michoacán, Zacatecas y Chiapas, así como de las afectaciones que dejó el huracán Otis en Acapulco, el año pasado.
“Dejo Guerrero por la inseguridad, estaba radicando en Chilpancingo, Guerrero, toda mi vida estuve ahí, somos comerciante, simplemente ahí te cobran cuota (…) por no poder pagar a un grupo mataron a uno de mis hermanos, afuera en el andén del mercado”, contó a MILENIO una mujer, quien a finales del año pasado ya no pudo pagar las extorsiones que le exigían dos grupos del crimen organizado que se disputaban el control de Chilpancingo.
Era de noche, recuerda la mujer que pidió no ser nombrada, cuando dejó su hogar junto con su esposo, sus hijos y las pocas cosas que pudieron llevar consigo en el autobús que los llevó hacia Matamoros. Su casa, el lugar que construyó junto a su esposo, se quedó, al igual que su negocio y sus demás pertenencias. Ni sus vecinos supieron la hora a la que huyeron.
“Sí, dejé mi casa, que con mucho esfuerzo uno se construye. Compramos un terreno con mi esposo, nos dedicamos al comercio, tuvimos que dejar todo para venirnos. No vendimos nada, dejamos todo abandonado allá”.
Desde otro punto de Guerrero, cerca de la costa, otra familia se desplazó a causa de un desastre natural. Guadalupe Sánchez se fue junto con su hermana luego que en octubre de 2023 el huracán Otis destruyera casi por completo la casa que rentaban en Acapulco. El 6 de enero, el día de Los Reyes Magos, inició su camino hacia Estados Unidos.
“Se nos metió toda el agua, las láminas se nos volaron todas, la verdad tuvimos pérdida total, tanto en paredes, en ropa, electrodomésticos”, recordó.
Su hijo, su mamá y otra de sus hermanas se quedaron en Acapulco, bajo la promesa de que las dos hijas mayores les enviarán dinero una vez que logren entrar a la Unión Americana.
De acuerdo con el padre Francisco Gallardo, responsable pastoral de migrantes de la Diócesis de Matamoros, bajo su cuidado hay actualmente 180 mexicanos desplazados, tan sólo en esta ciudad.
En total, en toda la red de albergues que dirige la diócesis, Gallardo calcula que hay entre mil 200 y mil 300 migrantes actualmente, con miras a que entre marzo y abril haya un incremento en la llegada de personas.
Cuenta que en ciudades vecinas, como Reynosa, se han formado colonias enteras de desplazados internos, como las de Veracruz, quienes huyen de la violencia y la pobreza en el estado.
“Tenemos mucho desplazado interno de Veracruz, porque ya hay colonias específicas de personas de Veracruz, familias completas que ya tienen su manera de vivir y ya han hecho otro Veracruz chiquito, por ejemplo Reynosa, hay hasta colonias que se llaman las Jarachinas”, dijo el padre Francisco Gallardo.
Sin embargo, los más vulnerables son los migrantes que no se pueden ver. Los que eligen un camino más directo, pero peligroso. Son invisibles, viajan en tráileres o en cajas de camiones, son escondidos en bodegas o casas de seguridad, y los polleros los ayudan a cruzar de forma irregular hacia Estados Unidos.
“Salí aproximadamente hace dos meses, por motivo de la delincuencia, cobraban cuotas, piso, en los locales, las camionetas de noche andaban así, armados”, cuenta a MILENIO un joven de Guerrero, quien buscó el anonimato e incluso pidió que no se mencionara el municipio del que huyó.
Es tan pequeño, no tiene ni 2 mil pobladores, que asegura que todos se conocen ahí. El joven huyó junto a su hermano y una sobrina, pero en Guerrero dejó a su mamá, a su esposa y a un hijo detrás.
“Lo importante es pasar y ya ahí hablar con un abogado que nos pueda ayudar, porque ciertamente desconocemos cómo sea el trámite”, dice con nulas esperanzas de regresar al pueblo donde nació y construyó su familia.
Más de 700 personas huyen de la violencia en Chiapas:
Imagen portada: Araceli López | MILENIO
