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La gira y el doble decálogo

Por José Francisco Villarreal

En otros tiempos del acoso escolar, cuando todavía no tenía el higiénico nombre de “bullying”, recuerdo que lo más común era el acoso verbal. Como aún respetábamos el tabú de las “maldiciones”, nuestro repertorio de “malas palabras” era muy limitado. Decir “pendejo” a otro niño ofendía menos que el asombro y admiración que despertaba entre los testigos y el aludido. Se entiende, aquellos niños apenas teníamos idea del significado de esas palabras. Expresarlas era un acto de valentía, una traviesa transgresión. El acoso físico era más molesto que dañino: coscorrón, tirón de pelo y zancadilla en corto, “pamba loca” en colectivo. El “vas a ver a la salida” era un conjuro para terminar el problema sin lesiones. Si alguna vez se concretaba, el pleito callejero era un espectáculo gratuito: muchas bravatas antes de llegar a las manos, y la pelea era un poco instinto y mucha coreografía, más neutralizar al adversario que dañarlo. Era, lo admito, emocionante tener al “enemigo” inmovilizado, verlo a los ojos y gritarle “¿Te rindes?” El perdedor se llevaba más tierra en la ropa y raspones accidentales que heridas. “¡Apá!, se pelearon unos niños en la plaza. Yo no, yo nomás estaba viendo”. Y respondía mi agüelo: “Pues mal hecho. Entre menos ojos, menos golpes”. Puede ser. Alguna vez me topé con un “enemiguito” en una vereda. Empezamos viéndonos de reojo, y acabamos jugando al bote pateado en el Camino Real.

Mi memoria es muy temperamental. Olvido lo que pasó hace 10 minutos, pero hay cosas que me remiten a sucesos de hace años, como aquellas peleas. Recordé estas andanzas infantiles cuando veía videos del mal recibimiento que dieron migrantes a Bertha Xóchitl en Estados Unidos. Bravatas también, aunque subidas de tono. Honestamente, me molestó que la imprecaran con insultos y mentadas, puro bullying electoral; pero no me incomodaron otros gritos que denunciaban corrupción y sometimiento ante Estados Unidos. Es factible que las manifestaciones hayan sido coordinadas por grupos afines a la 4T. Pero los cardiacos deben dejar de quejarse por eso; independientemente de su filiación partidista son migrantes, esos mexicanos están allá porque ya no podían estar aquí. Son un producto de gobiernos mexicanos que les cancelaron todas las opciones de progreso y bienestar. Habrá también migrantes que amen a la candidata derechista, pero no vi que hicieran mucho ruido, salvo su guardia pretoriana.

Es inevitable reaccionar ante un caso específico. Hubo un tipo, que también escribe artículos de opinión, y es sedicente titulado de Yale, exasesor de Vicente Fox y del político republicano Mitt Romney, y ahora del Departamento de Estado de EEUU. Rafael Elías, se llama, y saltó a la fama por enfrentar a los migrantes que abucheaban e insultaban a doña Bertha X. Responder a insultos con insultos se ve mal pero se comprende; como en un pleito infantil, podría terminar en empate. Pero humillar a los migrantes por sus oficios en aquel país, es más que reprobable. Y tocar la cara de uno de esos manifestantes para ofenderlo es pasarse de la raya. En mis inocuos pleitos infantiles, tocar la cara implicaba una respuesta inmediata con un contundente puñetazo. Pero el ilustre intelectual no se quedó en esa agresión física, también presumió su solvencia económica humillando y discriminando a los migrantes. Lo que no pensó es que al hacer esos desfiguros estaba generalizando, es decir, estaba ofendiendo a TODOS los migrantes, incluso a los que eventualmente simpatizaran con Bertha Xóchitl. Olvidó que los migrantes son una importante fuente de recursos para México, que ellos lo saben, y que también empiezan a comprender que pueden ser una fuerza política tanto en Estados Unidos como en México.

Hay un heroísmo patriota en ellos, porque los recursos que envían a México sí se distribuyen, no se estancan en la cartera de parásitos, como algún cuestionable analista político.

Por ahora el objetivo no es acabar con la migración mexicana hacia EEUU sino regularla. Eventualmente desaparecerá sola, pero eso depende de cómo se gobierne en México. Olvidó pronto Elías la postura de su asesorado Mitt Romney sobre la migración.

Vi también que, poco después, Rafael Elías se disculpó por su actitud. Incluso esgrimió una estampita del Sagrado Corazón de Jesús (o el de Felipe Calderón, no estoy seguro). No sé si fue sincero, o es bipolar, o entendió las consecuencias, o le jalaron las orejas. Como sea, el daño está hecho, y se suma a otras situaciones que convirtieron en un verdadero desastre la gira de doña Bertha X. Hasta los ridículos saltitos de la señora ante los abucheos (o su clon, no lo sé) y el “juayderitazo” (Jairo Calixto dixit) fueron más decentes que el tal Elías. No hay duda que la selección de la señora como candidata presidencial, además de estar viciada de origen, fue una pésima decisión de Claudio X., y un garlito de don Andrés. El agresivo defensor de la candidata derechista resultó más derechista todavía, con los peores atributos de una derecha clasista, violenta, autoritaria, discriminadora, factores todos, aquí sí, de una dictadura. ¿Queda claro en dónde está la dictadura mexicana?

Este escándalo que pinta de paisaje y cuerpo entero a esa coalición de partidos, es perfectamente coherente con la desesperada súplica de doña Bertha X., al gobierno e instituciones estadounidenses: ¡los invitó a INTERVENIR en nuestro proceso electoral! Como si no tuvieran de por sí esa atención e intención. No compararía esta gira con aquella delegación que ofreció un trono a Maximiliano, porque al menos el archiduque era tan liberal como don Benito.

La pretensión de Bertha X., de vendernos a los Estados Unidos implica sojuzgarnos ante una potencia extranjera a su vez sometida por intereses económicos internacionales, colonialismo puro.

Porque finalmente su gira fue eso: ofrecer nuestros recursos y nuestra soberanía a otro país a cambio de apoyar a una facción política. Ojalá que su próxima gira no sea a El Vaticano, pondría en aprietos al papa Francisco e incluso a Dios.

Para acabar de pintar el cuadro, con la comunidad migrante bien enchilada, con ciudadanos indignados por el entreguismo, y con la imposibilidad de que comentócratas y medios magnifiquen los resultados de esa gira, aquí en México don Andrés bajó del Sinaí con un doble decálogo: veinte iniciativas. Además de dictar un catecismo para todos los candidatos del frente morenista y marcar la ruta de la 4T, también son una trampa evidente para la oposición. Una gran parte de ellas contaría con la obvia aprobación de la mayoría de los ciudadanos. ¿Populismo? Sí, pero no demagogia. En todo caso, una astucia que muestra que  la oposición sigue subestimando a don Andrés. Oponerse a la mayoría de esas iniciativas les restaría todavía más votos, los enfrentaría a los electores. No les queda más remedio que dejar de oponerse a todo, como hicieron durante el sexenio para boicotear al Poder Ejecutivo no a don Andrés. Ahora tendrían que ceder en el Congreso y confiar en que el Poder Judicial admita amparos contra lo que por ahora se vean forzados a avalar, o de plano en que la Suprema(cista) Corte de Justicia de la Nación siga invadiendo atribuciones del Poder Legislativo y eche abajo cualquier ley o reforma. Sólo que los poderes Legislativo y Ejecutivo, aunque sea en teoría, sí representan al pueblo, este Poder Judicial ni en teoría. Y con el perdón del ilustre ministro Alberto Gelacio Pérez Dayán, la autonomía es de una corte colegiada no de cada ministro, y la superioridad de ese colegio es sobre otras cortes, no sobre otros poderes del Estado, y mucho menos sobre la voluntad el pueblo, el verdadero espíritu de las leyes. Supongo que peregrinaciones dizque “ciudadanas” como la convocada por Claudio X., para el próximo 18 de febrero, deberían concurrir en el edificio de la SCJN, que es donde les han hecho más milagros. De rodillas y con una penca de nopal en la espalda deberían llegar los feligreses de Claudio X., por tantos dones concedidos, y por los que todavía seguirán concediendo, siempre con Lorenzo como tamborilero de los matachines y rezandero del Rosario.

Finalmente la gira de Bertha X., está marcada por el escapismo, el entreguismo, la violencia de uno de sus seguidores, un pésimo diseño y detalles amenos para solaz del respetable público. Pero es notoria la ineptitud de sus estrategas, no han mostrado algún avance ni claridad en el proyecto opositor para México, para EEUU sí; en tanto el morenismo despliega nuevas condiciones para la continuidad de la 4T y las impone también a la oposición. El doble decálogo de don Andrés les ofrece la oportunidad de no perder votos y hasta ganar algunos, pero saben que es también una derrota. Así, la rabia y la desesperación de unos, y la indignación y el entusiasmo de otros, no prefiguran nada bueno. Ojalá que una vez en la ruta final de los comicios, unos y otros se encuentren en la misma vereda y acaben como yo con el “enemiguito” de mi infancia, sólo pateando el bote, no a las urnas ni a los electores ni a la democracia.

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Vía / Autor:

// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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