El miedo se esparce a más rincones de México. Alegando terror a la tortura, persecución, acoso, riesgo de secuestros y extorsiones que ejercen diversas organizaciones del crimen organizado, la cantidad de mexicanos que solicitaron refugio en Estados Unidos se disparó en proporciones abrumadoras; publica MILENIO.
Una investigación de MILENIO a través de información obtenida de las oficinas del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS, por sus siglas en inglés) y Aduanas y Protección Fronteriza (CBP en inglés) de Estados Unidos, revela que las peticiones de asilo por un recurso llamado ‘Claims of Credible Fear’ (Miedo creíble) aumentaron 564 por ciento entre 2022 y 2023.
El “miedo creíble” forma parte de la ley de asilo estadunidense. Por medio de este mecanismo una persona que demuestra un riesgo patente de regresar a su país de origen no puede ser deportada de los Estados Unidos hasta que se procese su caso, pero también es uno de los procedimientos más complejos por los requisitos que impone: hay que sortear varios interrogatorios de agentes aduanales y migratorios.
En el año fiscal 2022, las autoridades realizaron 528 entrevistas de mexicanos que aseguraban tener “miedo creíble” de regresar a su país, mientras que durante 2023 tuvieron que procesar 3 mil 507 interrogatorios. Pero no todas las solicitudes son autorizadas, por lo que no llegan a las cortes.
Acosados por entes ingobernables
Quien solicita este tipo de asilo tiene que comprobar que está siendo perseguido por motivos relacionados con su opinión política, raza, religión o bien que la persecución es generada por el gobierno de su país, o por personas que las autoridades no quieren o no pueden controlar. En el caso mexicano, el acoso lo suelen ejercer organizaciones del narcotráfico.
Desde 2019, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) hizo hincapié ante la Oficina del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) que urgía a que las autoridades fronterizas aceptaran las peticiones de emergencia realizadas por mexicanos.
Aunque pocas veces la gente se atreve a contar sus historias, la ACLU logró documentar 18 casos de solicitantes que en su mayoría eran extorsionados por integrantes de cárteles mexicanos. Hay relatos que se volvieron repetitivos, como el del cobro de piso a sus pequeños negocios, pero también otros casos mucho más dramáticos.
El organismo reveló situaciones como la siguiente: “Se vio obligada a huir de su casa [en Ciudad Juárez] después de que miembros del cártel secuestraran a su hijo y dijeran que le enviaría su cabeza cortada en una hielera si no pagaba. Su hijo fue liberado después de que ella pagó la tarifa de extorsión, pero la policía mexicana se negó a investigar porque el comandante de la policía trabajaba para el cártel”.
A pesar de que el número de peticiones de asilo por causal de “miedo creíble” está creciendo, la mayoría son rechazadas. Así, los mexicanos que intentaron por todas las vías obtener asilo, tienen que regresar a sus entornos de violencia, con el peligro que ello implica.
Según datos estadísticos del Departamento de Justicia estadunidense, durante 2023 sólo llegaron a las cortes de inmigración mil 657 peticiones por miedo creíble, de las cuales fueron concedidas 166, es decir, apenas el 10 por ciento.
Cárteles mandan al destierro
Las peticiones de asilo se acumulan en las estanterías de las oficinas de migración. Pero México no es el único país con esta problemática. En 2022 y 2023, ciudadanos latinoamericanos que solicitaron refugio por miedo manifestaron provenir de Colombia (45 mil 357 peticiones), Venezuela (23 mil 543) y Ecuador (17 mil 838), entre otros.
México parecería no sumar tantos casos, que en estos dos años suman 4 mil 035. Lo preocupante y que salta a la vista es el incremento de un año a otro, según una base de datos del Departamento de Seguridad Nacional, cuyas cifras representan el número de derivaciones que realizó Aduanas (CBP) a Ciudadanía e Inmigración (USCIS).
Es decir, que si una persona en la frontera mexicana declara que tiene reticencia de regresar, estas dependencias inician interrogatorios para verificar que en efecto existe un “miedo creíble” para regresar a México. Algunas de las preguntas exploran si la persona ha sufrido persecución, tortura u otros tratos crueles.
De ser así, un oficial decide si la persona es elegible para asilo o si debe ser deportado inmediatamente. Si es elegible, los mexicanos presentan un conocido formulario, el I-589, específico para Solicitud de Asilo y de Suspensión de Remoción. Superada esa aduana, el caso se va a un tribunal en la Unión Americana.
Uno de los testimonios que se conoce por los documentos de USCIS ejemplifica por qué los mexicanos están solicitando la petición a través del miedo razonable:
“El señor M.V.R. llegó [a solicitar asilo] después de que el cártel secuestró y torturó a su hijo, dejando su cuerpo mutilado en el suelo. Una funcionaria mexicana dijo a M.V.R. que sería muy peligroso para él presentar una declaración sobre la muerte de su hijo”.
Con todo, el proceso para obtener el asilo es tortuoso. Según la ACLU se han recopilado testimonios de familias a las que los agentes de inmigración, el primer filtro, les lanzaban frases como: “Ustedes siempre crean su propios problemas y luego no los traen a nosotros. Vuelve a tu país y resuelve tus problemas con el crimen organizado”.
Casi nadie lo logra
Otra dependencia con información reveladora es la Dirección de Refugio, Asilo y Operaciones Internacionales (RAIO, sus siglas en inglés). Durante el año fiscal 2023 y lo que va del 2024, los lugares donde más cuestionarios de miedo razonable se realizaron fueron Houston y Arlington, en Texas, además de las ciudades de Nueva Orleans, Chicago y Los Ángeles. En la mayoría de los casos el motivo de la petición de asilo fue ser víctimas de tortura y persecución.
“N.J.M. y su familia se vieron obligados a huir de su hogar después de que la violencia de los cárteles impidiera que sus hijos asistieran a la escuela y los miembros del cártel amenazaban directamente sus vidas”, dice un testimonio.
Otro: “J.H.D., junto con su esposa y dos hijas, de Chiapas, México, estaban buscando protección en los Estados Unidos y fueron sometidos por las autoridades norteamericanas en Matamoros durante un mes. Los cárteles amenazaron de muerte a J.H.D. y su familia, huyeron de su casa después de que se negaran a pagar un impuesto mensual. Su esposa e hijos estaban siendo vigilados y su hermano había sido asesinado por la misma organización”.
La mayoría de las peticiones de asilo documentadas por la organización de libertades civiles, ACLU, se realizaron desde la frontera de Ciudad Juárez, Chihuahua, con El Paso, Texas. Pero las denuncias giraron alrededor de la demora, los tiempos de espera, el maltrato racista y demás vejaciones sufridas por los solicitantes.
Sin bien las autoridades estadunidenses ofrecen poca información por la secrecía y lo delicado de las historias, el Departamento de Justicia reveló a través del informe del año fiscal 2023 que si bien llegaron hasta los jueces de inmigración mil 657 peticiones por miedo creíble, sólo en 166 casos resultó a favor de la petición de asilo; una tasa de aceptación de apenas 10 por ciento para los mexicanos.
A pesar de la bajísima tasa de asilo por ‘Claims of Credible Fear’, los mexicanos originarios de zonas donde el narcotráfico se ha apoderado de sus calles, siguen llegando a las fronteras donde esperan –incluso a ras de calle–, que se abran las puertas de metal de las fronteras.
Porque hay historias donde el miedo ya conquistó familias y comunidades enteras: “N.M.G.R., junto con su hija de dos años, de Michoacán, México, buscan protección en los Estados Unidos, y han sido sometidas a sistemas de medición en Matamoros desde hace casi un mes. N.M.G.R. está huyendo de su marido abusivo, miembro del crimen organizado, que amenaza con matarla y llevarse a su hija. Su marido la localizó y supo que estaba en Matamoros. Cuando le contó esto a los oficiales de CBP [Aduanas y Protección Fronteriza] le dijeron que regresara en otro momento para ver si había espacio para procesar su petición de asilo. Cuando regresó, le dijeron que no había espacio. Desde entonces ha huido a otra ciudad… donde se esconde con su hija”.
Imagen portada: Andrés Lobato | MILENIO