En 2022 en México, alrededor de 4 millones de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en edad de cursar la educación obligatoria (3-17 años) no asistieron de manera regular a la escuela, reveló un informe de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu); publica MILENIO.
El documento Indicadores nacionales de la mejora continua de la educación en México 2023 (INMCE) reportó que un millón 361 mil 627 niñas y niños en edad de cursar preescolar no lo hicieron de forma regular; 241 mil 510 no cursaron primaria; 540 mil 100 adolescentes en el caso de secundaria, y un millón 766 mil 612 jóvenes que no cursaron Educación Media Superior.
Según el informe, en el ciclo escolar 2021-2022, el 98.2 por ciento de la población en edad de cursar la educación primaria, de 6 a 11 años, asistía a la escuela; y en una situación similar se encontraba la población en edad de cursar la secundaria, de 12 a 14 años, con el 92.1 por ciento.
No obstante, la tasa de asistencia fue menor en el caso de educación preescolar, de 3 a 5 años, con el 76.1 por ciento; y la Educación Media Superior, de 15 a 17 años, con 74.1 por ciento.
En el caso de la población de 18 a 24 años, 34.6 por ciento asistía a la escuela, idealmente en educación superior.
Mejoredu explicó que la tasa de asistencia escolar, estimada con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), permite conocer la proporción de menores en determinado grupo de edad que asisten regularmente a la escuela; a su vez, ofrece una aproximación sobre cuántos de ellos no forman parte del Sistema Educativo Nacional y, por tanto, no ejercen su derecho a la educación.
Las zonas rurales siguen siendo los lugares donde se registran más limitantes para acceder a la educación. Según el informe, en el grupo de 12 a 14 años, la población residente en localidades con menos de 2 mil 500 habitantes registró una tasa de asistencia escolar de 86.8 por ciento.
Mientras que, en las localidades semiurbanas o urbanas la asistencia fue de 94.2 por ciento. En el grupo de 15 a 17 años, las tasas de asistencia fueron de 60.4 y 79 por ciento, respectivamente, en esos tipos de población.
“En el grupo de 6 a 11 años, donde la asistencia escolar fue casi universal, se observó una diferencia de 13.1 puntos porcentuales entre niñas y niños con alguna condición de discapacidad o problema mental , 85.4 por ciento, y quienes no presentaron esa condición, 98.5 por ciento”, agrega el informe.
Para el grupo de 3 a 5 años, las razones de inasistencia son variables y puede ser una decisión de las familias no enviar a los menores a la escuela.
“Las diferencias observadas entre las distintas subpoblaciones permiten advertir retos para la política educativa, porque implican una diversificación de estrategias y esfuerzos para que toda la población tenga acceso a la educación pertinente y que respondan a las diferencias culturales”, aclaró.
Cobertura en educación obligatoria
Al inicio del ciclo escolar 2021-2022, la educación inicial atendió a 305 mil 290 niñas y niños de 0 a 2 años, equivalente a 4.8 por ciento del total de menores en el mismo grupo de edad.
En educación preescolar, de cada cien niños en edad esperada para cursar el nivel , 3 a 5 años, había 62 matriculados, es decir el 62.1 por ciento.
En primaria la cobertura fue de 96.3 por ciento; secundaria, 83.9; y Educación Media Superior, 60.7 por ciento.
El documento de Mejoredu expone que un ingreso oportuno al sistema educativo favorecerá la probabilidad de concluir la educación obligatoria; sin embargo, factores como la reprobación y la interrupción temporal de los estudios pueden obstruir, e incluso, finalizar la trayectoria escolar de forma prematura.
En este sentido, en el ciclo escolar 2021-2022, la tasa de matriculación oportuna fue de 96.8 por ciento en educación primaria, lo que significa que en general los niños ingresan a la edad esperada, 6 años. En educación secundaria, la tasa fue de 93.4 por ciento.
“La diferencia entre este valor y el registrado en primaria –3.4 puntos porcentuales– da cuenta de la proporción de niñas y niños que durante su estadía en primaria presentó interrupciones, ya sea por la suspensión temporal de sus estudios o por reprobación”, aclaró el estudio.
Para bachillerato, fue de 82.0 por ciento, 11.4 puntos porcentuales menos con respecto a secundaria; lo que arroja que los estudiantes presentan mayores tasas de reprobación, interrupción y suspensión de sus estudios.
En cuanto al porcentaje de estudiantes en situación de extraedad grave fue relativamente bajo en educación primaria y secundaria: 0.8 y 1.2, respectivamente. En cambio, en bachillerato alcanzó 7.5.
El análisis arrojó que en las escuelas del servicio indígena y comunitario el porcentaje de estudiantes en situación de extraedad fue mayor a lo observado en las escuelas generales.
“Aunque la situación de extraedad puede ser un factor de riesgo para que los estudiantes se desafilien del sistema educativo, no debe ser un impedimento para que jóvenes puedan matricularse al SEN, pues la educación es un derecho que no prescribe con la edad; por el contrario, la finalidad del indicador es visibilizar a los estudiantes que pueden requerir apoyos complementarios para ejercer plenamente tal derecho”, expuso Mejoredu.
“Dejé la escuela para venir a trabajar a la ciudad»
En las inmediaciones del Bosque de San Juan de Aragón, en un cruce vehicular, Lety y su hermanita, hablantes de tsotsil, hacen malabares en espera de una moneda.
Lety, de 12 años, cuenta que hace meses dejó la secundaria en su natal Mitontic, Chiapas, porque decidió acompañar a su familia en búsqueda de empleo en la Ciudad de México.
Sólo se incribió al ciclo escolar 2022-2023 , fue un par de días y no volvió a la escuela.
―¿Por qué dejaste la escuela?―.
«Porque vine a trabajar porque ,si no, no tenemos para comer», cuenta en un español atropellado.
―¿Te gustaría terminar la secundaria?―.
«No. No me gusta la escuela».
―¿No te sientes a gusto en la escuela?―.
«Me encanta pasar tiempo con mi familia y les ayudo para los gastos. No quiero estudiar».
Ana, su madre, la observa a la distancia con la tercera hija en sus brazos, una bebé de meses.
Cuenta que las niñas van a la escuela cuando tienen oportunidad, pero esta vez había que ir a trabajar a la Ciudad porque en su pueblo no hay nada.
La familia de Lety proviene de un municipio donde el 49.3 por ciento de la población vive en situación de pobreza extrema. Para una localidad predominantemente indígena, los alimentos que se pondrán en la mesa son la mayor preocupación, mientras los libros pueden esperar.
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