La relación del actor y director de escena Cristian Magaloni con el teatro de Anton Chéjov pasó por el cuentista estadunidense Raymond Carver para cambiar la visión de cómo quería montar La gaviota.
“Siempre he admirado mucho a Chéjov y La gaviota representa mi primer contacto con él. Fue la primera obra que leí suya y la primera que trabajé en clase. Llevarla a escena es un proyecto con muchos años gestándose, ya habíamos tenido una experiencia previa con obras cortas de Chéjov, quedamos muy contentos y quisimos montar La gaviota”, cuenta en entrevista con MILENIO el director.
Su puesta en escena se presenta en el Foro Lucerna, con un elenco encabezado por Margarita Sanz como Arkadina, para una temporada los martes hasta el 16 de abril, a las 20:30 horas.
“Hay un cuento de Raymond Carver, otro escritor al que admiro mucho, Tres rosas amarillas, sobre la muerte de Chéjov. En el relato, la mujer pide una botella de champaña para seguir celebrando la vida con un Chéjov moribundo de tuberculosis. Es un cuento hermoso y describe muy bien el espíritu de lo que es Chéjov”, comenta el también director de la multipremiada obra Indecente, de Paula Vogel.
“Siento que suelen montar a Chejov con personajes manipuladores, malvados, profundamente reflexivos y aburridos. Y claro que son eso, pero están intentando pasársela muy bien. Están todo el tiempo jugando, intentando hacer la vida divertida, pero nunca lo consiguen plenamente. Y eso lo describe muy bien Carver. Desde que leí su cuento, me cambió la visión de Chejov”, añade Magaloni, que actúa como él mismo en la obra de Fernando Bonilla, Mercan.
Ideal para teatreros
En La gaviota, una familia se reúne con algunos amigos en una casa junto a un lago. Arkadina, una actriz madura, soberbia y castrante, humilla a su hijo Tréplev (Roberto Beck), que quiere ser dramaturgo y monta una pequeña obra de teatro doméstica; su novia Nina (Assira Abate), aspirante a actriz, es seducida por Trigorin (Pablo Perroni), novelista amigo de Arkadina, que luego la abandona. El encierro de los personajes tuvo un referente inmediato para el director y sus actores: la pandemia.
El resto del elenco está integrado por Boris Schoemman (Sorin), Lourdes Gazza (Polina), Julio César Luna (Dorn), José Ramon Berganza; como Masha, alternan Ana Kupfer y Ditmara Náder.
Magaloni dice que en su montaje busca acercar a Chéjov al público y teatro actuales en México.
“Quisimos montar La gaviota sin cortarla, sin dejar de pasar todo lo que Chéjov escribió, pero acercando la obra al México del siglo XXI. Hicimos una adaptación no tanto de lo que sucede ni de los eventos que plantea Chéjov, sino de la manera en que se relacionan los personajes; contar la historia de esta familia encerrada en una casa de campo, cuyos miembros filosofan sobre la vida y el teatro, y se enamoran unos de otros”, expone el director de escena, que buscó actores con quienes ya ha trabajado, con excepción de Margarita Sanz, que el año pasado protagonizó ahí La golondrina, de Guillem Clua.
“Margarita Sanz me parece una actriz extraordinaria y tenía muchas ganas de trabajar con ella. Necesitaba una actriz que comprendiera muy bien el mundo del teatro y el hecho de ser actriz, una persona que ama y vive para el teatro. Arkadina le quedaba perfecta a Margarita”, refiere Magaloni.
“La gaviota nos fascina tanto a los teatreros porque es una obra que habla muchísimo sobre el teatro. Por eso tratamos de acercar en el montaje los dilemas de nuestro teatro, la visión y problemas que tenemos con él”, concluye Magaloni.
Un hijo a la sombra de la madre
“Arkadina es un personaje con una vitalidad abrumadora. Y en ese deseo de gozar arrasa con su hijo, Tréplev, que creció bajo la sombra de ella. Siempre me ha interesado ese tipo de relación problemática entre madre e hijo pintada tantas veces por el teatro”, dice Magaloni.
Imagen portada: Especial | MILENIO