La inseguridad legal y la incertidumbre sobre su futuro se agravan con el endurecimiento de las políticas migratorias estadunidenses.
Cuando Woodson llegó a México, pensó que solo estaría de paso y hoy, toma clases de español y aluminería. Lleva cuatro meses esperando una cita de solicitud de asilo en Estados Unidos, que tramitó a través de la aplicación CBP One. Mientras tanto ha comenzado a construir, con ventanas y puertas de aluminio, un sueño mexicano; informó MILENIO.
«Para hacer, pienso que yo puedo trabajar para hacer dinero…», dice este joven haitiano en un español entrecortado.
La necesidad ha hecho que su sueño de cruzar la frontera norte, como el de varios miles mas, se quede en la capital del país, obligando a familias enteras a buscar integrarse a la vida cotidiana.
«Afortunadamente pudieron rebasar la barrera del idioma… tienen necesidad, tienen mucha necesidad, es un oficio que les permite ganarse la vida de manera honrada», explica José Ignacio Vázquez, quien imparte el taller de aluminería en el Pilares Cocodrilos en la alcaldía Tláhuac.
Orgulloso, este tallerista celebra que pueda transmitir sus conocimientos, ya sea para que se apliquen en México o en Estados Unidos, pero lo más importante, para que puedan auto emplearse y generar recursos.
«Tienen la ilusión de brincar a Estados Unidos, pero aun así lo celebro doble porque igual se pueden emplear como maestros alumineros, o como ayudantes, o como aprendices…», añade.
Al respecto, Alejandra Uribe, coordinadora de proyectos operativos de este centro cultural, explica que el taller “se suman a la oferta que tenemos para toda la ciudadanía como los talleres de oficio”.
Además, ante la necesidad de la comunidad, fueron abiertos talleres de español e inglés de manera gratuita.
Dejó de ver a México como una sala de espera
En Haití, Musso tenía su propio restaurante, pero la crisis del país lo obligó a dejar todo y caminó desde Brasil, Bolivia, Perú…y once países más que dice no recordar, hasta que el 28 de septiembre de 2021 dejó de ver a México como una sala de espera para hacerlo su hogar.
«Antes tengo dos trabajos, encontré trabajo en Omega, en metro Pino Suárez, haciendo hilo para costura, quedé ocho meses, y trabajé en la tarde, entraba a las seis y media y salía a las dos de la tarde… y en este trabajo gracias a Dios, quedé aquí, soy chef de la cocina haciendo comida para la gente y hay 850 personas…»
«Los mexicanos son buenos, sí, en Haití me dicen que son racistas pero no… cuando yo llego son bien… son bien», confiesa.
Pero no todos han corrido con la misma suerte. La migración también está encontrando espacios en la economía informal de la Ciudad de México como cargadores, comerciantes, peluqueros o ayudantes.
Tan solo en 2023 se registraron 588 mil 626 eventos de personas en situación migratoria indocumentada según la Secretaría de Gobernación, lo que representa cada año más de medio millón de personas que ingresan al país con la finalidad de cruzar a Estados Unidos o pedir refugio en México.
Mientras que la población irregular, se estima que está entre cuatro mil y seis mil personas, las que estarían esperando en las calles de la Ciudad de México para obtener una cita por CBP One o un trámite ante el Instituto Nacional de Migración (INM).
No hay donde poner una colchoneta más
En las últimas semanas, el endurecimiento de las políticas migratorias de Joe Biden y la inoperancia de las autoridades migratorias mexicanas han quedado registradas en los albergues de la sociedad civil y en las calles de la colonia Vallejo en la alcaldía Gustavo A. Madero.
«Hay momentos como este, en el que ya nos rebasó, no hay donde poner una colchoneta más», comenta Hugo Rossel, encargado de comunicación de CAFEMIN.
El albergue Casa De Acogida, Formación Y Empoderamiento De La Mujer Internacional Y Nacional (CAFEMIN), pertenece a las hermanas Josefina de la Iglesia Católica, se ha convertido en la parada obligada del migrante después de meses de travesía.
Tiene 12 años ofreciendo a la migración un plato de comida, un baño o una cama. Y aunque se les da prioridad a mujeres y niños, hoy deben decirle a los migrantes: «Ya no hay espacio», lo que los ha obligado a instalarse 100 metros, sobre las vías del tren.
«Ellos vienen aquí, ante la inoperancia de las autoridades, y no solamente inoperancia, en la decisión de no atenderlos…», añade.
Este campamento irregular se suma al de 100 metros en la alcaldía Gustavo A. Madero; al de campamento de limpia en Tláhuac, en la alcaldía Cuauhtémoc, en la plaza Giordano Bruno, y otro más en Naucalpan, Estado de México.
Sin embargo, el problema recae en la falta de un documento que acredite su estadía en el país, y es que según Rossel «Dejaron de darles los documentos para poder estar legalmente en el país, 7, 30, 45 días, y resolver o seguir su camino o buscar una alternativa en la Ciudad de México o en alguna parte del país«.
El tema toma mayor relevancia en el escenario electoral, y de acuerdo con el activista experto en migración Rodrigo Yedra, “preocupante”, porque nadie hace nada para ayudarles; publicó MILENIO.
«Esto lo vemos con mucha preocupación, lo vemos con la agenda de migración en el país, es preocupante. La elección de Biden y Trump… si Trump llega al poder vemos que las fronteras se van a cerrar y probablemente todas estas personas que vemos aquí… se van a quedar aquí, se van a quedar atrapadas, y aquí la pregunta que le hacemos al gobierno de la Ciudad de México, al federal, a los gobiernos de Chiapas, Oaxaca, Veracruz, donde las personas están, ¿Qué van a hacer?«, cuestiona el activista.
