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Virgilio, Ufemia y el Novus Ordo

Por José Francisco Villarreal

Alguna vez comentaba que cuando era niño mis abuelos nunca me pusieron límite a lo que yo quisiera leer. Daba lo mismo un tratado sobre apicultura, que un poemario erótico (“Poesía Voluptuosa”, se llamaba), un pasquín amarillista como La Alarma, o fascículos de “Mecánica Popular”. Entre muchas otras cosas leí la Biblia. Si bien eran mucho más emocionantes los libros del Antiguo Testamento, no omití el nuevo. Fui ligero con los Evangelios, porque aunque intentaban ser la misma historia, de pronto no me cuadraban unos con otros. Excepto por los Hechos y el Apocalipsis, tampoco leí con avidez las epístolas que, para mi mente infantil, sólo enredaban las enseñanzas simples y directas de Jesús. Aunque ya sabía que epístola y carta se usan como sinónimos, me quedó claro que no lo son. Años después, un viejo maestro me decía que no existen los sinónimos, porque aunque en general se signifique lo mismo, en lo particular la estructura de la palabra, sus sonidos y su contexto, siempre matizan ese significado. Así que las “cartas” de los apóstoles no son más que recursos literarios para exponer su particular visión de las enseñanzas de Jesús y, de paso, la formación del cristianismo como culto. 

Por eso me pareció casi una epístola profana la famosa carta que Natalie Kitroeff, en su calidad de corresponsal del New York Times, envió a Jesús Ramírez Cuevas, Coordinador General de Comunicación Social y Vocero del Gobierno de la República. Que le llame “Estimado Jesús” no personaliza la comunicación. Son dos instituciones las que se comunican. Que Natalie incluya además un teléfono y una dirección electrónica tampoco implica una deferencia personal sino profesional, después de todo desde antes ya era un contacto profesional y público en redes. Que se ponga hora y fecha para una respuesta, no parece una amenaza sino un emplazamiento tramposo. Esto queda demostrado en la insustancialidad de la presunta investigación. El libelo ya publicado lo demostró, puesto que para tener peso real necesitaba incluir la contraparte oficial de México, lo único veraz y comprobable que hubiera tenido. Por eso la urgencia. Tuvo su respuesta, pero no como la quería. Y al decir “libelo” no denigro sino defino apropiadamente la publicación.

La lista de preguntas de la corresponsal es poco inteligente, por no decir boba. Hubiese funcionado para una investigación probada, no sólo probable.

Inicia preguntando si el presidente López sabe de esa investigación. Si el presidente no está enterado, todas las demás preguntas buscan precisiones a un contenido desconocido; es decir exigen al presidente a probar su inocencia. Es la clásica “falacia McCarthy”, donde si no hay pruebas de inocencia, entonces se es culpable. Un criterio que se ha generalizado en el periodismo opositor durante este sexenio. Pero aun así, no es a una periodista o a un medio a quien debe responderse, sino a quien, se sigue presumiendo, origina esa investigación. Es decir, según la “Dama Gris” (el New York Times), el gobierno de Estados Unidos. Eso fue precisamente lo que hizo don Andrés, y que fue respondido de inmediato por Washington negando la existencia de la mentada investigación.

Si bien el libelo ya publicado fue otro “cuete cebado”, pudo encabronar lo suficiente a don Andrés como para exponer el contacto laboral de Natalie. A mi entender un error, que fue luego aprovechado por una reportera para “torear” al presidente en la Mañanera y enredar más el tema. Hubiera sido más sencillo ofrecer disculpas por la difusión de los datos de Natalie y el NYT, aunque es muy probable que la respuesta de los ilustres masiosares, dueños de la oposición en México, hubiera sido la misma: exponer datos y teléfonos de instituciones y personajes relacionados con la 4T. Pero, seamos suspicaces. Si se han difundido una serie de números telefónicos de personajes de la 4T, significa que desde “algún lugar” se conocen y se monitorean rigurosa e ilegalmente. Además, trasciende la presunta pero muy factible venta de bases de datos de las secretarías de Salud y del Trabajo. Sólo la difusión de números telefónicos privados ya es alarmante, porque la evidencia apunta a un “war room” mucho más poderoso y sofisticado que el de la “oposición” mexicana; es decir, desde el extranjero. Ni los partidos tienen dinero para hacer esto, ni sus patrones empresarios nacionales son tan generosos para invertir la millonada que se requiere.

La misiva de Natalie fue como las cartas a “Ufemia”, y la publicación del libelo sonó como semillero de guaje. La intención de la “Dama Gris” es clara.

Un medio coleccionista de premios Pulitzer no se atrevería a publicar algo tan inconsistente si no tuviera un objetivo que justifique el riesgo de quedar en ridículo.

El libelo del NYT está destinado al habitual lector de encabezados y no más de dos párrafos, que es una gran mayoría. Fue lanzado en el momento justo para generar incertidumbre y dar elementos a la oposición prianperredista para lanzar calumnias, mentiras y provocaciones. Quienes orquestaron esto, sabían que en México se miente en los medios y redes sociales con absoluta impunidad. Y eso vale para opositores y oficialistas. Hay portales de noticias oficialistas que aunque emiten datos correctos, difunden conclusiones falsas. En los opositores lo normal es que no lo uno y sí lo otro.

El libelo cumple mediocremente su función de termita en el proceso electoral mexicano, pero la difusión de teléfonos de miembros de la 4T es mucho más peligrosa y directa. Para empezar, demuestra que hay una conjura mundial de corte ultraderechista interviniendo en México a favor del frente cardiaco. Porque si bien hay morenistas fanáticos que no pierden oportunidad para interpelar a los opositores, son más bien espontáneos y no significan mayor riesgo en el proceso electoral. En cambio, la forma tan organizada y precisa como de inmediato se usaron los números telefónicos de los oficialistas sí es preocupante. Los insultos no importan, la profusión de llamadas y/o mensajes ya es una interferencia en su actividad preparando la campaña. Obviamente intentan entorpecer sus estrategias. Cientos de mensajes y llamadas saturando líneas telefónicas no pueden ser casuales. Hay organización detrás de esto. Y aunque tengan a un ser tan maligno pero tan eficiente como Maximiliano Cortázar, visto frente a la invectiva internacional contra el país, esta eminencia gris no pasa de personero de fuerzas más experimentadas en eso de desestabilizar países y derrocar gobiernos. 

El affaire de la divulgación de números telefónicos de personajes de la 4T no es una venganza espontánea nacida de la indignación por la exposición de datos de Natalie. No es espontánea porque se ejecuta estratégicamente contra un gobierno y una candidata en campaña, no contra una persona. Supongo, pero no me hago ilusiones, que el INE, el TRIFE, Segob, Congreso de la Unión, el INAE…, ya deben estar frenéticos y preocupados investigando cada caso y preparando castigos contundentes y ejemplares. Tampoco se trata de una venganza por solidaridad con la corresponsal de la “Dama Gris” (NYT). Toda venganza corresponde al daño, y no veo que la incorrecta difusión de los datos de Natalie Kitroeff tenga mayores consecuencias ni para ella ni para el fementido diario. Aquí estamos hablando de un ataque a la soberanía nacional. Si se tratara de vengarse de esa manera, millones de mexicanos estaríamos saturando las líneas telefónicas de bancos y otras empresas que nos abruman diariamente con llamadas ofreciendo planes, créditos, regalos, viajes, y hasta alguna hermana casadera. 

Las raras teorías de conspiraciones terraplenistas, illuminatis, anunnakis y marcianos, son más bien el síndrome del paranoico, que tiene razón al sentirse amenazado, aunque suele equivocarse sobre el origen de la amenaza. Pero esta vez la amenaza es real y cada vez más tangible, es lo misma en México como es o ha sido en otros países, y es más grande y grave de lo que nos atreveríamos a creer. Ya hubo y ya hay una intervención extranjera en México. Los que la apoyan dentro del país, medios, partidos, empresarios, son sólo lacayos que aspiran a ser amos. Algo así como en “Novus Ordo Saeculorum” (Nuevo Orden Mundial) con un solo gobierno oligárquico e internacional. Y conste que los masones no tenemos nada que ver con eso… Y los illuminatis se ocupan de cosas más sublimes. “La última edad del vaticinio de Cumas es ya llegada; una gran sucesión de siglos nace de nuevo. Vuelve ya también la Virgen, vuelve el reinado de Saturno; una nueva descendencia baja ya de lo alto de los cielos.”, escribió Virgilio. Así es que, échenle la culpa a él. Sobre todo en eso de “el reinado de Saturno”, porque la oligarquía internacional no intenta implantar democracias a modo sino reinos.

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Vía / Autor:

// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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