Por Félix Cortés Camarillo
A pesar de lo complejo del sistema electoral de los Estados Unidos, el día de ayer, martes, permite adelantar un pronóstico para las elecciones de noviembre próximo. No cabe duda de que será una contienda de dos, en un país que se caracteriza por su bipartidismo, republicanos contra demócratas. Estados Unidos tendrá que elegir entre Joe Biden y Donald Trump en un enfrentamiento que se dio hace cuatro años.
Ayer, quince importantes estados fueron a las urnas en las elecciones primarias. Entre esos estados se encuentran dos decisivos por su población y en consecuencia los votos electorales que tienen, Texas y California. Ayer, en este martes básico, entre los republicanos Donald Trump llevaba ya seguros 244 delegados, de los 1,215 que necesita para que en julio la Convención Nacional del partido Republicano lo postule formalmente. En la otra esquina, y en agosto, la convención demócrata nominará al que llegue por lo menos a 1,968 electores; Biden llevaba la mañana de ayer 206. No es un gran margen a favor de Trump, y por eso los votos del martes inclinarán la balanza. Se definió la tercera parte de los votos electorales necesarios.
Para un observador nada imparcial del proceso norteamericano, como lo soy, tengo la sospecha de que el voto de los llamados rednecks (nuca roja), que es un denigrante apodo para los obreros y agricultores –los que se asolean el pescuezo trabajando– e integran la clase media de los Estados Unidos simpatizan más con el discurso clasista, racista, supremacista y anti inmigrante de Trump que con la moderación del presidente Biden, quien luce débil. Pero si ya supiésemos el resultado de un partido de futbol antes de que inicie, no valdría la pena jugarlo. Después de todo lo que se va a elegir es al presidente de los Estados Unidos.
Pero no. El sino geográfico, económico, cultural que nos une al vecino hace que el resultado de las elecciones de noviembre tenga un peso brutal sobre el futuro de México. Biden y Trump buscarán, cada uno en su caso, lo mejor para los norteamericanos; no para nosotros. Puede intuirse que en el trato bilateral Trump puede ser más rudo. Él es el autor de la frase aquella sobre cómo es fácil doblar a López Obrador, ergo también a su supuesta sucesora. Tal vez Biden sea menos directo; en esencia su política verá por los suyos y no por los nuestros, allá o aquí.
Tenemos que aprender a rascarnos con nuestras propias uñas.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Un siniestro torneo de estadísticas macabras se ha instalado en nuestra sociedad: ¿cuál de los gremios tiene más muertos? ¿Los periodistas o los políticos? Extrañamente, dos de los oficios que debieran ser de los más nobles se encuentran bajo permanente amenaza y las promesas del gobierno de brindarles toda a protección que necesiten suenan a bote. Ningún número de vigilantes sería suficiente para protegerlos a todos, eso es demagogia pura. Especialmente cuando los asesinos de precandidatos de uno y otro lado o reporteros de todo ramo son los mismos, los narcotraficantes o miembros del crimen organizado. Ese al que hay tratar con abrazos y no balazos.
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