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Por Félix Cortés Camarillo

En opinión del diario New York Times el destino de la que yo llamo ley Cuatro del Senado Vil –por su nombre en inglés Senate Bill IV, SB4– es incierta debido a la cantidad de confusiones que ha generado. La más importante de ellas es que la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos aprobó su aplicación y un jurado menor le dio reversa. Otra, es que los sheriffes encargados de ponerla en acción no saben exactamente qué hacer. Lo único que tienen claro es que hay que impedir que entren más inmigrantes a su país por sitios que no son puertos de entrada, y sin papeles.

En espíritu e intención, aún y cuando no se pusiera en vigencia de inmediato como es la idea del gobernador Abott del estado de Texas, este retrógrado instrumento de control migratorio pretende otorgarle a la policía de cualquier rama, autoridad para que según su criterio puede detener a cualquier individuo del que sospeche que ingresó ilegalmente a los Estados Unidos y deportarlo. Naturalmente, a México.

La importancia de este instrumento reside en que es un adelanto, de esos que en el cine llamamos tráiler, de lo que muy probablemente va a ser el eje de la política migratoria de nuestro vecino del norte: la más brutal e inhumana de las discriminaciones, la intolerancia y el racismo más primitivo.

Precisamente el que repetidamente anuncia Donald Trump que pretende privar a muchos de esos migrantes de la esencial calidad de seres humanos.

La tremenda y olvidada paradoja de esta actitud norteamericana, que allá goza de un respaldo popular inexplicable, es que contradice la raigambre que da fundamento, vida, cuerpo y legitimidad a la grandeza de los Estados Unidos. Una nación hecha a partir de las inmigraciones de todos los rumbos, y que es evocada de la manera más nítida en lo que se puede leer en la base de la Estatua de la Libertad, en la isla que se llamaba de Bedloe, frente a la punta sur de la isla de Manhattan, un soneto escrito en 1883, de la poeta –que aquí sí llamo americana– Emma Lazarus y cuya parte toral dice, en mi traducción libre, (no podía ser de otra manera): “Guárdense, ancianas tierras, su legendaria pompa, grita ella. Denme a sus agotados, a sus pobres, a sus masas que anhelan respirar en libertad”. 

Nada de esa noble esencia permanecerá en el futuro inmediato, y si yo hiciera rezo, lo haría pidiendo equivocarme.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Cuando le dijeron al presidente López que una señora que anda buscando los cuerpos de sus hijos desaparecidos quería entregarla una pala para que vea lo que se seinte, el señor dijo, que se la dejara por ahí. Ante la insistencia de esta mujer de ser recibida por el jefe del Estado mexicano, dijo que sí la va a recibir, pero después de las elecciones, para que no lo usaran a él, en la politiquería electoral. El chiste se cuenta solo.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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