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Fábulas bíblicas 1 / Las masas

Por Félix Cortés Camarillo

«Generación va y generación viene: mas la tierra siempre permanece». // Libro del Eclesiastés, o el Predicador, Cap. 1, Vers. 4

Decía un viejo amigo mío, tan viejo que ya se fue, cuando reunía con frecuencia a un comunista radical, un cura arrepentido y un poeta que no publicó nada en su puta vida, lo siguiente: entre tus masas, tus misas y tus musas yo me quedo con mis mesas. Efectivamente siempre con él comimos de maravilla.

Si esto es así, que lo es, la fruición de las multitudes apasionadas no tiene nada que ver con la militancia política o algún tipo de empatía u orientación sexual. Cuando el ser humano renuncia voluntariamente o es despojado de su individualidad, se convierte en minúscula parte de una masa. Esto tiene antecedentes.

Pese a los consejos de sus cofrades, una primavera previa a Pascua, Jesús decidió ir en campaña proselitista a Jerusalén. Su Uber fue un pollino de pinta desconocida, pero lo cierto es que su recepción fue de altos vuelos. Dice el evangelista Marcos en el versículo ocho del primer capítulo que de su evangelio recoge la Biblia, “muchos tendían sus vestidos por el camino y otros cortaban hojas de los árboles y los tendían por el camino. Y los que iban delante y los que iban detrás daban voces diciendo ¡Hossana!, bendito el que viene en nombre del Señor”. Ese es el origen de la fiesta de ayer, el domingo de ramos.

Yo, que soy un profesional de la especulación, tengo la sospecha de que esos mismos ciudadanos fueron cuatro días después y en masa, a gritarle a Poncio Pilatos para que crucificara a quien sospechosamente una minoría creciente llamaba el rey de los judíos; de ahí la plaqueta encima de la cruz, INRI: Jesús Nazareno, Rey de los Judíos, en latín.

La masa ciudadana suele considerarse como el toral elemento de la democracia: el pueblo pone, el pueblo quita, dicen por ahí. Sin embargo, el anonimato que proporciona la multitud favorece a los que mediante cualquier triquiñuela quieren orientar precisamente a las masas en un sentido u otro.

A mí me parece que este esquema es semilla y raíz de lo que hoy en día se denuncia como “bots” –eso creo– o, dicho de otra manera, la inducción política a los políticamente discapacitados. Aunque no tengan una etiqueta azul en su auto. Ortega y Gasset, que no son dos jugadores de la liga española, estudia de manera sabia la conducta de las multitudes y, sobre todo, sus despropósitos.

Mientras digerimos su sapiencia, seguiremos sufriendo las consecuencias del uso y abuso de las masas. Aunque tengamos musas, misas, masas, mesas y a veces algunos mozos.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Señor presidente: tengo la leve idea de que los acuerdos de México con otros países deben instrumentados por el Ejecutivo, pero aprobados por el Congreso. ¿Cuándo chingados aprobó el Congreso el tratado para traer médicos cubanos a México o ahora el acuerdo que Maduro conduce desde su sillón para darle a los venezolanos que se quieren regresar a su patria un estipendio que ya quisieran muchos mexicanos?

‎felixcortescama@gmail.com

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// Por Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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