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Por Francisco Tijerina Elguezabal

“Cuando bebas agua, recuerda la fuente.” // Proverbio chino

Dicen que el agua debe ser incolora, inodora e insípida, pero no lo creo, porque doy fe de que no hay en el mundo agua más sabrosa que la del Socavón de Melchor Múzquiz, Coahuila; algo tiene, qué sé yo, que le da un sabor único.

Potable de manera natural, el agua baja de la sierra de Santa Rosa al pueblo por gravedad, lo que facilita su distribución en una red construida desde mediados del siglo pasado que se ha ido extendiendo conforme crece el municipio.

Desde que nací y hasta hace unos meses, bebí agua de la llave en Monterrey, es decir más de 60 años tomando el agua así, sin enfermarme jamás de nada por consumir el líquido de esa fuente. Sin embargo el año anterior comenzamos a notar en casa que con demasiada frecuencia nos estábamos enfermando unos y otros del estómago, a veces todos juntos y en otras ocasiones uno detrás del otro, pero aquello era constante.

Fuimos descartando opciones, hasta que llegamos a la conclusión de que era el agua que bebíamos directo de la llave, por lo que empezamos a consumir agua purificada de garrafón y, ¡oh, milagro!, las enfermedades de la panza desaparecieron sin que hayan vuelto a surgir.

No es algo que haya surgido ahorita con las denuncias de vecinos del sur que se quejan de recibir agua contaminada en sus hogares, es algo que ya tiene un par de años.

Toda la vida me jacté de la calidad del agua de Monterrey. Les hacía bromas a mis amigos de Guadalajara o Monclova y les refería las aguas de la Sultana y de Múzquiz como las más potables del mundo.

No sé qué hayan hecho, pero lo cierto es que yo tomé agua de la llave por más de 60 años y nada me pasó y desde hace dos, de la nada, me empecé a enfermar una semana sí y otra también, hasta que dejé de consumirla y hoy, ni para lavarme los dientes.

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// Francisco Tijerina

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Autor: stafflostubos
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