Noticias en Monterrey

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Por José Francisco Villarreal

Para alguien como yo, que pasó infancia y adolescencia en un entorno rural, es difícil adaptarse a la conmemoración más grande de la cristiandad, la Cuaresma, sobre todo en su culminación, la Semana Santa. Recuerdo que ya en plena “semana mayor”, en las iglesias y en algunas casas se cubrían las imágenes de los santos. El bullicio público normal disminuía hasta casi murmullos. No debíamos gritar ni desvelarnos. “Porque el diablo anda suelto, y te va a encontrar”. Había un ambiente de duelo. Contrastaba mucho ese luto ambiental con las delicias de la gastronomía piadosa: flores de palma (chochas), cabuches, acelgas, lentejas, habas, coliflor capeada, tortas de papa y queso, de camarón, nopalitos navegantes, “orejones”, chicales con chile colorado, queso asado, y sobre todo mi platillo favorito, la dulce y jubilosa “capirotada”. Un peculiar ayuno.

Sé que a todos impresiona la representación teatral de la tortura y muerte de Jesús. Con más o menos fe, multitudes se congregan al paso del vía crucis y de un improvisado Gólgota urbano. A mí no me gusta eso. No creo que este espectáculo imbuya en el espectador alguna sensibilidad ante aquella terrible tortura. La evidencia es contundente: Semana Santa es ¡vacaciones! Ruido, fiesta, desmadre. En cambio, aquel silencioso “medio luto” rural, en mi infancia, nos obligaba a hacer algo que no hacemos con frecuencia: reflexionar. Yo lo hacía acunando la siesta encima de un huizache. Y no, nunca me caí. Aunque no me crean, los niños y los adolescentes sí reflexionan; sus temas pueden ser limitados pero lo hacen con más libertad que los adultos… y tal vez con mejores resultados.

De aquellos días de “ayuno” y penitencia, me maravillaba el Oficio de Tinieblas: Respice, quaesumus, Dómine… Pero más específicamente el de la Vigilia Pascual, que iniciaba con un templo completamente a oscuras,  tenía su momento más conmovedor en el encendido del Cirio Pascual, y terminaba con mucha luz y júbilo: la resurrección. La carnada en el anzuelo de la fe, pero que adquiere connotaciones grotescas en estos tiempos, cuando la cinematografía hace loor y loas a los repulsivos zombies. No me disgustaría resucitar como zombie come-cerebros si me permitieran capearlos antes. El Oficio de Tinieblas del Sábado de Gloria sazona con esperanza nuestras elucubraciones cuaresmales que siempre arrastran una sombra de pesimismo si no las hacemos tomando sol y cerveza en alguna playa, con o sin música de banda. En cualquier caso lejos de casa, esas modernas cavernas de los novísimos cromañones. 

Para no desentonar con la época, me puse a reflexionar. No importa si se dejan cabos sueltos o se sacan conclusiones equivocadas. El ejercicio es lo que cuenta. Esta vez, omití reflexionar sobre la vida, mi vida. Como ya estoy cada vez más cerca de concluirla, dejaré que las respuestas lleguen solas. Así que opté por la frivolidad de la vida colectiva, especialmente el tema recurrente de estos meses: las elecciones de junio. Me confieso débil ante la exposición frenética de una versión actualizada del dilema que Eris le propuso a Paris: la famosa “manzana de la discordia”, que en nuestro caso es una silla presidencial. Aunque se perfila el posible triunfo de Claudia Sheinbaum, yo no descarto ninguna posibilidad, ni siquiera a Álvarez Máynez. La verdad no creo que ese albur político sea relevante por ahora. Dada la (mala) calidad del frente opositor, no me extrañaría que intentaran incluso resucitar a Pinochet o a Victoriano. Lo relevante es el rastro que está dejando esta pugna, y las consecuencias.

Empezamos hace más de seis años, con campañas feroces en contra de Andrés Manuel López Obrador y de su propuesta social. A medida que se renovaban las campañas, se fue perdiendo la credibilidad en los medios de comunicación convencionales y se incrementó la influencia de medios alternativos, básicamente On Line. Los grandes “líderes de opinión” pusieron en evidencia su parcialidad, y su distancia respecto a la gran masa popular.

Adicionalmente, se creó una élite de “intelectuales” generando argumentos, generalmente falsos o tramposos, para boicotear al régimen. Se han publicado muchas mentiras y se ha hecho evidente la complicidad de medios, periodistas, intelectuales, funcionarios (léase Poder Judicial) con una facción, con una sedición.

En cuanto a pluralidad política tampoco quedamos bien parados. Por lo menos tres partidos, PAN, PRI y PRD, fundados en ideologías completamente distintas, muestran que ya no tienen ninguna. Si sobreviven como partidos, no sobrevivirán al desprecio de los electores porque ya no representan opciones políticas sino servidumbre económica y un autoritarismo amenazante. Su amasiato es irreversible: lo que Claudio X ha unido sólo Dios puede separar. Olvidaron cómo ser populistas y acabaron siendo impopulares. Sea que arrase o no la 4T, la coalición opositora ya no podrá recuperar el control. Podrán gobernar, pero no como poderes emanados de la voluntad popular sino la de una minoría exclusiva. Perdieron la oportunidad de revisarse y refundarse.

Otro punto importante es el sistema judicial. Tienen ya una tradición de incompetencia y hasta el más ignorante sabe que en México la justicia tiene precio. La liberación de delincuentes, de todo tipo, talla y cuello, ha sido la constante. También el aplastante “peso de la ley” contra quienes no tienen dinero para defenderse. La verdad, la evidencia, no tienen valor ante nuestros jueces, magistrados y ministros. Y aunque todos sabíamos eso, es en este régimen en el que han exhibido su parcialidad y se han incrementado las sospechas de prevaricación generalizada. La limpieza exhaustiva y reforma del Poder Judicial es un tema urgente e ineludible.

En los últimos meses se ha querido imponer la narrativa de una inseguridad generalizada que amenaza a los ciudadanos y a las elecciones. Institutos electorales y judiciales han colaborado además con un recurso socorrido: silenciar al adversario. Diligentemente, INE, TRIFE y hasta SCJN han callado, o intentado callar, a toda forma de respuesta oficial desde la izquierda frente a las acusaciones, ofensas o mentiras de la derecha (nacional e internacional). Este silencio obligado no tiene qué ver con desmentidos sino con la construcción de una escenografía que pueda usarse para cancelar todo o parte del proceso electoral. La Libertad de Expresión está siendo utilizada como trinchera política y fosa séptica de la derecha, con la complicidad de jueces, comentócratas y medios. Sin embargo, también se detecta la sincronía de esta inseguridad con el discurso de la derecha y, por lo tanto, la sospecha razonable de una complicidad. Claro, para la ciudadanía común eso ya era un hecho, no concluido por intuición sino por instinto de supervivencia. Habría que añadir que lo que también se ha demostrado es que el “populismo” de don Andrés ha sido eficiente y efectivo, a pesar de las mordazas que le han impuesto, y de las “fakes”, los “bots”, LatinUs, etcétera. Sólo hay una manera de superar eso en las urnas: atemorizando al elector, y/o legal pero ilegítimamente, anulando su voto. Porque es indudable que el poderío electoral de la 4T está en el rango de la clase media hacia abajo. Y en México, la mayoría de los electores estamos en ese rango… y hasta más abajo de abajo.

No es difícil adivinar lo que sucedería en México si triunfa el proyecto de la derecha. La crisis económica y social creada por el despótico (vesánico) gobierno en Argentina es un buen ejemplo. No se va a regresar a un “pasado feliz”, sino al mismo pasado trágico, pero esta vez sin maquillaje ni diplomacia.

Es obvio que la candidata de la Derecha no supo, sabe, ni sabrá gobernar. Viendo los rastrojos de los partidos que la apoyan, se puede saber quiénes y cómo van a gobernar. Lo mejor del PAN, PRI y PRD ha sido desplazado, inmovilizado, neutralizado, o expulsado. Si por el contrario la ganadora es la candidata de la izquierda, hay manera de comprobar desde ya mismo su capacidad para gobernar liderando a un gabinete y coordinándose con los otros poderes, incluyendo los fácticos. Tengo dudas acerca de su actuación en el ámbito internacional, pero eso dependería también de los gobiernos extranjeros, de las potencias económicas y, por supuesto, del Senado de la República. Se dice obligada a darle continuidad al proyecto de la 4T, y tengo harta curiosidad de cómo impondrá ese liderazgo ya sin la presencia del tutor del morenismo. Tendrá también la disyuntiva de matizar la relación del régimen con los medios convencionales o dejar que se desmoronen solos y anémicos de recursos y de público inteligente y crítico. Podrá apostar a medios alternativos y a la conversación directa, tipo “mañanera”, lo que obligaría a las empresas mediáticas a replantear sus actividades y sus productos. Salvo, ¡claro!, LatinUs, que como subsidiaria de políticos tramposos, podría continuar impunemente como la farsa más descarada en los últimos tres años. Pero para seguir apoyando a la 4T, la exigencia popular no sería tanto el combate a la inseguridad o a la corrupción sino a la impunidad, porque a don Andrés le han faltado o ganas o recursos para sancionar a la miríada de corruptos, delincuentes y empresarios morosos que siguen impunes, y presumiendo su impunidad.

Durante muchos años hemos vivido atisbando al futuro por la puerta entreabierta de la incertidumbre. Este año la puerta está abierta. Asentadas las aguas turbias del proceso electoral, por la derecha o por la izquierda, la tarea urgente no es el gobierno sino la reconstrucción social. En este régimen y en este proceso electoral se han destruido muchas cosas, se han roto las hormas, se han deslegitimado las normas, se han desenmascarado impostores e imposturas. Quienes tomen el poder tendrán trabajo extra frente a una sociedad escéptica, una comunicación social devastada, una polarización radical, instituciones execradas, donde hasta la cartelera de liderazgos políticos y sociales está muy desmejorada. Con la pena, pero los nuevos gobiernos de todos los niveles y del origen que sean, deberán ser no sólo buenos administradores de los recursos públicos y de los intereses ciudadanos, también deben asumir un liderazgo popular incluyente donde se admita a todas las clases sociales… y hasta a los migrantes. Sobre todo deberán ser excelentes cirujanos para extirpar a la demagogia del populismo bajo la premisa de que el “pueblo” no es una fracción de la sociedad, sino toda ella. Porque el frenesí de una oposición que ha sido secuestrada por una ultraderecha radical, no ha dejado más que dos opciones para los nuevos gobiernos: populismo generoso o dictadura brutal. No se trata ya de tener una ideología, sino de construirla, no desde utopías sociales o económicas sino desde la realidad de un entorno devastado. En pocas palabras, empezar de nuevo como en un Oficio de Tinieblas: con la iglesia a oscuras.

Fuente:

Vía / Autor:

// José Francisco Villarreal

Etiquetas:

Compartir:

Autor: stafflostubos
Ver Más