Por José Jaime Ruiz
La crisis del Congreso de Nuevo León puede reflejarse en el caso de la diputada priista Alhinna Vargas. Una pregunta se impone, ¿se encuentra Alhinna capacitada para legislar? No, su ausencia perenne de comisiones y Pleno lo confirma. Hay que ir un poco más allá, ¿está capacitada mentalmente Vargas para mantener su curul? La politiquería del PRIAN la sometió a fuertes problemas físicos y psicológicos. En un juego de sillas entre esos dos partidos, jamás podrían perder la Cocri, es decir, el control administrativo. Francisco Cienfuegos prefiere vulnerar a su diputada que ceder.
A finales de marzo, la legisladora recibió protección del Trife por la posible existencia de actos que pondrían en riesgo la integridad de ella y la de su familia con la intención, se argumentó, de impedirle ejercer su cargo legislativo y después de una audiencia privada se emitieron esas medidas cautelares: “En vista de la posible existencia de actos que eventualmente pudieran lastimar a la solicitante y a su familia, y de la manifestación de temor por parte de la actora, se estima necesario el dictado urgente de medidas de protección.
“De manera inmediata se vincula a la Secretaría de Seguridad Pública Federal para que, en coordinación con la solicitante, diseñe un plan de riesgo, implemente y ejecute las medidas necesarias que garanticen la seguridad de la actora y de su familia, tales como la asignación de escoltas, vigilancia o protección, reubicación temporal, y otras aplicables”.
Una medida de la Sala Superior que podría funcionar para cualquier ciudadano dado el fraseo “posible existencia” y “eventualmente”. No hay nada que justifique asignación de escoltas o reubicación. La Sala Superior exageró en sus medidas cautelares, aunque en algo pueden tener razón porque también ordenaron que el Instituto Nacional de las Mujeres brinde apoyo psicológico. Todo apoyo psicológico requiere de una evaluación. ¿Qué evaluó el instituto de la capacidad o incapacidad mental de Alhinna de ejercer como legisladora? ¿Las presiones de Francisco Cienfuegos para que Alhinna, a pesar de sus problemas físicos y psicológicos, se mantenga en su curul son un factor de riesgo para la diputada?
Un pasaje de Scherer
En su libro Los presidentes, Julio Scherer recuerda sobre Jesús Reyes Heroles: “Hombre sin rectificaciones en su autobiografía, actuaba al amparo de su propia norma: ‘Aprender a lavarse las manos con agua sucia’.
“Coincidíamos. No una, sino mil y mil veces habría que lavarse las manos en agua sucia y el cuerpo entero y la cara, si hiciera falta.
“La vida es como es –contestaba–. Nada existe por encima de las contradicciones del hombre.
“La prepotencia y el sarcasmo se llevaban en el lenguaje de Reyes Heroles como un sustantivo y un adjetivo en frases siempre duras. Una vez nos dijo:
“–La política es también la vida en el burdel y nadie que yo sepa busca la castidad en una casa de citas.
“–¿Entonces dónde, licenciado? –lo atrapó Vicente Leñero–. ¿Acaso en el mundo de la pureza que usted desprecia?”.
Un Congreso sin representatividad
Al periodista Jorge Villegas le disgustaba que habláramos del Congreso de Nuevo León como un circo, apelaba a la investidura que teníamos que defender, la representatividad ciudadana. Es imposible saber qué opinaría hoy de una legislación entregada a la lucha entre grupos políticos, centavera y chapulina. El Congreso de Nuevo León es un dechado de vicios. Ni siquiera circo, prostíbulo: “La política es también la vida en el burdel y nadie que yo sepa busca la castidad en una casa de citas”.
La crisis del Congreso puede reflejarse en el caso de la diputada priista Alhinna Vargas. ¿Se encuentra Alhinna capacitada para legislar?
