Por Carlos Chavarria
Es conocida la opinión del general prusiano Carl Von Clausewitz en el sentido de que toda guerra es «continuación de las relaciones políticas… por otros medios», no obstante, es un crédulo el que piense que hasta en la guerra existen reglas, eso era para otros tiempos cuando se creía en que el honor existía hasta entre ladrones. Hoy nada de eso es válido y el que lo crea perderá sin duda todas sus ventajas y hasta la guerra misma.
Que buena demostración de juegos no cooperativos nos están dando los actores de “Affaire México-Ecuador”, solo por llamarlo de alguna manera. John Nash estaría más que satisfecho con su aportación a la Teoría de los Juegos que le valió un premio Nobel.
El actual fenómeno del ajedrez mundial, Magnus Carlsen, un joven que ha dominado el escenario del deporte ciencia, sus peores partidas han sido contra jugadores mediocres o que no juegan con la reglas del ajedrez clásico.
Tal como en el ajedrez, quien atienda demasiado al protocolo y los buenos modales, reduce sus posibilidades pues en la política actual se aplica la regla de que no hay reglas y nuestro Presidente es sin duda el campeón. Han caído en su juego los mandatarios de Perú, Bolivia, Argentina, Chile, hasta la OEA y el más reciente Ecuador que de plano se equivocó ante las provocaciones del juego sin reglas de la nueva política exterior mexicana.
Ni caso tiene preguntarse cuando se abandonó la Doctrina Estrada, que siempre ha significado neutralidad hasta nuestros días y guía en la conducción de las relaciones exteriores de México, tampoco me digan que la ley es la ley, eso hay que dejárselo al buen Von Clausewitz.
Ahora la política sin forma que se practica en el mundo es aquella que sirva para mantener el poder doméstico y la influencia regional, el utilitarismo pragmático más descarnado conduce los asuntos públicos, y más cuando se está en campaña electoral permanente.
México no tiene influencia política regional mas allá de su posición geográfica en el continente, el Presidente jugo para su utilidad política local que no es otra que mantener su fuerza electoral con miras a Junio 2024. Ecuador también pensó en su propio juego domestico de atacar a la corrupción interna y se equivocó jugando a favor de la utilidad de López Obrador, pues todos los costos son ahora de Ecuador al violentar la sede diplomática mexicana.
Ahora la OEA Y Correa; otro de los frentes que agarro nuestro presidente en la figura de Almagro; le quiere hacer corralito a México para cobrarse aquella sugerencia de Mayo de 2023 de hiciera López Obrador: «Quien la representa [a la OEA], pues es Luis Almagro y Almagro representa una postura pro-estadounidense totalmente», proponiendo desaparecer al organismo en cuestión.
Por el lado de Correa; expresidente de Ecuador y avecindado en México para eludir la justicia ecuatoriana; cuyo vicepresidente es el motivo de la incursión de las autoridades de Ecuador en la Embajada de México, que esperaba refugio en nuestro país para eludir los mismos cargos de corrupción que persiguen a Correa. Este sugiere que lo ocurrido es razón suficiente para una declaración de guerra. Vamos a ver quién más se sube al juego, por lo pronto Lula Da Silva y otros ya se solidarizaron con México.
¡Como anillo al dedo!. Nada más se necesita que dure escasos 3 meses el ruido por el ultraje de la soberanía nacional representada por la Embajada ¡y ya fregamos!.