Por José Jaime Ruiz
Gandhi, el estadista libertador de la India, murió a los 78 años, ¿cuántas propiedades tenía? ¿Cómo vivía? Al morir sus únicas posesiones personales fueron unas sandalias, un cuenco y un plato, un reloj de bolsillo y las gafas famosas. Nada más. Según el criterio de la candidata del PRIAN a la Presidencia de la República, uno de los mayores pacifistas en la historia de la humanidad se pasó de güey. Gandhi se pasó de güey.
Dijo Xóchilt: “Si a los sesenta años no has podido hacer un patrimonio es que eres bien güey” o, para simplificarlo en la mayor frase de corrupción mexicana: el que no transa, no avanza. Gálvez hace de este modo de actuar, modelo de vida. Multimillonaria, no hizo su fortuna al amparo de una vida empresarial honesta sino bajo el cobijo de la corrupción, la connivencia, el tráfico de influencias, los conflictos de interés educando, inclusive, a sus hijos en el clasismo, la prepotencia, la doble moral, la doble acta de nacimiento. Xóchilt va silbando por la vida: el que no transa, no avanza.
“El poder -escribió Gabriel Zaid- tiende a corromper el sentido de la realidad, por eso atrofia la razón”. No otra cosa le sucede a Xóchitl. Su sentido de vida, su sentido de solidaridad, de humanidad, está atrofiado. Cuando desdeñó una ruta trotskista, eligió la ruta del ascenso social, la movilidad social desde y para la corrupción. Nadie se hace multimillonario vendiendo gelatinas. Cuando Xóchitl tuvo poder público, amasó su fortuna privada. Xóchilt va silbando por la vida: el que no transa, no avanza.
Defensora del patrimonialismo neoliberal donde las riquezas se hacen bajo la premisa del saqueo, la desigualdad, la precarización de los trabajadores, el materialismo de Xóchitl la convierte en extractivista, por su corrupción, de los bienes sociales. Educada en la corrupción, la candidata del PRIAN tiene excelentes maestros: Vicente Fox, Felipe Calderón, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Marko Cortés, Alejandro Moreno.
Ella perdió el sentido de la realidad, por eso tiene la razón atrofiada. Xóchilt va silbando por la vida: el que no transa, no avanza… pero el pueblo se cansa de tanta pinche transa.