La biblioteca de Pedro Reyes tiene más de 30 mil volúmenes en su haber. El escultor con formación arquitectónica no es solamente un artista plástico, tiene alma de filósofo, escritor y es un gran lector. Crear una pieza de arte requiere de técnica para lograr la ejecución estética; el autor también debe comprender su contexto ambiental, social, político y educativo para ir más allá de lo material. Es, de alguna forma, un intermediario entre la sociedad y la realidad; no necesariamente ofreciendo recursos, sino patrocinando ideas; publica MILENIO.
Reyes nació en 1972 en Ciudad de México, lugar donde reside y trabaja actualmente. Su obra, a grandes rasgos, busca mostrar una realidad a través de su visión poco convencional.
¿Cómo se pueden tocar temas complejos de forma lúdica? El artista nos muestra proyectos que nos enseñan una realidad totalmente diferente a la habitual.
¿De qué manera la percepción de los artistas con formación arquitectónica es distinta a la de aquellos que no la tienen?
A mí me sirvió porque hay que resolver un programa de necesidades. Mucho de lo que hago con mi arte tiene un objetivo que no es necesariamente el gozo estético, sino algún tipo de problema ambiental, social, político o educativo. Me costó trabajo dejar de pensar como arquitecto; poco a poco fui agarrando la confianza de hacer arte que no necesariamente tiene una función.
¿Cómo surgió la idea de abordar temas tan complejos de forma lúdica?
El juego es una noción de movimiento. Si tienes capacidad de movimiento, tienes capacidad de juego. Muchas de las obras que hago invitan a lo lúdico. En ese espacio de libertad es donde uno puede reinventarse. Me interesan mucho esas dinámicas que te permiten ver un problema desde una perspectiva diferente, creo que la reinvención de nuestra realidad tiene que ver con la noción de juego.
¿Cuál es tu proceso creativo?
A menudo empieza con libros viejos, donde pasan por mis manos referencias del pasado. Muchas ideas están ahí; se trata de encontrar las estructuras de pensamiento en torno a un tema y cómo otras personas lo han solucionado. Yo siempre digo que no hay que tener miedo a copiar. No es lo que tomas sino a dónde lo llevas. Después hay una fase importante que es la del dibujo, el pensamiento no se logra asentar si no dibujas. Este proceso es la herramienta más rápida para la generación de ideas. Estas serían las dos génesis del proceso creativo.
Has dicho que la música es una forma de exorcismo y réquiem para las vidas perdidas. ¿Cómo logras que también sea un mensaje efectivo contra la violencia de la sociedad?
La escultura es una especie de catalizador de una dinámica social, ahí encontré que también podíamos hacer instrumentos musicales. Un ejemplo muy claro es que puedes coger un rifle o una escopeta, hacerle hoyos y convertirlo en una flauta. Al usar esa flauta, la música conecta a todas las personas que se presentan a través de una experiencia conjunta. Esto genera el efecto opuesto que crean las armas: empatía y confianza. Finalmente, lo que hacen los escultores es cambiar la forma de las cosas. Me gusta pensar este tipo de piezas como esculturas sociales; no solo importa el material, también la participación de la gente. Por ejemplo, cómo se involucra el gobierno, las iniciativas privadas, la sociedad civil o las instituciones esculturales, entre otras.
En la fusión de arte y activismo, ¿cuál es el papel del artista en la sociedad?
Es una especie de patrocinador de ideas. El arte en muchas ocasiones es una plataforma de experimentación donde uno puede construir pequeñas utopías. En México hay una enorme tradición en la que los artistas también son agentes culturales. Por ejemplo, Toledo en Oaxaca, o lo que están haciendo varios artistas en Ciudad de México.
¿Qué tan importante es que el espectador entienda la obra?
Una de las reglas que me autoimpuse es que la gente no necesite tener ningún tipo de educación especial para entender mi obra. Yo no creo que el arte tenga que llegarle a todo el mundo, pero sí que sea comprensible para cualquier persona. Por ejemplo, me he propuesto que si en algún momento yo dejara una obra en la banqueta, no pueda ser confundida con basura.
¿Cuál es la diferencia entre tus propias obras y las que te comisionan?
Tener una obra comisionada es fantástico, el hecho de responder a un contexto acelera el proceso creativo. Hay una necesidad de transformar o comunicar algo; mientras más limitaciones y condiciones tengas es más fácil llegar a la solución.
¿Cuál ha sido tu comisión favorita?
Te voy a responder justo en lo que estamos trabajando, que es en donde mi corazón está en este momento. Estoy muy emocionado por la campaña que estoy haciendo, Artists Against the Bomb. Es una convocatoria a la que invitamos a artistas de todo el mundo para elaborar carteles en contra de las armas nucleares.
Imagen portada: Obra de Pedro Reyes. / Sarah Gore Reeves | MILENIO